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Author's Chapter Notes:

 

Este capítulo será el final de la “introducción” de la historia por lo que no habrán más flashbacks acerca de la desgracia de Yukiko, así que nos podremos centrar en el presente a partir de ahora.

 


 

Luego de mucho llorar, me tomé un par de días para sentirme en condiciones de volver a la escuela… después de todo, siento que ahora no tengo un motivo para volver a ese desagradable lugar… no ahora que no hay nada que valga la pena para mí.

O eso fue lo que pensé los primeros días, porque muy en el fondo sé reconocer que aunque mi hermanito y mi novio hayan muerto, todavía hay muchas cosas que debo hacer en esta vida.

—Mamá, papá, me voy…

—¿Estás segura acerca de estar bien, cariño? —Mi madre tenía una expresión algo preocupada.

—No te tienes que forzar… volver allí debe ser algo traumático para ti Yukiko… puedes tomarte algunos días más de descanso, no te culparemos si quieres faltar algún tiempo más —de pie sobre ambas palmas juntas de mi madre, mi padre intentó de persuadirme.

—Claro que no… —Negué, forzando una sonrisa en mi rostro—. Está bien, puedo con esto… de verdad.

Aunque mi boca dijera una cosa, mis ojos hinchados y mi corazón adormecido decían otra totalmente distinta.

Golpeando la punta de mis zapatos con el piso para ajustarlos a mi pie, vi la palma de mi mano en la que dos personas deberían estar como el resto de días que partí a la escuela, una presión me dominó el pecho. Suspirando profundamente para evitar el llanto, sacudí la cabeza brevemente y abrí la puerta.

—Nos vemos.

Mi sonrisa rígida desapareció apenas les di la espalda y cambiando a una expresión agría, emprendí mi camino.

***

Apenas puse un pie dentro del edificio de la escuela, el lugar entero se llenó de una espesa niebla acompañada de un olor pungente tan intenso que por poco evité toser. No supe identificar qué clase de olor era este… pero más importante… nadie más parece percibir la niebla o el olor, todos van y vienen con sus semblantes llenos de energía en sus activas y juveniles vidas de adolescentes de preparatoria. ¿Soy la única que puede ver y oler esto?

Ahora que lo recuerdo… apareció por primera vez justo cuando encontré los cadáveres de Masashi y Seiichi… ¿Tendrá esto algo que ver?

Sin embargo mi atención está tan distraída de mi entorno y mis ánimos tan apagados que decidí no seguir dándole importancia; llenando mis pulmones del desagradable olor que sólo podría describir como “desgracia”, cambié mis zapatos por los de interiores y me dirigí a mi salón que estaba a punto de empezar las clases.

Prestando la mínima atención necesaria al camino para no aplastar a algún estudiante micro mientras caminaba, ignoré cualquier otra cosa que no fuera eso.

Al llegar a mi salón, tomé asiento ignorando a todo y todos, descansando mi cabeza sobre ambos brazos en la mesa.

No pasó mucho tiempo hasta que escuché una voz familiar llegar a mis oídos, una voz que a todas luces pertenecía a un micro… una voz la cual había esperado no tener que afrontar el día de hoy.

—Yukiko…

 Abrí los ojos lo más que pude apenas la escuché, levantando mi cabeza, vi un cuerpo diminuto de pie frente a mí en mi mesa. Ese cuerpo y esa voz pertenecían a nadie más que a mi mejor amiga, Nakahara Kana.

—K-Kana-chan…

La manera y el tono que usó para referirse a mí me dejaron de hielo, sintiéndose extrañamente distante ya que Kana siempre usó el “chan” para dirigirse a mí.

—Nunca vuelvas a llamarme de esa manera…

Oh… no…

—K-Kana-chan… ¡Escucha-!

—¡NO QUIERO ESCUCHARTE!

A pesar de escasear en términos de tamaño, el grito de Kana logró hacer que algunas de las miradas del salón se centraran en nosotros, algo que hubiera querido evitar a toda costa en este momento. La estridencia de su grito me hizo reaccionar abriendo mis ojos con impresión nuevamente y sentarme erguida, como si estuviera siendo regañada por un anciano imponente.

—Papá… papá, mamá y yo te confiamos la vida de mi hermano… tú… tu prometiste que no dejarías que nadie le hiciera daño… juraste que lo protegerías… —A medida que hablaba, la voz de Kana tuvo altos y bajos, quebrándose ocasionalmente mientras que lágrimas salían de sus ojos que tenían una expresión triste en un principio—. ¡PERO AHORA MASASHI ESTÁ MUERTO! —Y entonces se llenaron de odio, de una rudeza y fuerza ejemplares que fueron disparados como llamas hacia mí.

Habiendo comprendido internamente el estado de Kana, decidí no reprocharle nada y sólo dejarla que se desahogará conmigo asintiendo lentamente… después de todo…

—¡Y ES TU CULPA!

Aaah… lo dijo…

Asintiendo una vez más en silencio y procurando borrar cualquier emoción de mi rostro, parecí un robot moviendo mi cabeza de arriba abajo mientras que Kana escupió veneno hacia mí.

—¡ES TU CULPA QUE MASASHI HAYA MUERTO!

Asentí.

—¡PROMETISTE QUE LO PROTEGERÍAS, ERES UNA PERRA MENTIROSA!

Asentí.

—¿No… no te da vergüenza? ¡¿CÓMO PUEDES MOSTRAR TU ROSTRO AQUÍ DE NUEVO?!

Asentí de nuevo.

—¡ERES UN MONSTRUO!

Asentí una vez más.

—¡¡NO TIENES IDEA DE CÓMO ME SIENTO!! ¡¿POR QUÉ CONTINUAS ASINTIENDO MALDITA SEA?!

Y continué asintiendo.

Su voz exasperada dejó escapar un grito casi animal, dejándose caer sobre sus rodillas frente a mí mientras que lloraba a gritos. Aun así, no dejé de asentir.

Sí, tienes razón… no miento, no sé cómo te sientes, alguien se ha llevado la vida de tu querido hermano… no tengo… no tengo idea de cómo te sientes…

Sí…

Porque no tengo el más mínimo derecho a reprocharte o contradecirte… ya que soy un monstruo mentiroso.

Una de nuestras amigas de tamaño normal se acercó con una expresión nerviosa viendo la conmoción que estaba teniendo lugar en mi lugar.

—V-vamos Nakahara-chan… cálmate un poco… Miyashiro-chan también pasó por mucho…

Ignorándola completamente, Kana continuó llorando como si su vida dependiera de ello.

—Miyashiro-chan… ¿Quieres que la lleve a su puesto?

Silenciosamente, asentí una vez más viendo a la servicial chica un poco más alta que yo con una sonrisa rígida en el rostro.

—Bien… vamos Nakahara-chan… —Tomándola cuidadosamente, nuestra amiga se encargó de llevar a Kana quien a pesar de estar siendo llevada sin su permiso, no parece que le hubiera dado mucha importancia en medio de su desgracia.

Todos en el salón siguieron con sus asuntos como si nada hubiera ocurrido… naturalmente, no sólo porque quienes murieron fueron prácticamente desconocidos para ellos, si no que eran dos micros… ¿A quién le importa un par de micros que murieron de forma grotesca? Después de todo… en esta escuela la muerte de micros es algo diario y normal, no es que pueda causar una conmoción demasiado grande, a lo sumo servirá para tener un tema del que hablar cuando no haya nada mejor de lo que discutir.

“Oye, ¿Ya lo sabes? Un par de micros murieron el otro día”

“¿Y eso que tiene de especial? ¡Ocurre todos los días!”

No tiene sentido… pensar en eso.

***

—Nakahara-chan… creo que te excediste con lo que le dijiste hace rato a Miyashiro-chan…

—¿¡Cómo que me excedí!? Por su culpa… ¡Por su culpa mi hermano está muerto!

El aula había quedado únicamente con un grupo pequeño de personas a la hora de comer, de entre las cuales, un grupo de chicas estaba hablando acerca del mismo asunto, “la discusión de Kana y Yukiko.”

—Tú no sabes la historia completa… ¿Verdad?

—¿Eh…? ¿De qué hablas?

—Verás… —Otra de las chicas del grupo puso una expresión complicada cuando se decidió en explicarle a Kana el gran error que había cometido—. Puede que te hayas equivocado un poquito cuando le dijiste que no comprende cómo te sientes…

—¡Pero es ve…!

—Nakahara-chan… tu hermano no fue el único que murió aquél día…

Tragando saliva, otra chica escupió las terribles palabras.

—Su hermanito, Miyashiro Seiichi fue encontrado muerto junto a Nakahara-kun…

—¿E-eh…?

—Aparentemente la escena fue bastante grotesca y desgraciadamente fue ella quien los encontró… la verdad es que me siento mal por Miyashiro-chan…

Kana sintió como un dolor repentino se apoderó de su estómago, un dolor que le indicaba que había hecho algo terriblemente mal, un cargo de consciencia enorme que le hizo sentir una gran culpa.

—Le pregunté a un profesor y fue eso lo que me dijo… fue un caso realmente complicado, por eso ella faltó estos últimos días. De hecho pensé que faltaría por más tiempo, me sorprendí al ver que volvió a la escuela tan pronto…

El corazón de Kana tembló, un montón de emociones vibraron con rudeza en su interior, su expresión permaneció perpleja y su cuerpo inmóvil durante el resto de la conversación, sólo asintiendo o respondiendo de manera específica a ciertas preguntas que le hacían.

Luego de algunos minutos, las chicas que estaban con ella decidieron salir a beber algo, Kana decidió quedarse esperando en el salón mientras que ellas volvían. Sin embargo, ellas no fueron las únicas en irse, la mayoría de alumnos a este punto ya habían abandonado el salón, dejando a la micro sola con sus pensamientos de culpa sin siquiera ser capaz de disculparse ya que Yukiko al igual que las demás, había abandonado el aula hace un rato.

—Yo… no debí haber dicho eso…

En medio de sus arrepentimientos, una voz femenina y estridente sonó desde su izquierda, girándose a ver de quién se trataba, Kana se heló en su lugar.

—La basura debería conocer su lugar… ¿Hablarle de esa manera a un humano no te parece ridículo, enana?

Dos dedos se aproximaron a gran velocidad y sujetaron el frágil cuerpo de la diminuta chica sin ningún tipo de cuidado, su corazón previamente adormecido empezó a latir como loco cuando la velocidad vertiginosa la llevó frente al rostro de la gigantesca chica con una sonrisa perversa.

—¡Muraoka-san!

—Sabes… yo odio a los micros… ¿Pero sabes que odio más?

Ambas permanecieron en silencio por un momento hasta que Muraoka Yumiko terminó su frase con un tono de voz siniestro.

—A la pequeña basura como tú que cree que está a nuestro mismo nivel…

El terror se apoderó de Kana, sin nada que ella pudiera hacer, sólo el destino fue capaz de decidir qué ocurriría.

***

La espesa niebla desagradable no se dispersa… el olor sigue ahí tan vomitivo como de costumbre, diría que tuve suerte de poder comer sin vomitar mientras que el pungente olor a muerte llenaba mis fosas nasales, mi tiempo de descanso, siendo difícilmente un descanso llegó a su fin una vez que decidí volver a mi salón de clases.

Sin ánimos para seguir deambulando por ahí, abrí la puerta corrediza de mi clase encontrándome sólo con una indeseable persona a la que he decidido ignorar la mayoría del tiempo. Muraoka Yumiko, su desagradable personalidad la hace arrogante pero eso no es lo peor, si no su terrible comportamiento con respecto a los micros. Se le atribuyen muchos asesinatos de micros de los cuales siempre logra salir impune simplemente por falta de pruebas… es así la mayoría del tiempo con todas las psicópatas de esta escuela. Seguro ocurrirá lo mismo con el asesino de Masashi y Seiichi.

Cruzando por el salón vacío, llegué a mi puesto y me dejé caer con cansancio sobre mi asiento, agotada de este día y de este sufrimiento, sólo quería descansar un poc…

*Sploch*

—…

—¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!

Un sonido extraño provino desde mi asiento cuando mi trasero hizo contacto con él, fue entonces que mi corazón se detuvo, a su vez una risa asquerosa empezó a carcajear sin parar desde atrás de mí.

Levantándome lentamente de mi asiento, me giré para verificar el origen del sonido… los instantes que me demoré girándome se sintieron incómodamente eternos, pero cuando me giré y di un vistazo…

Una mancha roja en el asiento le dio fin a mi pensamiento racional, mientras que la risa burlona seguía y seguía sin parar.

—¡NO PUEDO CREER QUE CAYERAS TAN FÁCIL! JAJAJAJAJAJAJAJA.

Mi rostro se tensó, aun así sentí que no estaba haciendo ninguna expresión facial, alzando la vista hacia el lugar de donde provenía la risa, sentí como si mi visión se oscureció y mis pensamientos se detuvieron.

Lo último que recuerdo es su cara de terror y gritos difusos apareciendo repentinamente.

“¡DETENTE MIYASHIRO!”

“¡MIYASHIRO!”

“¡YA DEJALA!”

Un impacto.

Dos impactos.

Tres y cuatro…

Cinco.

Los impactos no se detuvieron.

La eventual sensación de humedad en mis nudillos se sintió tan gratificante… como si liberara toda esa tensión que han producido en mí los últimos días.

Este flujo de emociones violentas que se desbordó dentro de mí en consecuencia, ya no puede ser detenido.

Yo olvidé el resto.

***

Luego de lo ocurrido, fui suspendida de la escuela por un mes entero por la grave falta que cometí.

Un par de días después, mis padres salieron por cuestiones de trabajo mientras que yo permanecí encerrada en casa como es ahora costumbre en mí, abrazando mi almohada con la mente en las nubes.

Aproximadamente a las tres de la tarde, escuché golpes venir de la puerta del departamento. Levantándome de la cama salí de la habitación y me dirigí hacia la entrada, pero lo que me encontré cuando abrí la puerta me congeló.

Un par de sujetos altos de pie frente a la entrada me vieron apenas terminé de abrir. Sin entender lo que ocurría, sólo permanecí allí de pie devolviéndoles la mirada.

—¿Miyashiro Yukiko-san?

—A-así es…

—Necesitamos que venga con nosotros por ahora.

—¿Q-quienes son…?

—Policía —dijo uno de ellos mientras sacó una placa de su bolsillo y la colocó frente a mí. —Está detenida por ser sospechosa del asesinato de Miyashiro Seiichi y Nakahara Masashi.

—¿Qué…?

—Por el asesinato de Nakahara Kana…

Mi visión se distorsiona.

—Y por el intento de homicidio de Muraoka Yumiko.

—Esto… tiene que ser una broma…

Uno de los sujetos tomó mis brazos y colocó esposas en ellos, el metal frio y el sonido de las cadenas golpeó de lleno mi consciencia, enviándome a un mundo paralelo dentro de mi mente.

Es posible… ¿Qué las lágrimas sigan saliendo de mis ojos?

¿Es este mi castigo por lo que me dijo Kana antes de morir?

***

En una celda solitaria, me recosté en medio del frío de la noche sin siquiera una manta para cubrirme.

Convenciéndome a mí misma de la culpa que me merezco por la tarde y el resto de la noche, permanecí en posición fetal en una esquina viendo mis pies descalzos y temblorosos, las lágrimas que se secaron en mis ojos ya no salían y mi corazón se tambaleaba con agonía lleno de un dolor que no podría describir como físico.

Creo que fue entonces cuando algo definitivamente comenzó a cambiar… no, sería más correcto decir que algo se rompió dentro de mí.

***

La familia Nakahara… o lo que quedó de ella, me culpó del asesinato de sus dos hijos, Nakahara Masashi y Nakahara Kana. Por otro lado, los padres de Muraoka Yumiko presentaron cargos contra mí debido al estado deplorable en el que dejé a su querida hija.

Sin embargo, a mediados del juicio se declaró que se había encontrado a alguien que “atestiguó a mi favor”. Aparentemente una chica de mi clase vio todo lo ocurrido…

Por lo que parece, esta Muraoka tomó a Kana con anticipación cuando el grupo abandonó la clase y la colocó en mi asiento antes de que yo llegara. La chica se sintió tan asustada que fue incapaz de intervenir hasta que me vio abalanzarme sobre Muraoka. Se desconoce si el silencio de Kana aun cuando estaba a punto de sentarme sobre ella se debía a que estuviera inconsciente o muerta como tal, por lo que nunca tendré la certeza de si fui yo quien la asesinó.

Adicionalmente, gracias a que mi padre conocía al juez desde sus días de preparatoria y eran muy buenos amigos, el juicio fue viento en popa a mi favor, resultando todo en un “terrible accidente”, asimismo aparecieron testigos diciendo que yo no fui culpable de la muerte de mi hermano y mi novio… realmente no recuerdo mucho del caso pero lo único que puedo recordar con claridad es el llanto de los padres de Masashi cuando fui declarada inocente.

Ellos no pararon de decirme cosas como “monstruo” o “demonio”… no es que pueda culparlos después de todo lo que les ocasioné.

Al final, nunca supe con certeza lo que ocurriría con Muraoka ya que se le terminó responsabilizando por el homicidio de Nakahara Kana pero desconozco si gracias a lo que le ocasioné su condena sería aligerada o algo por el estilo.

En serio pienso que debí haber sido declarada culpable aquél día, si de esa manera los hubiera hecho felices después de todo el dolor por el que pasaron… creo que hubiera estado más satisfecha con ese resultado…

 

Chapter End Notes:

 

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