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Author's Chapter Notes:

Escrita por Owenz

Viernes por la noche, muy pronto será mi hora para salir del trabajo. Mi nombre es Alex y a pesar de tener 25 años, mi vida es muy tranquila a diferencia de las demás personas de mi edad. No suelo asistir mucho a fiestas, o convivir con mis compañeros fuera del ámbito de trabajo.

La alarma sonó, salí de la oficina y me dirigí a la parada de autobús. Mientras caminaba, revisaba en mi celular que película podía ver esta noche hasta que una voz me llamo desde atrás.

— ¡Alex! Buenas noches — voltee a mirar, era mi jefe, el señor Alberto.

— Buenas noches jefe — salude cordialmente —. ¿Por qué salió tarde esta vez? — era raro, él siempre es el primero en salir.

— Demasiado papeleo por ordenar Alex — contesto con pequeñas sonrisas de alivio —. Pero ya terminé, así que iré a divertirme un poco.

— Me parece increíble señor Alberto.

— Llámame solo Alberto — ambos llegamos hasta la parada de autobús —. ¿Y tú como planeas pasar tu tarde Alex?  

— No tengo nada preparado, iré a mi casa a descansar y ver un par de películas — fue un día muy atareado para mí también, así que solo quería descansar. 

— ¡Eso no puede ser posible Alex! — el jefe grito y me abrazo sujetándome del hombro, sacudiéndome un poco —. Eres muy joven para solo salir a trabajar, debes de disfrutar el mundo, de las cosas, de las maravillas de un viernes por la noche.

— Me agradaría poder salir, pero no tengo ningún lugar a donde querer ir — era verdad, ya que no salía mucho, no tenía muchos lugares donde poder pasar el rato.

— No se hable más — contesto muy alegre Alberto —. Hoy vendrás conmigo y te enseñare un buen lugar donde podrás pasar grandes momentos.

— Agradezco mucho su invitación seño… — Alberto me volvió a sacudir, interrumpiéndome.

— No aceptare un no por respuesta. Vamos… — el autobús arribo, y con una fuerte palmada en mi hombro me empujó —. No tienes porque preocúpate, yo invito.

Ambos entramos al autobús y este se puso en marcha.  Mientras viajábamos, el jefe me dijo un par de cosas del lugar a donde nos dirigíamos.

— Bien Alex, el lugar a donde vamos es un Club… el “Sacred Dreams Club”.

— ¿Sacred Dreams Club…?

—Así es. Es un club poco conocido con mecánicas… un poco… “especiales”. Solo pueden entrar personas que son miembros, por supuesto, yo soy un integrante, uno muy distinguido.

— Yo no soy parte del club ¿No será un problema? — la explicación del jefe sobre el club me resultaba un poco confusa.

— Descuida, como miembro distinguido puedo llevar a un invitado — Alberto me dio un boleto —. Con este boleto te dejaran pasar sin ningún problema. Ahora, una vez que lleguemos, te seguiré explicando el resto.

Tardamos media hora en llegar y caminamos un par de calles hasta que al final del todo, muy bien oculta, se encontraba una mansión que abarcaba toda una calle entera. Era increíble, lucia como un lugar bastante refinado. 

Alberto mostro su tarjeta del club y yo entregue mi boleto de invitado. Los guardias se aseguraron de que todo estaba en orden y nos dejaron pasar.  Se abrió la puerta y entramos a una pequeña sala.

— ¿Vez los casilleros de ahí? — voltee a mirar. Toda la pared estaba cubierta por pequeños casilleros rectangulares —. Ahí puedes dejar todas tus cosas Alex.

— ¡Claro! — conteste, mientras me quitaba mi mochila del trabajo.

— Alex… hay una cosa que tengo que decirte antes de entrar — cerré mi casillero y puse atención a sus palabras —. A los miembros distinguidos de este club y sus acompañantes les brindan una experiencia… diferente, así que, sin importar que pase, guarda la calma y disfruta la noche — el jefe volteo a mirarme con una sonrisa.

—Ok… — eso me causaba más intriga de este lugar.

Ya estábamos listos, frente a nosotros se abrió una puerta de dos hojas, desvelando el interior de la mansión. El lugar era increíblemente grande, tan espacioso que tenía diferentes lugares como un bar, sala de juegos, piscina, jardines, canchas de tenis y varias habitaciones en la primera y segunda planta. Todo era fascínate, pero, los que más destacaba era la cantidad de mujeres que estaban en cada pasillo de la mansión. Mujeres jóvenes de diferentes edades. Vestidas de sirvientas (de forma muy provocativa) atendían a todos los clientes que estaban en las mesas.  Alberto mostro de nuevo su tarjeta y una de las sirvientas nos guio hasta un par de asientos. Tomamos lugar y la señorita nos dios un par de Tablets y se retiró.

— Muy bien, es momento de elegir quien nos acompañara esta noche — Alberto dio un par de toques a la pantalla y esta se encendió.

— De acuerdo… supongo que… — en cuanto toque la pantalla esta también se prendió y desplego un menú.

En el menú, solo había fotos de varias chicas, todas eran muy hermosas y con nombres extravagantes como Amane, Mio, Reika, Mian… Todas tenían nombres muy particulares.

Toque una de las fotos y la pantalla desplego el perfil con los datos de la chica de la imagen. Estatura, edad, gustos, personalidad, era como un CV para que pudieras escoger a la chica que más se ajustara a tu personalidad. Pasé las fotos de una en una, hasta que encontré a alguien que me llamo la atención. 

  —¡Listo! — dijo Alberto mientras me daba una fuerte palmada en la espalda.  Me tomo por sorpresa y tire accidentalmente la Tablet —. Perdón Alex, pensé que ya habías escogido con quien pasar el rato.

— Descuida Alberto, creo que… — al levantar la Tablet, me di cuenta de que ya había seleccionado a alguien, pero no era a quien yo quería.

— Veamos a quien escogiste — Alberto tomo la Tablet y miro —. ¿Rui? — el jefe leyó el perfil de la chica y me miro con una sonrisa burlona —. Alex… no sabía que te gustaban las mayores.

—¡¿Qué…?! — tome la Tablet y mire —. Creo que al momento de tirar la Tablet se escogió por error, ¿no puedo hacer un cambio?

— No seas modesto Alex, entiendo que te gusten las mujeres como Rui, yo soy más de… otro tipo.

Alberto rio después de eso y yo comencé a leer el perfil de Rui.

 

RUI.

o   Edad: 27 años.

o   Estatura: 1.70 m.

o   Personalidad: Tranquila, maternal y gentil.

o   Gustos: Siente un amor inexplicable por cualquier postre (especialmente por el pastel de fresas), gusta de leer diferentes libros (la ciencia ficción es su género de más agrado) y disfruta de poder hacer papiroflexia para diferentes eventos de gala.

o   Cumpleaños: 3 de diciembre.

o   Apodo: Aun sin definir.

¡Mucho gusto! Te agradezco infinitamente que pasaras por mi perfil y me seleccionaras como tu acompañante para esta mágica noche. Pasaremos grandes ratos juntos y viviremos pequeños momentos que jamás olvidaremos.

Muy pronto nos veremos.

Atte. Riu. 

 

Termine de leer y no se escuchaba nada mal el perfil de Riu, así que termine por no cambiarlo y continúe mirando los otros perfiles. Miré por el rabillo del ojo a la persona quien escogió Alberto y apenas pude distinguir su nombre. Setsu, ese era el nombre de su acompañante.

Tomé mi Tablet y comencé a buscar el perfil de la chica hasta que lo encontré. A diferencia de Riu, ella tenía bastantes reseñas, en su mayoría positivas, todos la amaban y parecía que ella disfrutaba de ello. Después de leer los comentarios, mire su perfil.  

 

SETSU.

o   Edad: 21 años.

o   Estatura: 1.61 m.

o   Personalidad: Infantil, juguetona e imperativa.

o   Gustos: Setsu tiene una gran pasión por cantar y jugar con sus invitados. Ella misma (y varios de sus acompañantes) se considera como una gran diva del Sacred Dreams Club. Le agrada viajar por diferentes lugares y divertirse con cualquier persona que tenga en sus manos.      

o   Cumpleaños: 14 de mayo.

o   Apodo: Diva

¡Hola pequeñín! Gracias por dejarme jugar de nuevo contigo y ser parte de uno de mis admiradores… ¡¿No nos conocemos?! ¡Que esperas! Siempre estoy disponible para pasar el momento con cualquiera que disfrute de mi juguetona personalidad.

En mis manos la diversión comienza.

Atte. Setsu

 

Me resulto un poco gracioso saber que el jefe Alberto tuviera un gusto tan alegre al momento de escoger la compañía de una chica. Seguí leyendo el perfil de varias chicas hasta que dos sirvientas nos sirvieron una bebida.

— Bueno Alex — Alberto tomo su copa y la alzo —. Brindemos por esta gran noche.

— Claro… — tome mi copa y brindamos juntos. Le di un ligero trago, pero Alberto uso sus manos para indicarme que me tomara todo el contenido del vaso de un solo golpe.

Era la primera copa, así que no había nada que temer. Terminamos nuestra bebida y poco después, repentinamente, me sentí como si recibiera un golpe en todo el cuerpo. Era un malestar que comenzó a apoderarse de mi vista, robándose rápidamente mi fuerza hasta que caí inconsciente al sofá.  

— No te preocupes Alex… todo… saldrá bien… — fue lo último que escuche antes de que ambos cayéramos inconscientes.

#

Desperté lentamente, mi visión era borrosa y se movía de un lado otro. Intente moverme un poco, pero algo me lo impedía. Apenas me estaba recuperando cuando de pronto todo se estremeció a mi alrededor.   

— Mi pequeño fan esta despierto — escuche la voz de Setsu a lo lejos.

En cuanto la escuche, sabía muy bien que era lo que estaba pasando. Una sonrisa se dibujó en mi rostro y al poco tiempo, recupere todos mis sentidos. Estaba completamente desnudo, atado a lo que parecía ser un poste de madera y de cabeza. Este era uno de los juegos que Setsu más le gustaba jugar. Me moví un poco para acomodarme, pero rápidamente un fuerza increíble me elevo al aire.

Era como estar montado en una montaña rusa, apenas podía ver que estaba pasando. La velocidad fue disminuyendo hasta que termine frente a un enorme par de labios.

— Cierra los ojos Alberto — dijeron los enormes labios y yo obedecí.

Mi cuerpo estaba temblando hasta que algo húmedo comenzó a acariciar mi desnudo cuerpo. Era increíble, la rugosa textura que acariciaba mis piernas, mi vientre y mi pecho. La cálida sensación que dejaba tras cada caricia. Mi pene no tardó en reaccionar.

— Jijiji… Veo que estas muy alegre de verme pequeñín — dijo con tono burlón Setsu —. Pero no quiero que esto termine rápido, así que ya puedes abrir los ojos. 

No era una sorpresa para mí lo que vería a continuación, pues al ser un miembro distinguido del Sacred Dreams Club, sabía de antemano lo que estaba pasando. Abrí los ojos y ahí se encontraba… Alegre, sonriente y… grande, tan grande como un edificio.

Tal vez suene extraño, pero el Sacred Dreams Club tenía una mecánica algo particular para sus miembros más distinguidos… ¿Cuál es la mecánica? Bueno… El Sacred Dreams Club tenía un servicio de chicas a las cuales tu podías acceder, solo que… con el gran atractivo de que ellas te encogían para que pudieran darte el mayor de los placeres.    

Con lo anterior dicho, ahora podrían darse una pequeña idea de lo que estaba pasando. Setsu no había crecido, ella me había encogido y ahora mismo, estaba atado (completamente desnudo) a un palito de paleta.

Setsu era una mujer joven, de apenas 21 años. Su cabello es lacio, de color castaño claro/rubio el cual le llega casi hasta los hombros y recoge en una sola cola de caballo. Sus ojos son de color marrón, su piel, clara. Su pequeña estatura, sumada a su pequeño busto y actitud malcriada y berrinchuda la hacía ver tan infantil que rápidamente se volvió popular entre todas las chicas.     

— Eres mi postre favorito Alberto, pero… — tomo un frasco de pudin y lo agito suavemente —. Sabrás mejor si te unto mi postre favorito.

Desde que descubrí este club, se ha vuelto toda una adicción venir aquí para ser encogido y que esta bellas sirvientas me traten como ellas quieran.

Setsu me dio un beso que cubrió todo mi cuerpo y al mismo tiempo, sutilmente, saco su lengua para darle una ligera lamida a mi miembro erecto con la húmeda punta de su lengua. Inclino el palito de paleta donde estaba amarrado y suavemente comenzó a sumergirme en aquel dulce postre de nata.

Aguante la respiración hasta que Setsu me saco y me miro pícaramente mientras se lamia los labios.

— Hoy tenía muchas ganas de saborear a un hombrecillo jijiji — tomo una bolsa y comenzó a rosearme con chispas de chocolate.  

Setsu abrió la boca y sin mucha prisa, me acercaba a su interior. Mientas su boca estaba abierta, la punta de su lengua se movía por el borde de sus labios. Un fuerte aroma a menta golpeo mi sentido del olfato y refresco todo mi cuerpo cubierto de pudin. 

Ya estaba dentro, los labios se cerraron y su lengua comenzó su travieso ataque. Limpio todo mi pecho de una sola lamida, pasando en círculos y otras veces, empezando desde abajo, acariciando mi pene con la rugosa textura de su lengua hasta llegar a mi rostro. Sus lamidas eran exquisitas, estimulantes que aceleraban mi corazón, que me hacía tener espasmos de placer. Su lengua batía en mi pequeño cuerpo la mezcla del pudin con su saliva, una mezcla que probaba con gusto cada vez que su lengua alagaba mi boca. Todo él interior se contrajo, y como si fuera una paleta, me saco de su boca.

— Sabes tan bien Alberto — dijo Setsu, mientras volteaba el palito de paleta —. La noche es joven y quiero divertirme todo lo que pueda contigo.

Las cuerdas que me ataban se soltaron y me libere para caer en la palma de su mano.

— ¡¿Qué quieres jugar ahora?! — pregunto infantilmente mientras daba pequeños brincos.

— No lo sé Setsu, creo que esta vez no tengo muchas ganas de jugar — dije de manera sarcástica.

— Que… — replico berrinchudamente —. No es justo si yo solo me divierto.

— Bueno, que tal si… — Setsu no me dejo terminar, pues me arrojo a la cama que estaba en el cuarto.

Por suerte para todos los clientes encogidos, la pócima de encogimiento cuenta también con diferentes pócimas de resistencia, evitando posibles accidentes y permitiendo a las chicas mayor libertad al momento de atendernos.

Me lanzo con tanta fuerza que apenas pude rodar para saber que pasaba. Una enorme sombra cubrió todo mi alrededor y mi vista se nublo con la imponente figura de sus dos glúteos bajando hacia mí. Setsu no dejo que la fada de su vestido de sirvienta se interpusiera en su camino, así que la levanto para que sus posaderas relucieran y la blanca tela de sus pantys me abrigara.

Su cuerpo entero callo sobre mí y yo quede atrapado justamente entre la tela y su suave piel. Sus dos glúteos eran blandos y moderadamente calientes. No sabía si esto era un castigo o alguna clase de recompensa, pero… no perdería la idea de disfrutar esta abrazadora sensación.

Setsu comenzó a frotar su posaderas por todas partes. Se levanto un poco de la cama para acomodarse y aplastarme con su nalga derecha, después de un rato, se movía y hacia lo mismo con la izquierda, hasta que finalmente, me dejaba justo en medio para soltarse un gas que cortaba toda mi respiración. No era una bomba de azufre lo que Setsu me dio, pero tampoco era tan agradable como un campo de rosas.

— Muy bien Alberto — dijo Setsu mientras se levantaba —. ¿Ya has cambiado de opinión? — pregunto con las manos detrás de la espalda mientras se contoneaba.

— Claro… — dije, mientras tosía y recuperaba el aliento —. No tenías por qué sentarte sobre mi… Yo solo estaba mintiendo… en verdad quiero que juegues conmigo.

— Eres muy malo. No creo que sea necesario castigarte de nuevo — me tomo en sus manos y me saco la lengua —. Ahora… ¿Qué podemos jugar ahora?

— Setsu, es una pequeña opinión, pero… Quisiera repetir lo que hicimos en mi última visita — Setsu me miro pícaramente —¿Podemos…?

— Por eso eres mi fan favorito Alberto — Setsu deposito un beso sobre mi —. Sabes cómo hacer las noches divertidas para mí.

Ambos sonreímos y Setsu preparo todo. Ella tomo una maleta, la cual contenía diferentes juguetes sexuales, solo que estos estaban adaptados para gente tan pequeña como yo. Saco un dildo el cual se podía abrir por la mitad. Tenía un compartimiento donde ella me coloco y aseguro con mucho cuidado, cuando todo parecía estar listo, retiro la parte superior y mi cabeza se asomó como un pequeño grano. Presiono un botón del juguete y lentamente, comencé a emerger hasta que la mitad de mi cuerpo estaba libre.

— Esta vez quiero que me hagas sentir mejor que la última vez, por eso no atare tus brazos — Setsu me guiño el ojo —. ¿Estas listo?

— Claro — conteste lleno de emoción.

Setsu se quitó los zapatos y subió a la cama, me dejo en la meza de a un lado para así poderse quitar las pantys y en cuanto estaba lista me volvió a tomar. Me coloco justo en medio y abrió sus piernas para mostrarme en todo su esplendor su delicado sexo.

Sus labios eran rosados y ligeramente estaban lubricados. Ella no tenía prisa, e incluso, disfrutaba de verme completamente impaciente por entrar.

Fue tan lento que mi corazón quería salirse de mi pecho. Latía con tanta fuerza hasta que mi rostro toco sus húmedos labios y paulatinamente, sus paredes comenzaban a abrigar mi cuerpo entero. Su interior se contraía levemente y sus fluidos comenzaban a ganar terreno.

Me mantuvo dentro un par de segundo hasta que ella comenzó a moverme de manera pausada. Sin tener que sacarme de su vagina, desplazaba el dildo de arriba abajo, dándole cierta inclinación para que mi cuerpo pudiera recorrer cada parte de su húmedo interior.

— Alberto — apenas pude escucharla —. No te veo trabajar niño malo.

Estaba tan excitado que había olvidado por completo la razón de que no me atara. Extendí mis brazos y comencé a frotar sus carnosas paredes. Eran lizas y sumamente resbaladizas. Sus movimientos combinados con los míos, nos ofrecía una experiencia llena de placer a partes iguales.

Sus fluidos comenzaron a brotar, la temperatura aumentaba progresivamente, sus paredes se dilataban y todo su cuerpo se convulsionaba de satisfacción. Yo no podía evitar saborear el sabor de su vagina, de restregar mi rostro por cada rincón en el que me movía y darle ligeros mordisco a la húmeda carne de su sexo.

— Eres… magnifico… pero, subamos la… intensidad — dijo mientras desesperadamente trataba de ubicar algo.

El éxtasis no dejaba que pensara bien y con un poco de esfuerzo encontró un botón que rápidamente pulso.

— ¡Cariño…! — grito en cuanto el dildo comenzó a vibrar.

No creí que este juguete tenía esta función, pero resulto ser todo lo contrario. Con mi pequeño tamaño, yo me movía violentamente y Setsu tomo diferentes poses para que el placer no bajara de intensidad.

Las contracciones en su interior aumentaron de ritmo hasta que un mar de fluidos blancos emergió de golpe, inundando todo el interior y ahogándome en segundos. Setsu me retiro en cuanto el clímax había acabado.

Mientras su vagina no dejaba de secretar aquel lechoso liquido yo juntaba todo lo que podía para después beberlo. A su corta edad, Setsu tenía un experiencia aterradora al tratar con pequeños como yo.

— Fue increíble — dije mientras seguía saboreando el acuoso sabor de su vagina.

— Tu también fuiste increíble. Grande sugerencia el continuar — Setsu acerco su dedo y presiono un botón. El dildo se abrió y caí en las sabanas —. Ahora… antes de que te de una recompensa… ¿No quieres tomar un baño?

— ¡Claro! — me levante enseguida y ella me tomo en su mano.

Ambos fuimos al baño y por increíble que parezca, Setsu no jugo conmigo. Ella se metió a la regadera y me dejo en una pequeña sala de baño adaptada para los clientes reducidos. No fue algo que me molestara, pero me aprecio extraño después de lo ocurrido.

Este club era completamente controlado por brujas y su servicio es extraordinario, pues como ya habrán visto, no solo se aseguraban de la integridad de sus clientes, sino que también tenían diferentes herramientas adaptadas para nosotros. ¿Cómo la estará pasando Alex? Me pregunte antes de ver como el delgado cuerpo de Setsu salía de la regadera y se cubría con un par de toallas.

— Perdona que no jugara contigo Alberto, pero… Necesito que estés limpiecito para mi siguiente juego — introdujo su mano en la pequeña sala de baño y me saco de ahí.

—  Esta bien — apenas había terminado de bañarme —. ¿Qué vamos a hacer ahora?

— Nada importante pequeñín, solo terminare de comer mi pudin jijiji.

Salimos del baño y regresamos a la pequeña sala donde se encontraba su postre. Ella tomo asiento, pero permanecí en su puño.

— Este pudin sabrá mejor con un poco de crema — Setsu me comenzó a maniobrarme en su mano, y con una habilidad increíble, se las arregló para que mi pene saliera de entre su dedo de en medio y el anular.

Lo comenzó a acariciar y en segundos, el calor de la yema de su dedo lo hizo reaccionar de inmediatamente.

— Se-Se-Setsu yo… — cubrió mi boca con su pulgar.

— Silencio pequeño, quiero un poco de crema en mi postre — sus caricias aumentaron de ritmo.

Deje de pensar y me deje llevar por sus mimos hasta que mi miembro ya no lo soporto más y soltó una pequeña ráfaga de semen en el pudin.

— Perfecto — dijo mientras cuchareaba su postre —. ¡Buen provecho!

Provo su postre y comenzó a saborearlo con diferentes sonidos de disfrute, los cuales soltaba mientras sonreía.

— Sabe increíble, pero… — dejo su cuchara de lado y de la maleta de hace un momento, saco un talismán —. Mi pudin sabrá mejor si pruebo el caramelo entero…

Ella me apunto con el talismán y en solo un momento había menguado más, probablemente ahora solo media 2cm. Parecía contenta de que funcionara, así que extendió su mano y lo inclino para que yo callera en lo que, para mí, era una piscina entera de pudin.

Esto era completamente nuevo, Setsu estaba a punto de devorarme. No sabía cómo reaccionar, estaba sorprendido hasta que vi como la cuchara bajo y me atrapo de un solo movimiento.

No tenía miedo, sino todo lo contrario, estaba completamente emocionado. Ella abrió su boca, dejándome ver su brillante lengua, sus poderosos dientes y su rozada garganta, la cual, era la simple entrada a ese oscuro y fondo abismo llamado esófago.

Entre a su boca y la cuchara comenzó a deslizarse entre sus labios hasta que desapareció, dejándome a solas con la enorme lengua de Setsu. Ella movió su lengua de forma violenta, su saliva disolvía la nata y podía escuchar como ella soltaba ligeros gemidos cada vez que me encontraba en alguna parte de su boca.

Su lengua se replegó y ocurrió una fuerte succión. Resbalé y cerré mis ojos mientras podía sentir como era presionado por todos lados. Resbale por su esófago, deslizándome como si estuviera en un tobogán, solo que en cámara lenta. Su interior era bastante cálido, viscoso y ondulante. Era increíble, algo impensable, pero a la vez excitante. Seguí bajando hasta que caí dentro de su estómago.

Era una piscina de jugos gástricos, saliva y postres que con anterioridad ella había comido y ahora mismo, estaban siendo diluidos. No sabía que más podía hacer… Escalar por las paredes de su estómago era imposible, el ácido estomacal pronto me causaría daño y si eso no fuera suficiente, solo era cuestión de tiempo antes de que los alimentos (y yo) fuéramos digeridos.

Subí a una pequeña masa de comida y me recosté. A pesar de mi situación, disfrutaba escuchar sus latidos, oler el aroma a chocolate y pastel disuelto por el azufre de sus jugos gástricos. No tenía nada más que hacer, solo cerré mis ojos y esperé un par de minutos lo inevitable hasta que pude sentir una fuerza extraña recorrer todo mi cuerpo.

La oscuridad desapareció y en instantes, el panorama de su estómago cambio al de la habitación. Me levante completamente confundido.

— ¡¿Qué fue lo que paso?!

— Nada pequeñín — respondió Setsu, quien se estaba poniendo de nuevo su traje de sirvienta —. No podía dejar que algo malo te pasara, así que antes de comerte… Puse un hechizo de teletransportación. Así podría saborearte por completo con la garantía de que no te digiriera. 

Setsu lo había pensado muy bien ¡Era fantástica! Después de aquella nueva experiencia, seguimos platicando un momento.

— Así que trajiste a un acompañante — pregunto Setsu, mientras jugaba con mi pene on su dedo pulgar e índice.

— Así es… ¿Me pregunto cómo le fue a Alex?

— ¿Sabes que chica elegio?

— ¡Si! Alex elegio a Rui — Setsu sonrió inmediatamente al escuchar el nombre —. ¿Es una buena chica?

— ¡En efecto! De hecho… Ella es primeriza y al parecer tu amigo también. ¿verdad?

— Si, Alex jamás había hecho algo de este estilo y me preocupaba que entrara en pánico — me acomode un poco el la palma de su mano.

— Rui es alguien muy gentil, de hecho, ella es maestra y me da clases de regularización — Setsu dejo de jugar —. Rui no es tan atrevida como yo, pero debido a ciertos problemas económicos que ha tenido, me pidió ayuda para poder trabajar aquí.

— Ya veo…

— Varias personas han intentado salir con ella, pero como no esta tan acostumbrada a las mecánicas del club, por vergüenza… siempre termina abandonando a sus clientes, no hace nada con ellos o simplemente decide no ir, y por supuesto, los clientes se enfurecen al tener un pésimo servicio — Setsu sonrió amablemente —. Esta noche es su última oportunidad para hacer las cosas bien, si no logra hacerle una buena compañía a tu amigo Alex… Bueno… la despedirán.

— ¡Descuida Setsu! Alex es un buen chico y te puedo asegurar que se llevara bien ambos — Setsu sonrió después de eso y decidió confiar en lo que le dije

#

— ¿Qué…? — desperté lentamente mientras trataba de ponerme de pie — ¿Qué acaba… de pasar? — mi vista era borrosa.

¿Qué fue lo último que paso? Me pregunte mientras me tallaba los ojos. Di un par de pasos, pero mis pies se hundían en el suelo. No podía recordar bien que paso después haber probado aquel trago con Alberto, pero…

— ¿Qué significa esto? — dije al recuperar mi vista — ¿Cómo…? ¿Pero…?

No sabía cómo describir lo que estaba viendo, pero… todo a mi alrededor era enorme. Me encontraba en una habitación, pero, todos los muebles eran inmensas estructuras, el lugar donde me encontraba… era una cama, pero tenía el tamaño de una cancha de futbol… no… puede que sea más grande que eso.     

— Muy bien… Tranquilízate — me dije a mi mismo mientras me sentaba en la afelpada superficie —. Tiene… Tiene que haber una explicación lógica ¿El mundo creció…? O… ¡Un sueño! ¡Sí! Tiene que ser eso — me di un par de abofeteadas, pero no parecía despertar —. Ok… esto… es muy real… Yo…

Intente encontrar una respuesta lógica a mi estado actual, pero estaba pensando tan rápido que mis ideas chocaban unas con otras. Me decidí tranquilizar hasta que la puerta de enfrente comenzó a abrirse.   

Mire con asombro su pelo rizado, color rosa claro el cual desembocaba como cascada hasta su cintura. Ojos color violeta, mirada sencilla con toques de ternura. Piel sin imperfecciones, delicada como alas de mariposa. Vestía un traje de sirvienta, que si bien, la hacía ver más provocativa, también la hacía relucir en un tímido encanto.

Mi corazón ya no sabía por qué razón latía con tanta fuerza. ¿Era por ser tan pequeño o… por ella? El sonar de sus tacones se escuchaba por toda la habitación. Nuestras miradas se cruzaron y un ligero rubor se pronunció en sus mejillas. Camine atraído a ella, nuestras miradas no se apartaron en ningún momento hasta que… paso un ligero accidente.

No me percate como, pero… ella tropezó con su propio pie. Inútilmente trato de mantener el equilibrio, pero, solo dio un par de paso torpes mientras gritaba antes de caer al suelo. Su caída hizo vibrar un poco la cama. 

— ¡Señorita…! Emm… — trate de recordar su nombre —. Eso no importa ahora — me dije a mi mismo —. ¡¿Esta bien?!

Tenía que saber cómo estaba, pero… no sería una buena idea si saltaba a esta altura. Corrí hasta un pequeño cojín y lo empujé hasta que cayó al suelo.

— Supongo que no me pasara nada — mire el cojín mientas tragaba un poco de saliva. Salte y lo que parecía un salto desde la cama, para mí, fue como un salto al precipicio.

Caí en el colchón y sin perder tiempo, corrí hasta donde ella se encontraba. Que… extraña situación, pensé mientras miraba como la mujer se quejaba levemente.

— ¡Señorita! ¡¿Esta bien?! ¿Cómo…? ¡¿Cómo se encuentra?! 

— Estoy bien… pero… — ella se levantó sin apartarse del suelo. Un par de gotas rojo escarlata cayeron al suelo —. Esta era… era… mi… — cubrió con sus manos su nariz —. Yo… te-ten-go… — su voz comenzó a quebrarse.

Sus lágrimas bajaron, recorriendo sus manos y descolorando la sangre que caía al suelo. No había forma de que pudiera ayudara. La sangre se detuvo un par de segundos después, pero ella no apartaba las manos de su rostro.  

— ¿Señorita…? — ella bajo la mirada —. No puedo… hacer mucho con este, pequeño tamaño, pero… ¿me puede acercar a su rostro?

— Pero… te voy a ensuciar.

— Creo que eso no importa mucho ahora, así que, ¿puede ayudarme a ayudarla?

Ella aparto una de sus manos y me atrapo cuidando de no mancharme mucho con su sangre. Extendió su mano y mientras me acercaba a su rostro, yo me quite el saco que llevaba puesto.

— Se que no es de mucha ayuda, pero…— delicadamente comencé a limpiar la sangre que tenía en su rostro —. Espero que no le moleste.

Ella no contesto, solo miraba atenta como limpiaba su nariz, debajo de ella, e incluso… un poco sus labios. Mi saco se empapo por completo y las mangas de mi camisa se mancharon levemente con la sangre que aun bajaba.

— Bueno… Fue… Fue un fuerte golpe el que se dio — dije con una leve sonrisa.

— Lo lamento… No quería que pasara esto — tímidamente hablo.   

— No hay porque disculparse, lo impórtate es que no fue nada grave — parecía que ya estaba mejor, así que me aparte de su rostro —. ¿Se encuentra bien?

— Me duele la nariz — dijo como si fuera una pequeña niña.

— Me gustaría ser de más ayuda, pero… — extendí mis brazos —. Parece que ahora mido 6cm… — ella me regalo una ligera sonrisa — ¿Me puede explicar que está pasando? 

— Claro… — ella se puso de pie y camino hasta uno de los sofás. Tomo asiento y me coloco a un lado de ella —. Mi nombre es Rui… o… ese es el nombre que me pusieron en este club y lo que te paso es lo siguiente…

Fue una larga platica que… entre más me explicaba Rui lo que pasaba, creía aún más que todo esto era un enorme sueño (literalmente). Brujas, servicio de encogimiento, acompañantes para noches “especiales”, este club, era… era una total locura ¿Por qué Alberto pensó que me gustaría algo de este estilo?

— Entonces… El mundo no creció, yo me encogí — Rui acento con la cabeza —. ¡Bien! Este club encoge personas de manera segura para que puedan pasar un rato con las chicas… ¿Verdad? — Ella volvió a mover su cabeza —. ¡Excelente!  Y tú trabajo es… ¿Hacerme… sentir bien…? — Rui bajo la mirada, pero su vergüenza se plasmó en un fuerte rubor que cubrió casi todo su rostro.

Esto es en enserio ¿Por qué Alberto pensó que…? Claramente puedo ver que Rui no está acostumbrada a esto. Tome asiento para pensar claramente.

— Esta era mi última oportunidad… — dijo Rui después de un rato. 

— ¿A qué te refieres?

— Yo… No puedo hacer el mismo trabajo como… como… lo hacen las otras chicas — Rui junto sus piernas y comenzó a jugar con sus pulgares. 

— Si no te agrada esto… ¿Por qué decidiste trabajar aquí?

— Soy maestra de universidad, pero… hace poco tuve un fuerte problema económico que… me llevo casi hasta la banca rota — ella alzo la mira —. Tenía que conseguir dinero rápidamente y una de mis alumnas… se enteró de mi problema, y me ayudo a conseguir este empleo.  No parecía ser posible todo lo que me conto, pero… cuando me trajo aquí y vi como encogían a varios hombre y mujeres yo… — Rui volteo a mirarme — Llevo casi un mes trabajando aquí pero no puedo acostumbrarme… La dueña del club ha sido muy amable conmigo.

 — Es amable por qué…  ¿te dejo trabajar aquí?

— Soy tan mala en este trabajo que… Suelo dejar abandonadas a las personas que me solicitan, pero… a pesar de eso, la dueña me ha pagado como si hubiera hecho un buen trabajo — Rui sonrió cálidamente —. Pero no siempre seria de esa forma, así que, esta tarde ella me dijo que… hoy seria mi ultima oportunidad para demostrarle que podía hacer bien mis deberes… De lo contrario me pediría que me retirara — su sonrisa se volvió una expresión de decepción —. “No quiero que trabajes en algo que no te agrada querida” eso fue lo que me dijo…

— Veo que la dueña del club se preocupa por ti 

— Así es. He intentado todo para mejorar, incluso mi alumna me ayudo a hacer mi perfil de búsqueda, pero… simplemente no puedo hacerlo. No soy tan atrevida como las demás.

Era claro que ella no quería hacer esto, pero la situación en la que se encontraba no le dejaba mas opción.

— Trabajo casi todo el día y en las noches vengo al club. Tengo tan poco tiempo que no comí nada. No suelo usar este tipo de zapatos — ella movió sus pies, enseñándome sus zapatos de tacón —.  Se supone que tengo que darte una agradable compañía, pero solo estoy aquí… hablándote de mis problemas… Si quieres quejarte de mí servicio… puedes hacerlo sin ningún problema — ella volteo a mirarme. 

— ¿Y porque lo haría? — dije sonriente —. Yo… nunca he estado en una situación como la tuya, pero… Si me permites decirlo… Me preocupa un poco que te esfuerces demasiado — me puse pie y caminé a ella —. Si, un extraño se preocupa por ti — dije sonriente, lo cual, también le hizo sonreír —. Debes de estar muy cansada… Así que… No te pediré hacer algo que te incomode, pero… Permite ayudarte a relajarte Rui.

— Se supone que ese es mi trabajo — ella no pudo evitar avergonzarse por eso.

— Lo sé, pero… — deje de caminar al estar cerca de ella —. Yo quiero pasar mi noche de esta forma… ¿Aceptas?

— … Esta… Esta bien.

Ambos sonreímos después de eso. La verdad es que no tenia mucha idea de cómo ayudarla a relajarse, pero con lo que me había contado, podía trazar un ligero plan. Pedimos servicio a la habitación y nos trajeron comida, bebidas, y varias cosas que yo supuse que me ayudarían.

— ¡Muy bien! Que te parece si te acuestas.

— OK… — contesto con voz susurrante.

Yo estaba de pie en la cama, esperándola. El accidente que tuvo hace un momento, me saco de mi trance, y ahora, que estaba mas de cerca, no podía dejar de pensar en que… era alguien muy bonita. Su piel parecía estar hecha de copos de algodón, sus torneadas piernas, brillan por la fina tela oscura de sus medias. Sus pechos, grandes montañas, frutas maduras repletas de dulzura. Labios de ternura, mirada que calma, cuerpo de perfectas curvas y trazos que se ajustan de manera sosiega.

— Ahora ponte cómoda — subió a la cama y se acomodo justo en medio —. Si me permites… — la almohada pesaba un poco, pero logre acercarla. Rui alzo la cabeza y yo acomode al almohada. 

— Gracias… Yo… ¿Cómo te llamas? — pregunto tímidamente.

— Alex — respondí mientras alaciaba su perfumado cabello.

Baje de las almohadas y tome un par de toallas que, previamente, pedí que redujeran de tamaño.

— Ahora voy a subir a tu estomago — trepe por un costado, sujetándome de los pocos dobladillos de su ropa y caminé hasta su vientre —. Listo… Ahora, pon tus dos manos — ella acerco amabas manos y detalladamente comencé a atenderlas.

Sus manos eran cálidas, como si estuvieran hechas de primaveras y existencia de jazmines. Limpiaba al mismo tiempo que las masajeaba con fuerza. La sangre comenzó a desaparecer de su nívea piel y pulí sus uñas hasta que pude ver mi reflejo con claridad.

— Tus manos son muy delicadas — comente mientras seguía mi trabajo.

— Mu-mu-muchas gra-gracias — Rui contesto torpemente.

— ¡Bien! Ahora te quitare tus zapatos — baje de su estómago con un salto y camine hasta sus pies.

Eran enormes, mi estatura era la mitad de sus pies. Desprendí su calzado lentamente hasta que una pequeña ola de humedad se liberó. La marca de su pie estaba en toda la suela de su tacón, la tela brillaba con más intensidad por su sudor. Mire asombrando, retacando mis pulmones con el húmedo aroma de sus sedosas plantas.

— Me costara un poco de trabajo, pero… ¿Puedo quitarte tus medias?

— Yo… Bu-bu-bueno… No sé qué decir… — mi pregunta la tomo por sorpresa.

— Rui… — ella se calmo un poco para ponerme atención —. Si te incomoda que te quiete las medias, yo… no te obligare a hacerlo — dije con una gran sonrisa.

—…

Supongo que más de alguno piensa que hay motivos ocultos tras mi propuesta, pero… no, solo quería verla feliz… ¿Que por qué? Bueno… Era esa sencillez en su persona, la timidez en sus palabas y la torpeza en sus acciones. Era alguien gentil que pasaba un mal rato. Rui me miro cándidamente.

—Esta bien… — me regalo una mimosa sonrisa. 

— De acuerdo — camine hasta su falda y la levante un poco.

Rui estaba usando un ligero de encaje, así que tenia que subir a sus piernas para desabrochar las correas que sostenían sus medias. Me limite a mirar mas a detalle y deje que un poco de mi pervertida imaginación, recreara su bonito cuerpo con aquella provocativa ropa interior.

Desabroche la primera correa y Rui ahogo un ligero gemido en sus manos. Salte a su pierna derecha y libere la otra media. Bajé deslizándome por su pierna izquierda y comencé a desvelar la delicadeza de su torneada figura.

Su piel era tan fina, que no me costó mucho trabajo recorrer la media hasta sus tobillos. Su muslos eran sublimes, como si fueran hechos de pétalos de gardenia y rellenos de placer. Sus pantorrillas, suaves colinas de terciopelo. Su aroma… notas mimosas, una esencia que me invitaba a un mágico viaje.

— Levanta un poco tu pie — Rui lo levanto y pase la media por debajo de su talón —. Bien, puedes bajarlo.  

Deslice la media hasta que finalmente ambos pies estaban descubiertos, dejándome ver el cálido rubor de la mañana en sus dedos, en la horilla de sus plantas y la carne que hacia debajo de sus dedos.

— Son hermosos…

— ¿Qué…? — pregunto avergonzada Rui.

— Tus pies… son lindos — toque el húmedo talón de su pie izquierdo —. Son tan suaves, tan delicados… — me estaban hipnotizando y Rui cada vez ocultaba mas su rostro —. ¿Estas cansada verdad?

— Yo… me duelen un poco mis pies… por los… tacones — todos sus dedos de movieron.

— Puedo notarlo — ¿sería un ofensa si depositara un par de besos en sus pies? —. ¿Queres que te dé un masaje? — me sentía en la obligación de hacerlo.

— Bueno… has sido muy amable Alex… no quisiera que… que te esforzaras mas por mi — Rui puso un pie sobre el otro y comenzó a jugar con ellos —. Pero… si… si no te molesta… 

— Sera todo un honor Rui — mis palabras eran muy fuertes a pesar de mi tamaño.

Mi masaje empezó en su talones. Mis manos recorrían su agradable piel. Sentía su calor, me conmovía su femenina fragancia. Las plantas de sus pies no conocían la palabra imperfección. Movía mis manos en círculos, empezando de pie y terminando de rodillas mientras ella, soltaba pequeñas risitas cada vez que yo le ocasionaba cosquillas.

Apile un par de toallas para continuar con la parte superior de la planta de sus pies. Mis manos se hundían levemente en la suavidad de su carne, mi alrededor se llenó de armonía, descubriendo la fragancia pura que se ocultaba bajo sus rosados dedos. ¿Cuánto tiempo podía soportarlo? Sus pies me volvían loco. Quería ser su esclavo y hacer esto el resto de mi vida.

Subí a sus dedos y presencié la perfección de su pedicura. Observe sus dedos sin poder creer lo tierno que lucían.  

— Yo… no suelo hacerme pedicura, pero… — su timidez era algo increíble —. Cuando comencé a trabajar, me arreglaron de pies a cabeza — comenzó a mover sus dedos y yo me sujeté a su dedo pulgar para no caer — ¿Cómo se ven?

— Se ven… — no lo intentes, pensé — Yo… — miré mi reflejo a través de su rosada uña —. Te molesta si… — en verdad necesitaba hacerlo — te contesto de una manera diferente…

— No…

— Tus pies son hermosos… — sin perder tiempo, comencé a besar cada parte que podía alcanzar.

Rui suspiro sutilmente al sentir mi labios en su piel y yo, me estaba dejando embriagar por su sabor. Era lujo y exclusividad, un golpe para todos mis sentidos. Su sabor era magistral. Su sudor recorría mis labios, derritiéndose como mantequilla y expandiéndose por todo mi paladar y en cada una de mis papilas gustativas.

Mis besos dejaron de ser suficientes y mi lengua se extendió por cada uno de sus dedos. Era un sabor relajante, que aumentaba con fuerza al pasar entre sus dedos. Su tenue aroma, su ligero toque salado y docilidad, era el perfecto balance de sabor y placer.

Rui era un sueño, un mundo mágico inexplorado, donde yo, como pequeño aventurero, lo descubrió por accidente. Sus piernas, sus pies, eran un paseo por la nubes, un poema lleno de calidez y sensualidad. Termine por limpiar todos los dedos de su pie izquierdo.

— Lo siento… — mire a Rui algo avergonzado.

— Falta uno… — Rui acerco su pie derecho —. Besa mi otro pie… — me tomo de la cintura, atrapándome entre su dedo gordo y el siguiente.

— Con mucho gusto — le di un pequeño beso a su uña y comencé de nuevo.

Después de limpiar sus pies, la alimente, la escuche, la acepte, la consentí con tanto esfuerzo que parecía su pequeño esclavo y ella, mi hermosa diosa. El tiempo paso fugazmente hasta que ambos decidimos dormir.

— Gracias Alex, me encuentro muy bien gracias a ti — me tomo en su mano derecha —. Creo que dormiré un momento.

— Claro Rui… yo seguiré consintiéndote.

— Claro que no Alex — dijo cantarinamente —. Seria muy injusto si solo yo descanso. Ambos dormiremos, así que… — con su mano izquierda tomo una de sus medias y comenzó a cubijarme —. ¿Está bien si… te cubijo con mi media?

— Por supuesto.    

Me envolvió pulcramente y me recostó en su vientre, para después, poner sus dos manos sobre mí. El calor de su cuerpo y el aroma de sus medias me relajaron hasta que ambos caímos profundamente dormidos. 

#

— Por dios Alex… ¿te encuentras bien? — Alberto se alarmo al ver mi camisa con varios puntos de sangre.

— Descuida Alberto… Fue un ligero accidente, pero… Me encuentro bastante bien — di un ligero brinco sin despegar mis pies del piso.

 Ambos habíamos recuperado nuestro tamaño y estábamos recogiendo nuestras cosas de los casilleros. Fue una noche bastante especial y… creo que me sentía un poco triste.

Rui y yo dormimos hasta que el tiempo acabo. Me despedí de ella y me entrego a una de las demás sirvientas para que me devolvieran a mi tamaño original. Me encontraba algo triste por saber que no volvería a verla sin la ayuda de Alberto, y desgraciadamente… no se me ocurrió pedirle su número. 

— ¿Estás seguro? — Alberto no parecía creerme —. Creo que fue una mala idea traerte aquí Alex.

— No lo creo señor Alberto… Me divertí mucho esta noche — extendí mi mano — ¡Muchas gracias!

Alberto sonrió después de eso y estrechamos las manos hasta que las puertas de la mansión se abrieron.

— No puede ser… — soltó mi mano y se paró firmemente.

— ¿Pasa algo Alberto? — pregunte, mientras volteaba para saber que lo impresionaba.

De la puerta, salió una dama que vestía un gran vestido de noche. Su cabello era negro como el carbón, su piel de porcelana, ojos zarcos y una mirada intimidante.

— Buen día caballeros — saludo cordialmente.

— ¿Quién es ella? — le pregunte a Alberto.

— Muestra más respeto Alex… Ella es la dueña del club — mis sentidos se pusieron en alerta máxima y rápidamente le pedí perdón.   

— No tienes por qué disculparte joven — respondió con un pequeña sonrisa —. Me llamo Carson y soy la dueña del Sacred Dreams Club — ella volteo a ver a Alberto —. Alberto… quiero hablar un momento con el chico, ¿puedes salir un momento?

Alberto acento con la cabeza y salió de la pequeña sala. ¿Estaba en problemas? ¿Acaso fui muy atrevido con Rui?

— Tu nombre es Alex, ¿verdad?

— Así es… este… ¿Estoy en problemas? — pregunte algo temeroso.

— ¡¿Qué…?! ¡Claro que no! — contestó mientras se reía de mi pregunta —. Solo vengo a darte las gracias por tratar tan bien a Rui — su rostro se volvió cálido —. Fue muy lindo de tu parte consentirla y tratarla con mucho cuidado — Carson me miro pícaramente.

— Bueno… yo… ¿Usted vio todo lo que paso? — esto me resultaba vergonzoso.  

— Sí — me resultaba increíble la tranquilidad en sus palabras —. Cuido muy bien a mis clientes como a las chicas que trabajan para mí. Rui es alguien muy tranquila y… Creo que me excedí al decirle que esta noche seria su última oportunidad.

— Ella estaba bastante nerviosa y por ello tuvo un pequeño accidente — volví a recordar cuando se tropezó —. Yo… Pase una gran noche a su lado y… Espero que no la despida por dejarse consentir por mí.

— Claro que no Alex — Carson chasqueo los dedos —. No tenía pensado despedirla, pero… tampoco la podía obligar a hacer cosas que a ella le incomodaran… por supuesto… eso pensé hasta que los vi.

— ¿A qué se refiere? — dos sirvientas entraron y le dieron una pequeña caja de madera a Carson, después se retiraron.

— Ella seguirá trabajando aquí, pero… de una forma más especial. Cuando te vi consentirla, me disté una gran idea. El servicio hasta ahora se enfocaba en servir a los reducidos, pero… creo que también podía funcionar en revesa… Las personas reducidas también pueden encontrar placer en servir a mis damas como si fueran diosas.

— Eso significa que Rui…

— Así es… ella no consentirá a nadie, las personas la consentirán a ella — Carson abrió la caja —. O… debería de decir… Le servirás a ella.

— ¿Qué…?

— Al parecer ella se encariño contigo y… — solo un par de risitas burlonas — quiere que solo tú la consientas — dio un fuerte suspiro antes de sonreír —. No estás obligado a hacerlo Alex, y que no aceptes, no será motivo para que la despida, pero… — de la caja saco una tarjeta, la misma tarjeta que tenía Alberto de miembro distinguido —. Sería muy lindo de tu parte si la acompañas en estos momentos tan difíciles.

Carson extendió su brazo y me ofreció la tarjeta. Mire la tarjeta pensando en lo que me esperaría si aceptara.

— Ayudo a todo aquel que lo necesita y Rui… no es la primera en recibir mi apoyo — mire a Carson —. ¿Aceptas?

—… ¡Claro! — tome la tarjeta y mi nombre comenzó a gravarse en ella.

— ¡Perfecto! — Carson junto ambas manos —. Siéntete libre de venir a verla cuando quieras. Asegúrate de tratarla bien o… — el tono de su voz se volvió burlón —. Consiéntela tan bien como esta noche…

Sus palabras me llenaban de vergüenza. ¿En verdad ella vio todo lo que hice por Rui?

— Bien… Muchas gracias Alex, dentro de poco implementare el servicio de adoración — dio media vuelta y entro de nuevo a la mansión —. Espero verte pronto… — las puertas se cerraron.  

Tome mis cosas y salir con demasiadas dudas. ¿Rui en verdad le agrado lo que hice? ¿Solo yo podía consentirla? ¿Podía verdad cuando quisiera? No quería volver a saturarme con tantas preguntas, así que deje de pensar.

Salí a la calle, al parecer Alberto ya se había marchado. Mire atrás, observando como el sol de la mañana iluminaba la enorme mansión.

— Así que… ¿Solo yo puedo consentirla? — reí después de decir eso. Me marche muy contento, esperando a que fuera el siguiente viernes por la noche.

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