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Alexis no tardó en volver a la habitación. Se paró frente a mi prisión plástica color esmeralda y, con una sonrisa, me ordenó que saliera. Al principio me sentí algo perdido, esta no era como la jaula que había en casa, no había una reja por la cual salir, pero no demoré en deducir que lo que ella quería era que yo saliera por los tubos de Hámster, como una simple mascota. Me puse de rodillas y avancé hasta el tubo a mi izquierda, para luego pasar un par de minutos subiendo, bajando, escalando y por fin saliendo de mi jaula, hubiera demorado menos pero con forme yo avanzaba por mi plástico sendero, Alexis se iba quitando más y más ropa, hasta el punto de quedar sólo con la ropa interior puesta cuando yo estaba por salir arriba de la jaula, pero eso sí, una vez arriba se quitó el sostén, quedando con los pechos al aire justo frente a mí.

 

No voy a mentir, la chica era la más linda que había visto en toda mi vida, y su cuerpo era digno de la perfección sólo lograda con las esculturas más hermosas de este viejo continente, pero no me malentiendan, aunque mis ojos estaban exaltados cual perro faldero sobre ella, mi corazón seguía siendo por siempre propiedad de Rachel.

 

- No quiero leer tu mente, se sincero, ¿Qué te parece, querido?

- Pues luces como una Diosa Griega, Alexis.

- Oh que lindo… ¡Gracias! Y por favor, dime Ama Alexis, como el resto de mi servicio ¿Sí?

 

Yo asentí, estaba algo anonadado por la situación a decir verdad, Rachel a solas me trataba bien pero nunca así, esta chica era tan amable que ni parecía una persona real… Y eso no me gustaba para nada.

 

- Perfecto, y tú necesitas un nuevo nombre, ¿Cómo te llamaban las 3 Yankees, Gerald?

- Es… Esclavo.

- Me lo imaginé. Bueno, como no te llamaban por tu nombre no hay problema con que yo lo haga, ¿no?

 

En ese momento a la par que su cara sostuvo otra bella sonrisa me levantó con cuidado y se sentó en la cama, dejándome sentado a su lado. Inclinó la mirada hacia mí y, dejando de sonreír por un momento, volvió a hablar.

 

- Te diré la verdad, yo… No sé qué hacer a partir de este punto, después de todo no fue completamente mi idea… ¡OYE! ¿Dime Gerald, que fue lo primero que Rachel te ordenó que hicieras por ella?

 

De todas las preguntas que podía hacerme, esa prácticamente era la única a la cual yo tenía inmediatamente la respuesta.

 

- Hizo que le diera un masaje en los pies, Ama Alexis.

- ¡Genial, eso no está mal! Pero así no creo que puedas, -Alexis realizó lo que en un momento noté por su color que era el hechizo de cambio de tamaño, y me dejó de unos 5 centímetros.- sí, mucho mejor, ahora haz lo tuyo, querido.

 

Un segundo después ya me encontraba haciendo mi labor. Ella se recostó boca arriba y yo frotaba de arriba abajo su pie izquierdo. La verdad luego de todo lo que viví en el último año terminé agarrándole cierto gusto a los pies, sobre todo a los de Stacy y los de mi Diosa Rachel, esos los amaba cuando sea, pero lo que si no me gustaba era cuando estaban sudados o sucios, cosa que Vicky siempre aprovechaba para torturarme, haciendo que se los besara diciendo que sabían bien, cosa que desde luego no era así… casi nunca. Por suerte los pies de Alexis, aparte de ser hermosos, estaban limpios, por lo que no me costó concentrarme en mi tarea al 100%, hasta que volvió a hablar.

 

- Gerald, haces un gran trabajo con mis pies, aun de ese tamaño.

- Gracias, he practicado mucho durante algún tiempo.

- Se nota. Oye, tal vez luego lo lamente, pero quisiera que me contaras sobre tu vida con Rachel, Vicky y Stacy allá en América. Juguemos algo, yo te pregunto y tú contestas, y luego te toca a ti preguntarme lo que quieras. Ahora eres mi mascota y sirviente, será mejor que nos conozcamos bien, ¿te parece?

 

Yo asentí, de todas formas no es como si de este tamaño pudiera oponer mucha resistencia, eso lo sabía a cabalidad, además que tal vez preguntándole las cosas correctas pueda tener una idea de cómo salir de aquí, pero debía ser precavido para que no notara mis intenciones.

 

- Bien, primera pregunta pequeñín, ¿Vivían solo ustedes 4 en América sin que nadie supiera nada?

- Así es… Bueno… Al principio no, Rachel encogió a otros 3 amigos míos, pero no duraron ni un par de días vivos como sus esclavos. – Ya casi no los recordaba, prefería no hacerlo. - Mi turno ¿Cuál es la historia de esta mansión? Nunca vi nada igual en mi vida.

- Ah bueno, la mansión la construyeron mis tátara tatarabuelos hace casi 200 años, era la cede de mi familia, los magos Watson, de ellos sólo quedo yo luego de que mis papás murieran, ella hace 3 años y el hace 2. Pero en fin, así es la vida, sin hablar de este tipo de temas no nos conoceríamos tan bien. Mi turno, ¿Si vivían los 4, que pasó con las familias de las chicas? Sé que tú también eres huérfano.

- Pues… Vicky también lo es, desde que la conozco. A Stacy por lo que se la echaron de su casa por rebelde o algo así, no quiere saber nada de su familia, y Rachel pues… También era… - De pronto sentí un dolor insoportable al momento de decirle algo falso sobre Rachel, ella me había confiado el secreto de sus padres y no quería revelarlo.

- ¡OYE! ¡NO TRATES DE MENTIRME, ESE SELLO NO DEJARÁ QUE LO HAGAS, PERO SI NI ASÍ ENTIENDES PUES TENDRÉ QUE ENSEÑARTE UNA LECCIÓN MALDITO BICHO!

 

Alexis de la nada entró en furia debido a esto, levantó su pie izquierdo y rápidamente lo puso sobre mí, golpeándome con una fuerza descomunal. Dolía mucho, su pie era frotado violentamente sobre todo mi cuerpo, mi rostro se raspaba contra su bella suela que hace un segundo estaba masajeando, esto me tomó por sorpresa, pero más aún cuando se detuvo abruptamente, sin quitarme el pie de encima.

 

- Ahora sí, dime la verdad o te arrojaré al Támesis, ¡YA!

- Está bien. No debería, pero los padres de Rachel murieron hace 2 años, me lo dijo cuándo perdimos juntos la virginidad, lo siento.

 

De pronto sacó su enorme pie sobre mí y replicó a mi respuesta.

 

- Ya veo, era algo muy íntimo, lo entiendo, pero no trates de mentirme otra vez ¿de acuerdo? Odio las mentiras. Ahora sigue con mi otro pie.

 

Me tocaba preguntar, así que dije lo primero que pensé.

 

- ¿Y por qué odia las mentiras?

- Ok… Mis padres eran magos, y como todos los magos en estas épocas donde casi no hay ninguno se la pasaban robando y matando a otros magos. Mamá en un viaje a Estados unidos fue a emboscar al matrimonio mago de los Roberts, pero ellos la mataron. Un año después papá se preparó para vengarse, pero también murió, no sin antes acabar con la vida de la pajera, dejando a una adolescente aspirante a huérfana. Odio las mentiras porque mis padres me dijeron que sólo eran temas de negocios, pero sólo robaban y mataban. ¡USABAN SU MAGIA PARA MATAR, Y MURIERON POR HACERLO! ¡POR ESO YO USO LA MAGIA POR PLACER, SUS GUERRAS NO ME IMPORTAN, SÓLO…!

 

Aquella chica sufría mucho, ya no reconocía a la amable jovencita que entró hace escasos minutos por esa puerta, pero sabía que ella necesitaba consuelo, estaba devastada, y nació de mi calmarle, así que empecé a besar su pie con cariño para que dejara de llorar, Cosa que ella notó al instante, secándose las lágrimas y volviendo a sonreír.

 

- Gracias. Dejemos el juego para otro día, ahora ya entiendes por qué te escogí a ti en lugar de encoger a algún otro hombre, y también yo sé que eres un buen chico Gerald, gracias.

 

En ese momento Alexis aun con lágrimas en sus ojos y el maquillaje corrido me agarró, me besó y para mi sorpresa volvió a encogerme a 2 pulgadas y me dejó caer dentro de sus pantis, para luego irse a dormir. Ya no podía hacer más, así que me recosté sobre su entrepierna y la acompañe en su siesta…

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