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Me gustaría decir que esta es solo una historia que inventé pero por desgracia soy víctima de ella. Mi nombre es Gerald y tengo 20 años, se supone que este sería mi último año en la preparatoria, y por fin podría abandonar este reclusorio donde nos metieron hace tanto. Verán, Yo junto con mis amigos somos huérfanos, nos conocimos de niños y hemos estado juntos siempre, cuidándonos la espalda entre nosotros, Dave, Mark, Cody y mi novia desde hace años Victoria, una chica castaña de buen cuerpo, piernas torneadas y con senos dignos de una supermodelo, o al menos eso pensaba.

Al crecer en una población marginal de la ciudad uno pensaría que las oportunidades escasean, y aunque así es casi siempre, a nosotros se nos presentó una de esas. Una escuela privada al norte de la ciudad buscaba transferir a 5 alumnos de nuestra escuela para integrarse con los ricachones y hacer un estudio social o algo así, la verdad no me importaba, solo sabía que las cosas mejorarían cuando nos eligieron a nosotros.

Eso fue hace 5 años, llegamos y al principio no causamos muchas buenas impresiones, pero Dave y Yo somos bastante listos, por lo que ascender en la jerarquía social, sobre todo con varios de los trucos que se aprenden solo tras pasar años en las calles, fue muy fácil. Al poco tiempo ya éramos los reyes de la clase, esos estirados nos temían y nos respetaban, estábamos en el centro de atención, y fue así hasta que ella apareció.

Rachel tenía solo 13 años en aquel entonces, su familia era la más rica de la escuela por lo que adelantarla de año no fue un obstáculo para ellos, más aun cuando era una niña muy inteligente, demasiado, por lo que nuevamente volvíamos a quedar tras la sombra de alguien. Esto no se quedaría así, mientras ella alardeaba todos sus conocimientos a los profesores cada día, nosotros ideábamos una forma de ridiculizarla, tratando de sacar algo viéndola de arriba a abajo. Era una chica delgada, de cabello negro largo, muy bonita, nariz perfecta, labios sensuales y un muy buen culo incluso para su edad, era la señorita perfección, por lo que la única idea que se me ocurrió a mí al verla fue resaltar su baja estatura, medía alrededor de un metro 50, casi todos la rebasaban por una cabeza y un poco más, por lo que ya teníamos nuestra arma.

Así comenzó todo, le dábamos sobrenombres como la pitufa o regresa a la comarca Hobbit, y aunque Cody, mi amigo rubio, no estaba tan de acuerdo, al final Dave, y yo le hicimos recordar que esto era necesario para sobrevivir, después de todo fue nuestra idea. Así pasaron las semanas, meses, años, y ya con 18 seguíamos atormentando a esa sabelotodo de Rachel, quien por suerte nunca opuso mucha resistencia a todos nuestros improperios.

Era el último día de clases, por fin seríamos libres de este letargo llamado escuela, estábamos mis amigos y yo en el aula hablando de cosas importantes que extrañaríamos, a Dave le encantaba la comida de este sitio, y la verdad es que los ricos sí que saben cocinar. Mi Victoria echaría de menos las clases de educación física, ya que eran el pretexto perfecto para no hacer nada de clases y, según ella, ver a los cuerpos varoniles del equipo de Futbol “patear el Balón” aunque todos sabemos que eso era lo último que ella tenía en mente. Cody y Mark extrañarían las salas de computación, cientos de equipos sin restricciones donde jugar todo tipo de juegos era algo maravilloso, y a pesar de que yo dije lo mismo, en verdad lo que más extrañaría, o bueno a quien más extrañaría, era a Stacy. Ella era una chica rubia de pelo algo corto, con los labios rojos como cerezas y unos ojos seductores, acompañados siempre de una sombra de ojos que no hacían más que enaltecer su belleza, no hablaba mucho pero eso era justo lo que me atraía de ella, bueno, eso y sus hermosos glúteos y sexys piernas, sin mencionar esas tetas que por fin me presentaron la perfección. La hubiera elegido en lugar de a Vicky desde hace mucho, pero por desgracia era muy amiga de Rachel, por lo que seguro yo no debía caerle nada bien. En ese momento entró la susodicha al salón, sola, sin la bella Stacy acompañándola, cosa rara ya que ambas eran como uña y mugre, siendo desde luego Rachel la mugre.

- Miren, ya llegó la Liliput, o eso creo, es que ya casi ni la veo – dije con un tono burlesco, ya típico de mí, pero extrañamente ella ni se dignó en mirarme, tenía la mirada baja y una sonrisa siniestra en sus labios, cosa que me causó cierta inconformidad.

Poco a poco empezaron a llegar el resto de nuestros compañeros, seguidos del maestro, y justo antes de empezar la última lección no pude evitar percatarme de algo, Rachel me estaba mirando desde los pupitres delanteros, sin desdibujar esa sonrisa inicial la cual seguía desconcertándome.

- Ok muchachos -dijo el viejo profesor- , antes de pasar lista me pidieron que le dijera a Victoria, Mark, Cody y Dave que se presentaran en la oficina del director de inmediato.

- ¿Pero qué pasó ahora, que hicimos, Dave tu sabes algo? Preguntó Vicky

- Ni idea – respondió este con un seño aún más extrañado.

- Yo solo soy el mensajero, mejor vallan antes de que el director se enoje.

Acto seguido mis 4 amigos salieron del salón, y ninguno de nosotros sabía lo que estaba sucediendo, pero a mi menos me tranquilizó el oír una risita desde el frente del salón, a Rachel algo le causaba gracia de todo esto. Ella tramará algo pensé, pero luego pude recordar que ella nunca opuso resistencia a nuestro Bullyng, por lo que la idea desapareció de mi mente, o por lo menos a medias hasta el último minuto de la clase.

Luego de escuchar un letárgico discurso de nuestro futuro y no sé qué porquerías más, todo el mundo dejó el salón al sonar el timbre de salida, y desde luego yo fui el primero. Me dirigí a la oficina del director a buscar a los muchachos, pero la secretaria me dijo que se habían ido hace rato ya, por lo que pensé que estarían en los baños, lugar donde siempre pasábamos el rato perdiendo el tiempo. Ya en el baño de hombres encontré lo mismo, ni un alma. Esto se estaba poniendo raro, mis amigos no desaparecerías así como si nada, estaba genuinamente preocupado por lo que abrí el lavabo y me puse mucha agua fría en el rostro, tratando de calmarme, pero no ayudó mucho ya que al secarme la cara vi en el espejo que Rachel estaba detrás de mí.

- ¡AAAAAHHH! –Grité sobresaltado, volteándome a verla- Enana ¿Qué haces en mi baño?

- ¿Tu baño? ¡JA! No me hagas reír Gerald ¿Alguna vez algo fue tuyo en este lugar? – me dijo mirándome directamente a los ojos, al pasar los años ella ya había crecido hasta mi tamaño, pero yo no dejaría de llamarla enana.

- ¿Qué mierda te pasa? ¿Qué quieres? –dije sin moverme, en serio me daba miedo esta chica, nunca había actuado así desde que la conozco.

- ¿Qué que quiero? Solo simple justicia, durante años tú y tu banda de inadaptados han estado fastidiándome, molestándome, haciéndome sentir pequeña e inferior. – En ese momento colocó su mano sobre mi mejilla- Quiero justicia, quiero que pagues por todo lo que me has hecho, y ya sé cómo podré hacerlo, si tú me hiciste sentir pequeña, yo te haré pequeño a ti.

Terminada su oración, su mano empezó a desprender un brillo cegador, que inevitablemente terminó por desmayarme, o bueno, eso pensé, ya que en realidad ese mareo fue obra de algo más. Cuando abrí los ojos estaba en un gran cuarto blanco y azul, completamente desnudo, y aunque todo esto era nuevo para mí, todo resultaba extrañamente familiar. No entendía lo que pasaba, hasta que una voz ensordecedora cruzó por mis oídos.

- Detrás de ti.

No reconocí aquella voz al principio, pero de todas formas me di la vuelta, solo para ver una gran mancha negra en medio de la habitación. Mi vista estaba aclarándose, y cuando por fin pude ver con claridad mi cerebro no podía creer lo que había frente a mí, era un Zapato gigante, de unos 13 o 14 metros, era más grande que nuestra sala de clases. Lo peor no se queda ahí, arriba del zapato había una pierna enorme cubierta en parte por un gran calcetín blanco, seguido por el resto del cuerpo de la monumental Rachel, que ahora medía tanto como un edificio de 60 pisos, en medio del baño de hombres de la escuela.

- ¿Ya despertaste? Espero que esa pequeña siesta te haya servido para relajarte, porque nunca lo estarás de nuevo. – Acto seguido me levantó sobre su puño, apretando mi cuerpo completo dejando solo mi cabeza entre sus enormes dedos.

- ¡¿Qué carajos me hiciste Rachel?!

- Pero que bruto eres, es obvio que te encogí con mis poderes, sé que no debo decírselo a nadie pero soy una bruja, aunque como tú ya no eres una persona no importa lo que sepas, jajaja.

- ¡No lo entiendo! ¿Esta es tu venganza? ¿Encogerme?

- ¡ES JUSTICIA! Y ya quisieras que solo fuera eso, a partir de ahora serás mi esclavo, mi sirviente, mi mascota, mi masajista, mi adorador y todo lo que yo quiera que seas, así que mejor prepárate, porque el viaje a casa no es corto.

Aun gritando, ella me metió dentro de su bolso, era muy oscuro y olía a cuero y perfume, apenas podía ver dentro debido a una pequeña luz que entraba desde arriba del cierre, pero solo eso me bastó para descubrir que no estaba solo ahí dentro, mis 3 amigos y mi novia se encontraban ahí también, dormidos y todos desprovistos de ropa. No lo podía creer, ¿tanto tiempo pensó Rachel en esto? Las cosas se volvían más claras pero no por eso menos terribles, solo me quedaba esperar hasta llegar a su casa, para ver qué sucedería a continuación...

 

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