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Crucé los labios de aquella Giganta que estaba a punto de tragarme, era casi seguro que terminaría como un pequeño reducido digiriéndose en su estómago, pero algo me hizo reaccionar. Si moría no podría ver a mi amada Rachel de nuevo, si mi vida iba a acabar sería sólo con ella. Por lo que agarré determinación mientras me deslizaba sobre la lengua de aquella rubia Giganta, arrastrado por una enorme ola de cerveza. En el momento preciso salté hacia su úvula, que era como de mi tamaño, y debido a los tosidos que resonaban en mi carnosa prisión supe que lo lograría. La giganta me tosió y salí volando por los aires, me estrellé contra el suelo con bastante dolor, pero para mí sorpresa seguía en una pieza, al menos de momento.

 

Al pararme noté de inmediato en donde estaba, en la zona de la piscina de aquel enorme patio. Aunque era de noche, habían varias chicas en ella, así como también otras echadas sobre unas sillas de playa cerca del borde de la piscina, y muchas otras conversando en los alrededores. Aquella alberca era iluminada por un resplandor celeste que sólo resaltaba la belleza de las chicas que se encontraban nadando y jugando en su interior, una vista divina, pero no lo suficiente para distraerme de mi misión de volver con Rachel.

 

Tenía que encontrar rápidamente una forma de salir de ahí y llegar con mi amada, ya que si me quedaba más tiempo el riesgo de ser aplastada bajo cualquiera de esas bellezas en traje de baño era aún mayor. Seguía viendo a mí alrededor en busca de una salida, y al otro lado de la piscina encontré la que podría ser mi salvación, Stacy y Vicky echadas sobre un par de sillas de playa. Debía llegar con ellas lo más pronto que pudiera, me verían allí postrado a sus pies y seguro me castigarían, pero eso era mejor que morir por una inconsciente giganta desconocida.

 

El problema estaba en cómo llegar. La piscina era enorme y rodearla me tomaría horas, sin mencionar que en los extremos había muchas chicas y de seguro sería aplastado una y otra vez hasta convertirme en una mancha roja en el suelo. De repente vi que una hermosa chica de cabello castaño muy largo y piel oscura se acercó a la piscina en dirección hacia mí, cosa que me habría aterrado de no ser porque tenía una pulsera en el tobillo, por lo que se me ocurrió agarrarme de ella hasta llegar a la piscina, y por consiguiente acercarme a mis 2 amas.

 

Aquellos pies se acercaban más y más a mi posición con cada segundo que pasaba, yo estiré mis brazos, preparándome como si fuera a recibir un tacle en un juego de Football Americano, aunque un mariscal de campo era como una ameba en comparación al colosal pie de aquella giganta, que se encontraba casi sobre mí. Logré saltar justo antes de ser aplastado y me abalancé sobre su pulsera, y por suerte logré sujetarme de ella, pero por desgracia poco sabía yo que esa fue la parte sencilla.

 

No tardé en sentir mareos a causa del bamboleo residual en sus tobillos, con cada pazo me sentía más fuera de mí, estaba por soltarme pero por suerte aquella belleza se zambulló repentinamente dentro de la piscina, dándome una breve despabilada. Vi por unos instantes el interior de aquel océano artificial, era colosalmente grande, veía como varias chicas nadaban tanto en el borde de la superficie del agua como por debajo, lo que en un principio mi giganta hizo, por lo que yo sólo contemplaba maravillado la belleza de todas esas piernas que flotaban debajo del agua, un paraíso en la tierra.

 

Lamentablemente mi regocijo no duró lo que yo hubiera deseado, más que nada me estaba mareando por estar tanto tiempo bajo el agua, y es que no pensé en que aquella giganta también estaría con sus piernas sumergidas, por lo que sin más me solté impulsivamente y nadé hacia arriba, en busca de algo de aire. Estaba por poco de llegar a la superficie cuando de repente una chica totalmente desnuda se tiró donde yo me encontraba, dejando una ola que me volvió a dejar lejos de la superficie, ahora sin casi nada de aire en mis pulmones. En ese momento no quería aceptarlo, podía ser mi fin, pero ya no pude pensar más, quedé completamente inconsciente.

 

Para mi sorpresa desperté ileso, no sabía que había pasado, pero me hallaba en una superficie pastosa, de color amarillo y llena de virutas, un poco más de observación me señaló que estaba en una jaula para hámster, pero a diferencia de mi regular jaula en casa de mi Diosa Rachel esta tenía tubos de colores y murallas de plástico verde, con unos pequeños orificios circulares que dejaban entrar el aire al interior.

 

Aparte de eso noté que estaba en una habitación sumamente espaciosa y bonita, asumo que de la misma mansión debido a los decorados en las paredes, pero este cuarto era distinto, notablemente más grande y con un ventanal por techo que dejaba entrar la luz del sol, lo que me indicaba que ya se acabó aquella fiesta que tanto caos trajo a mi existencia. También me percaté de que me faltaba un mechón de cabello de mi fleco, no tan notorio a la vista, pero desde mi lugar resultaba evidente y alarmante al mismo tiempo, sobre todo por no saber que estaba sucediendo.

 

Estuve ahí pensando como por media hora hasta que la puerta por fin se abrió de par en par, dejando ver a una chica alta quien llevaba una blusa azul oscuro y unos Jeans cortos que no dejaban mucho a la imaginación, delgada aunque con unos senos bien formados y un culo que llamaba la atención, con delineador bajo sus bellos ojos grises y una cabellera corta color negro, algo rebelde y con un mechón de color rosa, no cabía dudas de que era Alexis entrando a escena.

 

- Veo que despertaste, ¿tuviste dulces sueños, cariño? - Dijo ella rompiendo el silencio mientras se acercaba a mi prisión plástica.

 

- Alexis… ¿Que hago aquí, que sucede?

 

Sentí que estabas en problemas anoche por lo que fui a rescatarte de la piscina, estabas inconsciente y te traje aquí para que te sintieras mejor. Dime ¿cómo te sientes?

 

- Estoy bien… gracias. Me puedes llevar de vuelta con Rachel, anoche no se sentía bien.

- Ohhh me temo que no podré hacer eso, lindura, Rachel se sentía bastante decaída e insistió en ir de inmediato de vuelta a Estados Unidos, supongo que debe ser cosa de su magia, y la verdad no me sorprende.

 

- Espera… ¿¡FUISTE TU QUIEN LA NOQUEÓ!?

- Técnicamente fue la poción que mesclé con sus tragos, rápida e invisible, aun para magos. Y antes de que lo preguntes, si, también soy maga, también mi jefa de sirvientas, por si querías saberlo.

 

Ella sabía mucho de lo que yo pensaba, desde mis preocupaciones por Rachel hasta mi intriga por su servidumbre, sobre todo Rebecca, supuse que esa sensación que sentí el día que me encontró no sería más que otro hechizo, y claro está no tardé en recriminarle por ello.

 

- Valla, tal parece que eres un pequeñín bastante listo, me divertiré contigo.

- ¡No por mucho, Rachel volverá a buscarme y entonces será tu fin!

- ¡JAJAJAJA! Tu sí que eres simpático lindura, Rachel no vendrá por ti un carajo, recuerda que también soy bruja, fue demasiado fácil crear un homúnculo tuyo para sustituirte con ella, aunque el si tiene todo su cabello. ¡JAJAJAJAJAJA!

 

Esa última declaración fue devastadora, eso significaba que Rachel no volvería, no la vería de nuevo nunca más, y ahora era el Esclavo de Alexis.

 

- ¿Esclavo? ¿Piensas que eso quiero de ti? Para nada. Yo no soy como esas 3 Yankees que te sometieron por tanto tiempo, serás mi mascota y sirviente, al tratar conmigo mereces respeto. Se que extrañas a tu antigua dueña, pero te prometo que unos días conmigo y te olvidarás de ella por completo. Iré a hablar con mis criadas, ya regreso lindura.

 

¡Esa perra! En efecto podía leer mis pensamientos, pero no mis emociones si pensaba que olvidaría a la mujer que amaba por ella. Estaba decidido a escapar en cuanto pudiera, pero pensaría en eso cuando este solo, ella no debía saber mi plan, y aunque diga que me tratará bien y todo eso, el amor que siento por Rachel es mayor a cualquier cosa, y en mi futuro escape estaba a punto de probarlo…

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