- Text Size +
Author's Chapter Notes:

Escrita por GeaGts

Todo empezó aquel día de paseo en la escuela. El Autobús de Nueva Jersey a Nueva York había estacionado frente a nuestra escuela, y la maestra nos hizo subir y sentarnos. Antes de partir empezó a repasar la lista de alumnos, para que no faltara nadie. Todos alzaron la mano al oír su nombre, yo era casi el último por mi apellido, estaba acostumbrado a esperar a que me nombrara, pero eventualmente lo hacía.

- Marcos Vaugh.

- Presente.

- Y Heather Wilson… ¿Alguien ha visto a Heather? –Nadie la había visto, yo seguro que no, pero pocos segundos después ella apareció y entró cansada al autobús.

- Presente maestra… Lo… Siento… Me quedé dormida… Perdón…

- Ok, menos mal no demorase más, siéntate.

- Si maestra.

Todos los asientos estaban ocupados, todos menos el mío. Siempre fui muy tímido, no tenía amigos, y por mi forma de ser nadie quería acercarse a Marcos Vaugh. Heather se sentó a mi lado, me saludó y se puso a escuchar música durante el viaje. Aquel saludo era lo más que habíamos hablado en el semestre, y eso me llenó el corazón de dicha. Sobra decir que he estado enamorado de Heather Wilson desde el segundo, eso son como 8 años hasta ahora. En el curso casi todos tenemos 16, y literalmente llevo la mitad de mi vida enamorado de esta chica, a pesar de que hemos hablado pocas veces. Yo no era el único, muchos otros chicos de este y otros cursos también se sentían atraídos por ella, tenía el pelo castaño oscuro, muy largo, un rostro sin igual y una enorme sonrisa, oh Diosa, amaba verla sonreír. Era alta, de 1,75 más o menos, con unas piernas largas y torneadas y unos pechos ni muy grandes ni muy pequeños, eran perfectos como ella. Durante estos años me ha tocado estar con ella por trabajos de grupo y eventos de la escuela, y aunque parezca raro, no solo me gusta por su físico extraordinario, ella es muy amable, divertida y cooperativa, y eso me encanta, es muy dulce. Mucha gente se le ha declarado en la escuela y siempre ha rechazado a todos, por eso decidí que yo también lo haría, pero no como todos los demás, aprovecharía esta salida de excursión a Nueva York, y en la punta de la estatua de la libertad, será un momento tan especial que no creo que me rechace como todos. Aparte lo he practicado y creo que ya estoy listo.

Cuando llegamos a la estatua vimos que había varios manifestantes cerca de la zona, protestaban por algo de igualdad salarial o algo así, la verdad no les presté tanta atención ya que estaba repasando las palabras de mi declaración en mi cabeza, aparte de que no estaban armando tanto alboroto, aun. Subimos por la estatua, la maestra nos decía que era algo como un regalo de los franceses o algo así, la verdad no presté atención a pesar de que era materia del examen final, tenía que concentrarme. Al fin llegamos a la cima de la antorcha y la profesora nos dio unos 20 minutos de descanso antes de volver y seguir recorriendo la ciudad, yo vi a Heather viendo la ciudad desde el borde del barandal y me acerqué a ella muy nervioso, a pesar de todo aún no estaba listo para decirle lo que sentía, pero esta era mi única oportunidad y no la iba a desperdiciar.

- Hola Heather…

- Ah, hora Marcos, ¿qué pasa?

- Bueno, ehhh… No es linda la ciudad.

- Mucho, se ve casi todo desde aquí.

- Si… ¿Sabes que sería lindo?

- ¿Qué cosa?

- Ver la puesta de sol, como la luz desaparece sobre el mar, dejando la ciudad sólo iluminada por las luces de la gente. Eso sería maravilloso.

- Pues sí, eso creo, me gustaría verla pero nos vamos a las 5, no creo que alcancemos.

- No, pero seguramente sería hermoso… Heather, ¿puedo preguntarte algo?

- Claro Marcos, dime.

- Bueno, he pensado en cómo decirte esto, así que aquí voy… Me gustas mucho, desde hace mucho tiempo, nunca he tenido el valor de decírtelo, pero ahora que estamos aquí, en la altura, con esta hermosa vista, tomé valor y te lo digo ahora. En serio me gustas mucho Heather. No te pido que seas mi novia, pero al menos te pido que me concedas salir contigo un día de estos ¿qué dices?

- Bueno… Je, me tomas por sorpresa Marcos, sí, yo sabía que algo te traías conmigo, pero pensé que nunca serías capaz de decírmelo.

- ¿T-T-Tu lo sabías?

- No con seguridad, pero era obvio, la forma con la que siempre me ves lo dice todo.

- Y… ¿Qué dices?

- No lo sé… Creo que sabes que yo nunca he querido estar en una relación… Pero tú eres diferente, creo que eres tierno y podríamos llegar a más.

- ¿L-Lo dices en serio? ¡Genial!

- Pues sí, aunque debes saber que he rechazado a muchos que se me han declaro antes, dime ¿por qué tú serías mejor que ellos?

- Bueno, te respetaría, yo te amaría, haría lo que me dijeras y nunca llegaría a molestarte, se dónde están los límites.

- Ya veo… ¿Harías lo que sea por mí?

- Lo que sea, cuenta con ello.

- Mmmm… Entonces demuéstralo, ven conmigo. –Ella se fue y desde luego la seguí, hasta que llegó a la puerta del baño de mujeres de la estatua. –Ok, ahora entra conmigo.

Yo obedecí, no me importaba que fuera el baño de mujeres, estaba progresando con ella y no me echaría atrás solo por eso.

- Date la vuelta.

Yo obedecí, por el sonido parecía que ella estaba cerrando la puerta, pero demoró un poco más de lo usual en hacerlo. A pesar de todo íbamos muy rápido, pero no importaba, sólo me centraría en sus palabras de ahora en adelante.

- Muy bien, te diré algo Marcos, de los pocos chicos que he aceptado, ninguno quiso pasar por la puerta del baño, pero tú sí, eso te da más puntos. Pero no te creas que por eso seré más suave contigo. Si quieres llegar a ser mi novio, primero tienes que empezar por lo más bajo. ¡De rodillas!

Yo obedecí sin rechistar.

- Muy bien… Eres natural en esto… -Dijo Heather yendo a sentarse en la taza del baño y desabrochando sus zapatos de escuela. –Pero aun debes demostrar más, arrástrate ante mí y quítame los zapatos con la boca, como un perro.

Eso ya era otro nivel, por un momento empecé a dudar, pero luego me repetí que no echaría a la basura todo lo que había conseguido con Heather por algo así, si le gustaba jugar así, yo le seguiría el juego. Me puse en 4 y me arrastré hasta sus zapatos, y acercando mi boca a ellos los levanté y los dejé a un lado, cuando salió un olor terrible.

- ¿Lo sientes? Perdí el autobús esta mañana y tuve que correr 2 kilómetros hasta la escuela, si yo ya estaba sudando mis pies están empapados, ahora huélelos, esclavo… ¿Qué pasa, no te gusta el olor?

- … ¡No!... Si me gusta… Me encanta, Heather.

- ¿Cómo me llamaste?

- …Me encanta… Ama. –Entendí la indirecta.

- Me alegro, y también me alegro porque estás entendiendo cuál es tu lugar en la vida. Bueno, si tanto te encanta el olor de mis pies, suplícame para que te del honor de olerlos.

- ¡Oh ama, por favor, le suplico que me deje oler sus perfectos pies!

- ¡JAJAJA! Tú en serio estás loco por mí, Marcos. Adelante.

Yo empecé a oler sus pies, olían terrible y muy fuerte, sin mencionar que al acercar mi nariz a ellos pude sentir todo el sudor acumulado, pero no importaba. Estaba muy cerca de Heather y no me iba a echar para atrás.

- Ahora quítame las medias con la boca, esclavo.

Eso hice, con mis dientes mordí la punta de cada media y la jalé hasta sacarla. Pude ver que Heather se estaba sacando la falda, pero me indicó que no viera, así que cerré los ojos. Traté de sentir su otro pie con la boca y empecé a jalar su otra media. Mientras tiraba con mis dientes empecé a sentirme extraño, y aunque tenía los ojos cerrados sentía que el baño se estaba iluminando más en ese momento, y la media se hacía mucho más pesada en mi boca. Me costó muchísimo pero al fin sentí como salía de su pie, y aquel impulso me hizo caer de espaldas.

- Ok, ya puedes abrir los ojos.

Al abrirlos vi algo que nunca pensé ver en mi vida, estaba en medio del baño, rodeado por mi ropa y parte de la de Heather, y ella era ENORME. Era como ver la estatua de la libertad (irónicamente), y no pude evitar gritar en el momento, y volver a caer de espaldas, no solo por eso, sino porque ahora Heather estaba casi desnuda, con sólo unas bragas puestas, algo abultadas.

- ¡JAJAJAJA! No me digas que te asustaste.

- Bueno sí… ¡Sólo mírate, eres enorme!

- ¿Acaso tu inteligencia también se redujo? Yo no crecí, tú te encogiste. –Eso tenía más sentido visto y considerando la situación.

- Ya veo… Entonces, ¿tú eres bruja?

- ¡Pues sí, pero SHHHH! Nadie puede saberlo, y bueno, tampoco es que puedas decirle a nadie.

- ¿A qué te refieres?

- No sólo te encogí, puse un seguro mágico a la puerta, si en los próximos… 15 minutos, desde ahora, alguien quisiera entrar, simplemente pasaría de largo, olvidando a que vino. Así que en lo que dure el hechizo puedo hacer contigo lo que quiera.

- ¿Me vas a lastimar?

- No si no me obligas.

Acto seguido levantó su enorme pié sobre mí y lo estrelló contra el suelo, por un segundo pensé que se sería mi fin, pero ella sólo estrelló su latón, dejando espacio entre el piso del baño y su suela, el suficiente como para que yo no fuera aplastado.

- Ahora lame mi pie, demuestra que de ese tamaño sirves para algo.

Y así lo hice, Por un lado seguía aterrado por haberme encogido, pero por el otro mi amor por Heather no se había encogido conmigo, así que lamí sus suelas, bebiendo las gotas de sudor del tamaño de manzanas que le chorreaban. Yo medía unos 5 centímetros, y estuve unos 2 o 3 minutos en eso, hasta que vi por el rabillo de ojo que las bragas de Heather caían al suelo, ella ya estaba desnuda, y quería jugar de otra manera. Me excité al pensar en lo que podría hacerme, beber de sus tetas, aplastarme entre ellas, o mejor, meterme dentro de su vagina, para al fin poder perder la virginidad con el amor de mi vida, pero todo eso se esfumó cuando ella movió su pie y me dejó ver algo que nunca olvidaría, vi su… Pene.

- ¡JAJAJAJA! ¡SÓLO MIRA TÚ CARA! Pero es obvio, no te lo esperabas.

- P-P-Pero… ¿Cómo…?

- Ah... Cuento corto, yo si soy mujer, nací como mujer, por eso es que puedo ser maga, pero hace un par de años me hice algunas… Modificaciones.

- ¡MODIFICACIONES!

- Pues sí, así me gusta más, puedo orinar de pie y no me sangra, ven, míralo más de cerca.

Ella me tomó entre sus dedos y rápidamente me dejó caer en el borde de la tapa del baño donde estaba sentada, entre sus piernas y frente a su pene, qué después de todo este rato ya estaba erecto.

- Listo, ¿qué opinas?

- ¡ES ENORME!

- Sí, pero espera. –Ella agitó su mano y conjuró un hechizo, y supe de inmediato que pera ya que volví a encogerme, como a la quinta parte de lo que tenía antes, ahora medía sólo un centímetro, y su pene parecía ser más grande que el autobús al cual nos subimos en la mañana.

- Ok, perfecto, ahora sí dime qué opinas.

- ¡AHHHHHH! ¡AHORA SÍ QUE ES ENORME!

- Enorme, gigante, monumental, titánico, eso ya lo sé, ¿pero te gusta?

- ¡¿Cómo?!

- Si mi pene te gusta, esclavo.

- Bueno…

- ¿Qué, acaso no te gusta, no lo amas? Dijiste que me respetarías, que me amarías, qué harías lo que te dijera que nunca llegarías a molestarte, ¡¿ACASO ME MENTISTE?!

- ¿CÓMO? ¡NO! ¡LO DIJE EN SERIO, YO TE AMO HEATHER!

- ¡AHORA ES DIOSA! ¡Y si en serio me amas, demuéstralo, chupa mi pene, anda! –Me quedé de piedra, ahora sí que no sabía qué hacer, yo en serio la amaba con todo mí ser, pero esto era algo que no me esperaba, era una trampa, me trajo aquí y luego de todo lo que hice, pasa esto. – ¡HAZLO AHORA O NUNCA MÁS VOLVERÁS A VERME!

Su amenaza entró fuerte y claro en mi cabeza, todo esto era algo surreal, pero ella lo dijo, yo prometí hacer lo que sea, y eso haría. Caminé hasta su glande y me acerqué lentamente, hasta que le di una ligera lamida, luego otra, y de pronto creció un poco empujándome hacia atrás.

- Ahhhhh~ Así es, esclavo, sigue así.

Yo me levanté y, dejando mi mente en blanco, seguí lamiendo. Me aferré a su glande con las manos para no volver a caer y seguí lamiéndolo. No me esperaba tener que hacer esto nunca, pero tampoco lo hice con lo de lamer sus pies, así que simplemente seguí lamiendo, así por otros 2 minutos. Pensé que lo estaba haciendo bien, pero Heather rompió el silencio para demostrarme que me equivocaba.

- ¿En serio lo estás intentando? Qué patético, creo que necesitarás ayuda para eso.

Ella me tomó en su palma y me acercó al borde de su pene, y empezó a masturbarse conmigo en medio. La fricción era demasiada y llegaba a lastimarme, sin mencionar que cada vez pasaba más rápido. Yo gritaba pero eso no importaba, es más creo que Heather oyó mis gritos, ya que cada vez que gritaba ella aumentaba la velocidad. El placer que ella sentía era equivalente al dolor que yo sentía, hasta que de pronto su pene empezó a palpitar, creo que estaba por correrse, y justo antes de eso ella puso su mano en frente del glande, cerrándola y por ende dejándome ahí dentro, estaba aTRAPado. Finalmente sucedió, la ola gigante de semen salió disparada de la punta de su enorme pene, y fue a parar directamente a mi cuerpo, ahogándome en sus fluidos. Sentía que moría, pero unos segundos después Heather abrió la mano y me tomó entre su dedo pulgar e índice, llevándome frente a su cara. Yo estaba pegado en medio de un hilo grueso de su fluido seminal, era como un insecto en una telaraña viscosa y húmeda, y ella no pudo evitar reírse.

- ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! MÍRATE, TODO PEGADO EN MI SEMEN, SIN PODER MOVERTE, JAJAJA, ERES TAN PATÉTICO.

- Por favor… Heather… Ayúdame.

- ¡ES DIOSA! Parece que no lo entiendes, y aparte no me hiciste disfrutar tanto como esperaba, casi todo lo hice yo, así que hasta aquí llegamos pequeño esclavo.

Entonces ella abrió la boca y lentamente acercó sus dedos pegajosos a ella, conmigo aun pegado entre ello. ¡Me iba a comer! Yo no paré de gritar ni por un segundo, pero de nada sirvió, ella  simplemente me metió en su boca y sacó sus dedos, dejándome dentro. Empezó a jugar conmigo con su lengua, tocando mi pene erecto con la punta cada vez que podía, no me juzguen, aunque estaba aterrado, todo lo que había pasado con Heather desde que entramos al baño me puso duro como piedra, y cuando estaba a punto de tragarme, solté todo lo que tenía adentro sobre su lengua. Ella desde luego no lo pasó por alto, y luego de haber perdido todas mis esperanzas su boca se abrió y me sacó con esos mismos 2 dedos que me metieron aquí, aunque ahora estaban secos. Al salir vi que su pene también lo estaba, ya se había limpiado, pero ella aún estaba muy excitada.

- ¿Sabes qué, Marcos? Yo iba a comerte, pero al parecer todo esto al final si te gusta, creo que no eres un desperdicio absoluto.

- ¿L-Lo dices e serio H…? ¡Diosa!

- Pues sí, creo que tú eres el indicado, estaremos juntos por siempre…

- ¡¡¡SÍ!!!

- …Porque tú vas a ser mi Esclavo del Pene.

- ¡¡¡SÍ!!!... Espera, ¡¿Cómo?!

De pronto ella me acercó a su pene, quedé colgando justo frente a su glande, ella movió la mano para quemar mi ropa hasta que desapareciera y con 2 dedos abrió su uretra.

- ¡Sí, pasarás el resto de tu vida dentro de mi pene, y tu única razón de existir será darle placer a tu amada Diosa! ¡Y no te preocupes por la comida hay mucho de comer y/o beber más abajo! ¡JAJAJAJA!

- ¡No puedes hacer esto!

- Em… ¡Sí puedo! Nadie nos vio entrar aquí juntos, cuando desaparezcas pensarán que te perdiste en medio de los disturbios de ahí abajo, lo que da la excusa perfecta. Y aunque eso no hubiera pasado. ¡Nadie va a buscarte en el pene de una chica! ¡Vamos, piensa!

- Entonces, ¿estoy condenado?

- Claro que no, tú fuiste el que vino a mí, tú fuiste el que me dijo que me amaba, así que sé que en el fondo tú quieres seguir con esto, hacerlo por mí.

- Bueno… Sí, ¿pero y mi vida?

- ¿Cuál vida? No tienes amigos, por lo que de las veces que hemos hablado en tu casa tampoco te va mejor, y tu única meta en la vida era estar conmigo. Así que dime marcos, ¿en serio quieres pasar el resto de tu vida a mi lado?

Ella tenía razón, no tenía amigos, le dije hace tiempo que en mi casa siempre me trataban mal, y sí, yo la amaba profundamente. En lo triste que era mi vida, ella era la única luz de alegría que tenía. ¿Qué importa si es así como tiene que ser?

- Tienes razón, si quiero, quiero hacerlo, quiero estar contigo para siempre, Diosa.

- Entonces suéltate, yo no te forzaré, demuestra que me amas, pequeño Marcos.

Finalmente lo hice, me solté y caí dentro de su uretra, lo último que vi fue su cara, viendo a lo lejos.

- Hiciste bien Marcos. No creo que vayas a salir en mucho tiempo, si es que algún día te dejo salir. Lo único que tienes que hacer es retorcerte ahí dentro cuando yo te lo ordene o cuando te empuje hacia donde estás ahora con mi pene, de lo contrario te quedarás quieto, y descuida, cuando me corra tu no vas a poder salir, ¿entendiste?

- Si lo hice Diosa, vivo para complacerla.

- Me alegra que al fin aceptaras tu destino, y aún nos quedan unos minutos, haz tu trabajo, Esclavo del Pene.

Dicho eso Heather soltó su pene y cerró su uretra, dejándome en la oscuridad. Yo felizmente empecé a retorcerme para darle placer, y al oír sus gemidos supe que era mucho mejor en esto que lamiendo, ella en serio lo disfrutaba, y que demonios, yo también, ya que al fin estaba con el amor de mi vida. Varios minutos después ella se corrió de nuevo, y en efecto yo no salí disparado, tal como dijo. Será por su magia o yo que sé, lo único que quería era hacerla feliz. Luego de eso ya se estaba acabando el tiempo, al parecer ella se volvió a poner la ropa y salió del baño, mientras yo era arrastrado a uno de sus testículos, donde pasaría la mayor parte de mi vida de ahora en adelante. Oía lo que pasaba en el mundo exterior con algo de claridad, los estudiantes seguían haciendo sus cosas, y al rato la profesora regresó sólo para enterarse que yo no estaba. La mayoría de alumnos estaban en la marcha viendo todo el caos, por lo que la profesora fue a buscarme allí. Las horas pasaron, todos almorzaron y ya como a las 7 la profesora dijo que en un rato más todos los alumnos se irían a casa en el bus, mientras que ella se quedaría aquí para encontrarme, cosa que desde luego nunca pasó. Nadie me encontró nunca, ya que nadie sospechó de Heather, ella tenía razón, pero eso ya no me importaba más, mi vida era mejor que nunca, y aunque fuera su esclavo de Pene, estaría con ella por siempre, así que sería feliz todos los días por el resto de mi vida. Por su parte mi Diosa Heather subió a la antorcha de la estatua de la libertad nuevamente, y cuando vio que estaba sola dijo en voz baja algo que me conmovió enormemente.

- Tenías razón, esclavo. La puesta de sol sí que es maravillosa.

You must login (register) to review.