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Al despertar ya era casi las 5 de la tarde, al parecer Morfeo me sostuvo en sus brazos bastante aquella noche, y cuando Rachel me despertó me llevó al baño de su habitación, porque no era de extrañarse que cada rincón de aquella enorme mansión estuviera bien equipado.

 

- ¿Dormiste bien, Esclavo?

- Si mi bella Diosa.

- Menos mal, estuve todo el día manteniendo el hechizo de invisibilidad y la verdad estoy agotada, no sé cómo valla a ser en la fiesta.

- Usted no se preocupe por mí, vino a Londres a divertirse y lo menos que quiero es ser un obstáculo para usted, Diosa mía.

- Aww, que lindo eres, me encanta cuando eres así, Gera…

 

En ese momento ambos quedamos en silencio, no me había llamado así desde hace tanto tiempo que esto sólo significaba que empezaba a dejar de verme como un simple esclavo, yo me alegré pero ella se ruborizó. Al verla así quise romper el hielo para que se sintiera mejor y más tranquila, por lo que sugerí que nos bañáramos juntos.

 

- ¡Sí! Es buena idea, me ayudaría a relajarme para esta noche, gracias… Esclavo.

 

Acto seguido Rachel se desnudó y me ató con hilo dental a la barra de jabón, al poco tiempo de amistarnos le conté de esa vez con Stacy en el baño de su casa, y de cómo fue tan placentero. Sinceramente estaba equivocado, ya que con Rachel lo hicimos muchísimas veces y se sentía como el mejor de los orgasmos, mi bella Diosa deslizaba el jabón suavemente a través de su cuerpo, frotándome con delicadeza por sus senos, su espalda, su estómago, sus piernas y sus pies. Yo siempre acababa corriéndome en esa parte, porque no quería arriesgarme a lo que venía, que era ser frotado de una forma muy erótica sobre su vagina, no es que pudiera embarazarla ni mucho menos, con este tamaño me era imposible y por ello teníamos sexo tan despreocupadamente, pero esa sensación eran los labios del cielo dándome el más cálido de los besos.

 

Luego de aquel vigorizante baño juntos, Rachel me puso sobre el anaquel y mientras se vestía con un hermoso vestido rojo.

 

- ¿Crees que sea mucho? La fiesta no es formal ni mucho menos, pero pensé que se vería bien.

- ¿Es broma? Luce excelente Diosa, más que de costumbre y eso es decir mucho.

- Gracias por eso. Oye, hoy nos la pasamos de compras por la ciudad y te conseguí esto, sé que te ibas a aburrir estando tanto tiempo aquí encerrado así que pensé que esto te haría la espera más amena. – Rachel me entregó algo inconfundible, una Game Boy Advance SP con una copia del Final Fantasy Tactics Advance, ella me conocía bien, y entre lágrimas de felicidad se lo agradecí muchísimo. – Bien, nos veremos cuando regrese de la fiesta, diviértete.

- Usted también Diosa Rachel.

 

Luego de sonreírme me puso dentro del cajón de su ropa interior, ya no tenía el hechizo de invisibilidad por lo que tenía que esconderme, y gracias a la pantalla luminosa del SP la oscuridad de aquel sitio no fue impedimento para divertirme varias horas. Escuchaba como llegaban muchos autos, caminaban muchas personas y tocaba Fall Out Boy a todo pulmón, pero no me desconcentraba de mi videojuego, y es que en casa siempre estaba ocupado sirviendo y adorando a mis Diosas y nunca tenía un momento para mí mismo, me alegraba que Rachel se preocupara así de mí, ella era todo mi mundo, por lo que si escuché claramente como horas después la puerta de la habitación se abría.

 

- Valla, tomó demasiado, ¿o no Vicky?

- Creo que el vómito en su vestido ya es prueba de ello, haber, quitémoselo y dejémosla en la cama, no quiero que duerma con esa cosa manchada.

 

Eran las voces de Vicky y Stacy, quienes en plena fiesta entraron a mi linda Rachel inconsciente a su habitación. Al parecer el alcohol junto con su cansancio le pasó factura, por lo que tenía que verla. Una vez mis otras 2 Diosas salieron yo hice lo propio fuera del cajón. La vi ahí dormida dentro de su cama presuntamente desnuda, aquel lindo vestido se encontraba al pie de su cama cubierto de vómito, quería ver si se encontraba bien por lo que sin bacilar bajé por un extremo del anaquel y fui corriendo hasta su cama. Luego de rodear aquel oloroso vestido y subir por el cable de la lámpara de su mesita de noche en mi actual tamaño de 5 centímetros, me acerqué a verla tratando de no despertarla, ella era fuerte y para mañana se pondría mejor, lo que me dio algo de calma, calma que se vio mermada cuando escuché que la puerta se abría otra vez, lo que me hizo perder el equilibrio y caer de la mesita de noche hasta su vestido, aunque por suerte no toqué el vómito.

 

Fue entonces que vi una figura familiar, era Rebecca, la mucama pelirroja que vi ayer al llegar aquí, quien entraba a la habitación con un cesto de ropa.

 

- Valla que señorita, ojalá yo me divirtiera tanto…

 

Luego Rebecca tomó el vestido sin verme y lo colocó en el cesto, supongo que Stacy y Vicky le habrán avisado para que lo lavara, y mientras salíamos de la habitación supe que si entraba en una lavadora moriría en el acto, por lo que sin pensarlo mucho empecé a escalar por el cesto hasta llegar al borde, del cual salté en el acto antes de llegar a la lavandería.

 

Tal vez debí pensarlo mejor, ya que una vez me encontraba en el suelo pude ver la mayor cantidad de estrógeno que jamás haya visto, y es que todos en la fiesta a excepción de Fall Out Boy eran chicas hermosas. Me hallaba en medio de un enorme salón de fiestas repleto de mujeres, pero lo que más veía eran cientos de piernas y pies bailando, muchos descalzos a estas alturas de la noche. Si me quedaba ahí parado no tardaría en ser aplastado por una Giganta descuidada, por lo que salí corriendo en dirección a una mesa cercana a una pared junto a una ventana que si no me equivoco daba al patio cerca de la piscina, y en ella vi mi oportunidad de salir. A cada segundo debía evitar ser aplastado por alguno de los pies de esas chicas que se movían al son de “Thnks fr th Mmrs”, gran tema de la banda, por lo que conociendo la canción más o menos podía predecir sus pasos y mediante saltos esquivar sus pisadas. Era un calvario, en cualquier momento podía ser aplastado bajo uno de esos gigantescos pies femeninos, pero yo seguía corriendo. Llegué por fin al borde de la mesa, y cuando estaba a punto de escalarla por su pata de madera noté que una tacón estaba a punto de aplastarme, por lo que salté hasta quedar entre medio de aquel calzado mortal. Asustado, subí por la pata de la mesa hasta llegar a la cima, había muchos vasos de plástico con cerveza adentro, y cerca de la ventana vi varias pilas de ellos amontonados en forma de pirámide, era casi como una escalera a mi salvación.

 

Con delicadeza escalé aquella edificación plástica, y ya cerca de llegar a la cima escucho cerca de mí a 2 chicas algo mareadas que chocan con la mesa, volcando la endeble pila de vasos en la que me encontraba. La caída fue amortiguada por lo que desde mi punto de vista eran galones y galones de cerveza, había caído en uno de esos vasos plásticos. Lo único que faltaba era que alguien agarrara aquel vaso, y como el destino me desprecia así pasó, una chica rubia algo delgada y con una cara felina se llevó el vaso y salió con una amiga afuera, se dirigían al parecer al patio, o eso pude ver mientras ella sin darse cuenta, estaba a punto de tragarme junto con toda esa cerveza. Era mi fin, por lo que mientras caía hacia las fauces de la Giganta grité con todas mis fuerzas: “TE AMO RACHEL”...

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