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Story Notes:

La historia tiene lugar en "Gulliverse", un mundo en donde conviven varias civilizaciones con diferencias de tamaño drasticas entre ellos.

Se inspira en "Life in aquarium" de faaks, en un intento de crear otra version con Leslie tomando el lugar del personaje masculino Andrew. 

 

Ben se relajó casualmente en una silla de jardín en una gran montaña con vistas a las llanuras de abajo. La mayor parte del área inmediata eran tierras de cultivo, pero en la distancia, apenas debajo del horizonte, podía ver Ciudad Central, hogar de más de nueve millones de personas.

La temperatura era de unos sofocantes 36 grados sin ninguna capa de nubes, como lo había sido durante las últimas dos semanas. Sin embargo, al güero de veintitrés años no pareció importarle. Vestido únicamente con un short rojo y una camiseta blanca muy holgada, parecía contento de simplemente relajarse bajo el “sol”.

PUM

Ben, su teléfono, la silla de jardín, incluso toda la casa se movió arriba y abajo.

PUUMM

Todo se estremeció una vez más. Ben comenzó a sonreír para sí mismo. 

PUUUUMMMM

Había ciertos beneficios al vivir aquí.

El teléfono del joven vibró. Ben no lo recogió, no lo necesitaba para saber qué era.

El sonido estridente de una sirena comenzó a escucharse.

La alerta comenzó.

…. 

Muchas personas criaban perros, otros criaban gatos y algunos ratones...incluso algunos pocos llegaban a criar hasta hormigas...pero pocos...muy pocos se atreverían a criar algo mucho más pequeño que las hormigas y que incluso los ácaros...a los "microputienses"...y contados con los dedos de la mano son los que se atreven a construirles acuarios ideales donde poder vivir.

Leslie Winkle era uno de esos pocos, que, con mucho esfuerzo, había logrado prosperar toda una civilización microputiana en un magnifico recipiente de vidrio de 30x50 cm y en donde Ben era uno de sus millones de ciudadanos.

Los microputienses medían aproximadamente una pulgada con respecto a los liliputienses…los liliputienses medían casi lo mismo que una pulgada con respecto a los gulliverianos… los gulliverianos medían lo que era una pulgada para los brobdingnagianos…y los brobdingnagianos apenas sobrepasaban lo de una pulgada con respecto a los prodigadianos. 

Leslie era una prodigan. La más grande de entre los grandes y Ben junto con Ciudad Central tan solo eran una pequeña parte de toda su vasta colección de diminutos grandes o pequeños que vivían en su acogedor y reluciente acuario…sin contar, además, los cientos de millones que vivían alojados en su grandísimo cuerpo.    

Para la bonita joven de 28 años le era difícil saber con precisión la población real de "diminutos" que vivían cómodamente en las profundidades de su cuerpo...Leslie, sin pensarlo, se había convertido en un acogedor acuario prodigadiano para los incontables microputienses que por voluntad o accidente habían parado hasta allí.

Empero, Leslie había logrado completar su último censo de la población en el contenedor de vidrio en casi tres mil millones de microputienses, unos cuantos millones de liliputienses y unos pocos miles de gulliverianos.

Para una pequeña minoría ella era vista como “La Dueña,” alguien a quien tenían que escuchar y obedecer por el bien de todos…sin embargo, la gran mayoría de la población del acuario la veían como “Su Reina”, “Su Redentora”, “El Ser más querido y popular del mundo” …la diosa más allá del cristal.


...


Ben estiró el cuello para ver un antebrazo gigantesco y bien esculpido a miles de kilómetros de distancia, cubrir con su mano el “sol” que iluminaba y brindaba el calor necesario para todos. 

 

Por unos minutos todo el horizonte se oscureció ya que sus dedos cubrían el “sol” que se encontraba a cientos de kilómetros por encima del techo de vidrio semitransparente que cubría todo el acuario y que solo la diosa podría abrir cuando quisiera.

 

Cuando sus dedos se apartaron del “sol”, el microputiense pudo distinguir desde su perspectiva en la cima de la montaña como su intensidad cambio y dejo de ser menos luminoso (“eso era bueno, por fin dejaría de hacer calor” pensó), e inmediatamente observo cómo la diosa levanto un lado del vidrio semitransparente que cubría su civilización. El ancho de uno de los dedos de Leslie ocupaba todo el lado del horizonte y continuaba mucho más allá.

De pronto la silueta de un rostro comenzó a descender hacia el acuario…Ben rápidamente entro a su casa a buscar sus binoculares…quería poder distinguir mejor el precioso rostro de la diosa que inesperadamente había aparecido en el cielo a miles de kilómetros por encima de ellos.

 

Pero al ponérselos resulto inútil, ya que desde la perspectiva de Ben el rostro de la diosa se veía opacado por la luz del “sol” como sucede en un eclipse cuando la luna se vislumbra como un cuerpo completamente oscuro que cubre parcial o completamente el sol.

 

Un potente silbido se escuchó y una gran ráfaga de aire arrojó a Ben al suelo.

 

Él se maravilló ante este magnífico suceso, la diosa tan solo había dado un pequeño resoplido mientras mantenía su rostro sobre todos ellos. Una muestra más de su infinita grandeza y su incomparable poder.

 

De pronto la voz más potente que Ben y su mundo pudiera haber oído, se escuchó por todo el lugar…una voz más fuerte que el estallido de un trueno casi reventó los oídos de Ben…la voz de la diosa que decía:  

 

“¡Mis pequeños ciudadanos, hoy les daré de un regalo especial y duradero… ¡así que os mando que lo aprovechen y lo veneren con toda devoción!”


De pronto el rostro de la diosa se volvió a alzar hasta desaparecer…y la luz del sol de nuevo llego con más intensidad.

 

Ben estuvo unos minutos vislumbrando el cielo, en busca del regalo especial que la diosa les iba a dar.

 

El y casi la mayoría de la gente sabia cual regalo se refería...una dadiva que provendría desde el interior del cuerpo de la diosa, sus sagrados fluidos que les brindaría fuerza, recursos y nutrientes necesarios para poder subsistir.

 

Tan solo podrían pensar en dos cosas…la leche pura y sagrada proveniente de los gigantescos senos de la diosa o el “squirt” divino de las paredes de su amplia vagina…cualquiera que fuera la opción, inundaría con creces todo el valle en donde estaba asentado Ciudad Central y otros pueblos más…y sería tan confortable y valiosa que vendrían cientos caravanas desde todos los rincones del acuario para poder llegar a bañarse en sus aguas.        

 

“¿Qué es lo que sería esta vez?” se preguntó Ben, “bueno eso lo sabré en un momento”.

 

Un fuerte crujido se escuchó en una de las paredes del acuario que se encontraba cerca de Ben. Una gigantesca pared de carne rosada ocre cubría todo el muro de cristal al recargarse fuertemente en el…increíblemente la pared resistió.

 

Ben no pudo apreciar en el momento a que parte del cuerpo de la diosa pertenecía ese muro de piel colosal. Pero cuando se movió hacia arriba Ben pudo distinguir que es lo que era…"ese es uno de sus colosales senos” pensó…”lo que significa que nuestro regalo será…”


Ben deslizó su mano izquierda debajo de sus shorts y comenzó a jugar.

"Justo lo que necesito...un nado espeso y cremoso en las sagradas aguas blancas de la diosa."

Estiró la cabeza hacia arriba, siguiendo esa magnífica mama elevarse por toda la pared…hasta ver como entro en el acuario y se detuvo justo por encima de ellos en el cielo a cientos de kilómetros de altura.

 

 “¡Hará llover su leche materna sobre nosotros!” se emocionó Ben.

Todo el mundo sabía que Leslie producía abundante leche sin estar embarazada, la razón les era desconocida, pero nadie se apesadumbraba o extrañara. 

 

Los beneficios que brindaba nadar en esas cremosas y espumosos fluidos eran inmensos. Entre uno de ellos era el hecho de que les proporcionaba lo necesario para vivir por semanas sin necesidad de algún otro alimento.

 

La leche de Leslie los saciaba y les quitaba todas las ansias de comer y gustar cosas nuevas…y no solo eso, sino que se había demostrado que les ayudaba a fortalecer sus músculos y huesos e incluso podía aumentar su esperanza de vida porque llegaban a enfermarse menos.

 

Ben levantó sus binoculares para inspeccionar más de cerca el inmenso pezón y ver si se podía apreciar desde allí los pueblos y aldeas apostadas por toda su areola.

Fue inútil. No se podía ver nada a esa distancia. Estaba demasiado lejos. Con un telescopio quizás se podría.

 

De pronto, una mano gigantesca entro en el acuario y se posó firmemente sobre el seno de la diosa, cubriéndolo casi por completo. Quedo solamente a la vista el rosado pezón, que comenzó a hinchar.  

 

Ben pudo observar con toda claridad como la mano de la diosa comenzó a presionar la base de su pezón y de su centro, un rio blanco y espeso se derramo con lentitud desde los altísimos picos que se encontraban al otro lado de la metrópoli hasta llegar al centro de ella.

 

Desde su altura, observo como el rio continuo recorría las calles y avenidas y poco a poco inundaba los gigantes rascacielos que adornaban el centro de ciudad Central.

 

Sabía que no corría peligro desde allí, pues la leche no llegaría hasta donde se encontraba Ben. Pero muy pronto tomaría su bicicleta, y se rodaría felizmente hacia abajo, pues no se perdería la oportunidad de saborear y nadar dentro de la fresca y cremosa leche de su diosa.         

Ben comenzó a sorprenderse de la insignificancia que eran ante Leslie y empezó a suspirar con fuerza:   

“Oh diosa Leslie, no te vayas y juega con nosotros. Somos tus juguetes. Como desearía que nos tomaras y nos metieras en tus bragas y nos dejaras complacerte…como deseo perderme en el inmenso bosque de tu pubis y disfrutar del almizclado aire que reina siempre allí…como anhelo vivir poder junto a ti.”  

Por mucho tiempo, Ben había estado mandando esas palabras a Leslie a su número personal, con la esperanza de que ella lo viera y fuera correspondido, pero hasta ahorita no había tenido éxito. Era algo muy difícil, pues su mensaje se perdía de entre los miles y miles que llegaban al celular de la diosa día con día. 

 

De pronto la diosa se incorporó y el cielo quedo despejado.

 

Ben observo a través del cristal como la diosa se alejaba del acuario y procedía a recostarse en su cómoda cama y pasar tiempo en su celular.

 

“Quizás tenga suerte y esta vez ella si vea mi mensaje en su celular” pensó. “Mientras tanto, creo que será bueno que vaya a ir a nadar en sus blancas aguas”.

 

Y con esto tomo su bicicleta y pedaleo con firmeza colina abajo rumbo a la ciudad.      



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