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Habían sido unos días de locos, de ser el chico más alegre y despreocupado, de creerme en la cima del mundo y de tener 3 grandes amigos y una buena novia, pasé a ser un reducido a merced de 3 gigantas malvadas, con amigos muertos y un destino aún incierto.

Creí que nunca volvería a experimentar placer o dicha, sobre todo luego del incidente del cereal que me dejó con menos energía que Superman frente a la Kryptonita, pero nuevamente estaba equivocado.  Horas después de aquel calvario digestivo de Vicky desperté sobresaltado, seguía siendo de noche, pero esta vez ya no había ruido en la casa, sólo un silencio casi absoluto, sólo opacado por el sonido de mi respiración y la de Rachel, quien me tenía en su puño y entraba a una habitación que hasta el momento no había visto.

Tenía un tamaño algo mayor a la habitación de antes, con menos cosas, sólo un armario, un cuarto de baño, una mesa de noche en la que me dejó y, sobre todo una gran cama de dos plazas a la cabeza del cuarto. La luz era tenue y de un tono rojizo, había visto muchas películas como para intuir que pasaría, pero era lo que más me costaba creer de todo esto, aun considerando que una bruja me encogió con su magia, y me tenía de esclavo junto con mis 2 amores en su momento.

- ¿R…Rachel, que pasa?

- ¡Es Diosa Rachel! Las chicas ya fueron a sus habitaciones y se durmieron, por lo que te tengo para mí solita otra vez, y ahora sin tus amigos no me detendré.

Mientras dijo eso ella empezó a quitarse el pijama, quedando con su monumental cuerpo como vino al mundo, se agachó para verme mejor y quedó justo frente a mí.

- ¿Diosa Rachel, que va a hacerme?

- Decirte la verdad. En realidad ahora que la escuela acabó no tengo nada que hacer, no necesito ir a la universidad ni trabajar, mis padres me dejaron una gran fortuna y mucho poder antes de… Morir. Ellos murieron hace casi un año, y desde entonces he vivido aquí yo sola, simplemente viendo televisión y practicando mis hechizos, sin mis amigas me hubiera vuelto loca de tan sola que estaba, y ahora que tú también estás solo he decidido que perderé la virginidad aquí y ahora, contigo.

- ¡QUE!

- ¡Silencio! Tu ahora eres mío, pasaste 5 años atormentándome y es hora de que yo te devuelva la mano, yo…

Estaba anonadado por semejante discurso, no por la parte del sexo, sino porque sus palabras culminaron todo el sentimiento de culpa que tenía dentro de mi desde que esto empezó, ya que si, todo era culpa mía. Sentía pena por Rachel, era una chica hermosa y desde mi tamaño toda una Diosa, y yo la había orillado casi a la locura debido a tanto maltrato, por lo que simplemente dije lo que tenía en mi corazón frente a la desnuda giganta.

- Diosa Rachel…

-¡QUE QUIERES, ESCLAVO!

- Yo… Lamento mucho todo lo que te hice, te molestaba porque así con mis amigos pensábamos que nos respetarían en esa escuela para ricos, siempre fuimos pobres y no sabíamos cómo encajar, y tú te llevaste la peor parte. No me daba cuenta de todo lo que sufrías, siempre eras tan callada, nunca quise en realidad hacerte daño, solo quería protegerme, me merezco todo lo que me has hecho y mucho más, en serio, perdóname.

Ella me miró con lágrimas en los ojos sin decir palabra, fue así por unos segundos hasta que finalmente habló.

- ¿Por qué me dices esto ahora? Sabes perfectamente que eres mi esclavo, ¿acaso quieres ablandarme para poder escapar o algo así?

- No, no tendría sentido, solo dije lo que sentía, desde hace días que no dejo de sentirme culpable por todo lo que te hice, ya no tiene caso negarme, seré tu esclavo aunque eso me cueste mi vida entera, ya no la merezco después de cómo te traté.

- Lo… ¿Lo dices en serio?

- Así es. Lo siento Dio…

En ese momento Rachel acercó sus labios y me besó, yo medía unos 10cm y sus labios me cubrieron buena parte del cuerpo, sobre todo mi rostro.

- Este es un gran paso esclavo, gracias por decirme la verdad, no quería tener sexo con alguien que me mintiera. – Luego de esas palabras Rachel me tomó con su puño y me llevó a la cama, donde se recostó con las piernas extendidas y me acercó a su vagina. Me tenía agarrado de las piernas por lo que podía ver todo, esa caverna carnosa en la cual estaría en breves instantes era intimidante, pero de cierta manera también un portal liberador, ya que luego de confesarme con Rachel sentí como si me quitara un enorme peso de encima. Por fin acepté mi realidad, sería por siempre el esclavo de Rachel y sus 2 amigas, chicas algo crueles pero humanas a fin de cuentas, y muy hermosas, sobre todo Rachel ahora que la veía como realmente era.

Poco a poco me fui acercando a su vagina, cuyos labios no tardaron en rozar mis hombros al haber sido introducido. Poco a poco me iba abriendo paso en el coño de Rachel, sentía como ella gemía de placer y toda esa sensación se veía reflejada en sus paredes vaginales, las cuales me aprisionaban fuertemente desde la cabeza hasta las rodillas, luego de eso retrocedí, mi Diosa me estaba sacando, era insólito pensarlo pero a la vez excitante, iba a usarme como un consolador. Así fue como, una y otra vez, me metía y me sacaba de su coño, cada vez más y más rápido, era una sensación increíble, aún más que en la ducha con Stacy, ya que aquí yo no opuse resistencia alguna a nada, me dejé llevar y fluí con la corriente de sus jugos vaginales que más y más llenaban aquella hermosa y cálida cueva. Pasó un rato y ambos estábamos a punto de llegar al clímax, luego de ser movido de arriba abajo quedé medio metido en su coño y oí un estruendo al frente de mí, una ola de semen se acercaba a gran velocidad hacia mi rostro, me sentía genial, y casi al mismo tiempo que sus fluidos me tocaron yo solté los míos fuera de ella, a la par que salía disparado al exterior nuevamente, repleto de sus jugos.

Aun recuperaba el aliento cuando escuché nuevamente la vos de Rachel.

- Estuvo…  Bien…. ¿O no, Esclavo?

- Estuvo genial Diosa… Gracias…. Por todo.

- ¿Por todo cómo?

- Al hacerme su esclavo, también me hizo una mejor persona, gracias Diosa Rachel.

- De nada Esclavo… Y gracias también, por rendirte a mi… Y hacer que todo valiera la pena.

Ambos quedamos tendidos en la cama, acabábamos de perder la virginidad el uno con el otro, porque si, no es de extrañarse que Vicky no me dejara tocarle ni un pelo, y de cierta manera me alegraba. No sé cómo describirlo, pero me sentía seguro estando con Rachel luego de eso, creo que ambos por fin nos entendimos, y finalmente yo entendí mi lugar en la vida, nunca pertenecí a ningún lado, pero ahora gracias a Rachel tenía una segunda oportunidad de vivir, ya sea como esclavo o no, por fin mi alma estaba en paz. El futuro era incierto, pero luego de todo esto sé que lo afrontaría, no importa lo duro que sea…

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