Leslie: La Diosa mas alla del cristal (spanish) by biba950705
Summary:

Muchas personas tienen perros, otros tienen gatos y pocos son los que llegan a criar ratones... pero son aun mas pocos los que se atreven a criar algo mucho más pequeño que los ratones, las hormigas y que incluso los ácaros... a los microputienses. Leslie es una de esas pocas que cria microputienses en un pequeño acuario de vidrio quienes la adoran y veneran como "la Diosa mas alla del cristal".   


Categories: Giantess, Body Exploration, Gentle, Breasts Characters: None
Growth: Tera (101 mi and up)
Shrink: Nano (1/2 in. to 2.5 nanometers)
Size Roles: FF/m
Warnings: Following story may contain inappropriate material for certain audiences
Challenges: None
Series: None
Chapters: 2 Completed: No Word count: 3891 Read: 1292 Published: February 03 2024 Updated: March 10 2024
Story Notes:

La historia tiene lugar en "Gulliverse", un mundo en donde conviven varias civilizaciones con diferencias de tamaño drasticas entre ellos.

Se inspira en "Life in aquarium" de faaks, en un intento de crear otra version con Leslie tomando el lugar del personaje masculino Andrew. 

 

1. La Vida en un Acuario by biba950705

2. El regalo de Leslie. by biba950705

La Vida en un Acuario by biba950705

Ben se relajó casualmente en una silla de jardín en una gran montaña con vistas a las llanuras de abajo. La mayor parte del área inmediata eran tierras de cultivo, pero en la distancia, apenas debajo del horizonte, podía ver Ciudad Central, hogar de más de nueve millones de personas.

La temperatura era de unos sofocantes 36 grados sin ninguna capa de nubes, como lo había sido durante las últimas dos semanas. Sin embargo, al güero de veintitrés años no pareció importarle. Vestido únicamente con un short rojo y una camiseta blanca muy holgada, parecía contento de simplemente relajarse bajo el “sol”.

PUM

Ben, su teléfono, la silla de jardín, incluso toda la casa se movió arriba y abajo.

PUUMM

Todo se estremeció una vez más. Ben comenzó a sonreír para sí mismo. 

PUUUUMMMM

Había ciertos beneficios al vivir aquí.

El teléfono del joven vibró. Ben no lo recogió, no lo necesitaba para saber qué era.

El sonido estridente de una sirena comenzó a escucharse.

La alerta comenzó.

…. 

Muchas personas criaban perros, otros criaban gatos y algunos ratones...incluso algunos pocos llegaban a criar hasta hormigas...pero pocos...muy pocos se atreverían a criar algo mucho más pequeño que las hormigas y que incluso los ácaros...a los "microputienses"...y contados con los dedos de la mano son los que se atreven a construirles acuarios ideales donde poder vivir.

Leslie Winkle era uno de esos pocos, que, con mucho esfuerzo, había logrado prosperar toda una civilización microputiana en un magnifico recipiente de vidrio de 30x50 cm y en donde Ben era uno de sus millones de ciudadanos.

Los microputienses medían aproximadamente una pulgada con respecto a los liliputienses…los liliputienses medían casi lo mismo que una pulgada con respecto a los gulliverianos… los gulliverianos medían lo que era una pulgada para los brobdingnagianos…y los brobdingnagianos apenas sobrepasaban lo de una pulgada con respecto a los prodigadianos. 

Leslie era una prodigan. La más grande de entre los grandes y Ben junto con Ciudad Central tan solo eran una pequeña parte de toda su vasta colección de diminutos grandes o pequeños que vivían en su acogedor y reluciente acuario…sin contar, además, los cientos de millones que vivían alojados en su grandísimo cuerpo.    

Para la bonita joven de 28 años le era difícil saber con precisión la población real de "diminutos" que vivían cómodamente en las profundidades de su cuerpo...Leslie, sin pensarlo, se había convertido en un acogedor acuario prodigadiano para los incontables microputienses que por voluntad o accidente habían parado hasta allí.

Empero, Leslie había logrado completar su último censo de la población en el contenedor de vidrio en casi tres mil millones de microputienses, unos cuantos millones de liliputienses y unos pocos miles de gulliverianos.

Para una pequeña minoría ella era vista como “La Dueña,” alguien a quien tenían que escuchar y obedecer por el bien de todos…sin embargo, la gran mayoría de la población del acuario la veían como “Su Reina”, “Su Redentora”, “El Ser más querido y popular del mundo” …la diosa más allá del cristal.


...


Ben estiró el cuello para ver un antebrazo gigantesco y bien esculpido a miles de kilómetros de distancia, cubrir con su mano el “sol” que iluminaba y brindaba el calor necesario para todos. 

 

Por unos minutos todo el horizonte se oscureció ya que sus dedos cubrían el “sol” que se encontraba a cientos de kilómetros por encima del techo de vidrio semitransparente que cubría todo el acuario y que solo la diosa podría abrir cuando quisiera.

 

Cuando sus dedos se apartaron del “sol”, el microputiense pudo distinguir desde su perspectiva en la cima de la montaña como su intensidad cambio y dejo de ser menos luminoso (“eso era bueno, por fin dejaría de hacer calor” pensó), e inmediatamente observo cómo la diosa levanto un lado del vidrio semitransparente que cubría su civilización. El ancho de uno de los dedos de Leslie ocupaba todo el lado del horizonte y continuaba mucho más allá.

De pronto la silueta de un rostro comenzó a descender hacia el acuario…Ben rápidamente entro a su casa a buscar sus binoculares…quería poder distinguir mejor el precioso rostro de la diosa que inesperadamente había aparecido en el cielo a miles de kilómetros por encima de ellos.

 

Pero al ponérselos resulto inútil, ya que desde la perspectiva de Ben el rostro de la diosa se veía opacado por la luz del “sol” como sucede en un eclipse cuando la luna se vislumbra como un cuerpo completamente oscuro que cubre parcial o completamente el sol.

 

Un potente silbido se escuchó y una gran ráfaga de aire arrojó a Ben al suelo.

 

Él se maravilló ante este magnífico suceso, la diosa tan solo había dado un pequeño resoplido mientras mantenía su rostro sobre todos ellos. Una muestra más de su infinita grandeza y su incomparable poder.

 

De pronto la voz más potente que Ben y su mundo pudiera haber oído, se escuchó por todo el lugar…una voz más fuerte que el estallido de un trueno casi reventó los oídos de Ben…la voz de la diosa que decía:  

 

“¡Mis pequeños ciudadanos, hoy les daré de un regalo especial y duradero… ¡así que os mando que lo aprovechen y lo veneren con toda devoción!”


De pronto el rostro de la diosa se volvió a alzar hasta desaparecer…y la luz del sol de nuevo llego con más intensidad.

 

Ben estuvo unos minutos vislumbrando el cielo, en busca del regalo especial que la diosa les iba a dar.

 

El y casi la mayoría de la gente sabia cual regalo se refería...una dadiva que provendría desde el interior del cuerpo de la diosa, sus sagrados fluidos que les brindaría fuerza, recursos y nutrientes necesarios para poder subsistir.

 

Tan solo podrían pensar en dos cosas…la leche pura y sagrada proveniente de los gigantescos senos de la diosa o el “squirt” divino de las paredes de su amplia vagina…cualquiera que fuera la opción, inundaría con creces todo el valle en donde estaba asentado Ciudad Central y otros pueblos más…y sería tan confortable y valiosa que vendrían cientos caravanas desde todos los rincones del acuario para poder llegar a bañarse en sus aguas.        

 

“¿Qué es lo que sería esta vez?” se preguntó Ben, “bueno eso lo sabré en un momento”.

 

Un fuerte crujido se escuchó en una de las paredes del acuario que se encontraba cerca de Ben. Una gigantesca pared de carne rosada ocre cubría todo el muro de cristal al recargarse fuertemente en el…increíblemente la pared resistió.

 

Ben no pudo apreciar en el momento a que parte del cuerpo de la diosa pertenecía ese muro de piel colosal. Pero cuando se movió hacia arriba Ben pudo distinguir que es lo que era…"ese es uno de sus colosales senos” pensó…”lo que significa que nuestro regalo será…”


Ben deslizó su mano izquierda debajo de sus shorts y comenzó a jugar.

"Justo lo que necesito...un nado espeso y cremoso en las sagradas aguas blancas de la diosa."

Estiró la cabeza hacia arriba, siguiendo esa magnífica mama elevarse por toda la pared…hasta ver como entro en el acuario y se detuvo justo por encima de ellos en el cielo a cientos de kilómetros de altura.

 

 “¡Hará llover su leche materna sobre nosotros!” se emocionó Ben.

Todo el mundo sabía que Leslie producía abundante leche sin estar embarazada, la razón les era desconocida, pero nadie se apesadumbraba o extrañara. 

 

Los beneficios que brindaba nadar en esas cremosas y espumosos fluidos eran inmensos. Entre uno de ellos era el hecho de que les proporcionaba lo necesario para vivir por semanas sin necesidad de algún otro alimento.

 

La leche de Leslie los saciaba y les quitaba todas las ansias de comer y gustar cosas nuevas…y no solo eso, sino que se había demostrado que les ayudaba a fortalecer sus músculos y huesos e incluso podía aumentar su esperanza de vida porque llegaban a enfermarse menos.

 

Ben levantó sus binoculares para inspeccionar más de cerca el inmenso pezón y ver si se podía apreciar desde allí los pueblos y aldeas apostadas por toda su areola.

Fue inútil. No se podía ver nada a esa distancia. Estaba demasiado lejos. Con un telescopio quizás se podría.

 

De pronto, una mano gigantesca entro en el acuario y se posó firmemente sobre el seno de la diosa, cubriéndolo casi por completo. Quedo solamente a la vista el rosado pezón, que comenzó a hinchar.  

 

Ben pudo observar con toda claridad como la mano de la diosa comenzó a presionar la base de su pezón y de su centro, un rio blanco y espeso se derramo con lentitud desde los altísimos picos que se encontraban al otro lado de la metrópoli hasta llegar al centro de ella.

 

Desde su altura, observo como el rio continuo recorría las calles y avenidas y poco a poco inundaba los gigantes rascacielos que adornaban el centro de ciudad Central.

 

Sabía que no corría peligro desde allí, pues la leche no llegaría hasta donde se encontraba Ben. Pero muy pronto tomaría su bicicleta, y se rodaría felizmente hacia abajo, pues no se perdería la oportunidad de saborear y nadar dentro de la fresca y cremosa leche de su diosa.         

Ben comenzó a sorprenderse de la insignificancia que eran ante Leslie y empezó a suspirar con fuerza:   

“Oh diosa Leslie, no te vayas y juega con nosotros. Somos tus juguetes. Como desearía que nos tomaras y nos metieras en tus bragas y nos dejaras complacerte…como deseo perderme en el inmenso bosque de tu pubis y disfrutar del almizclado aire que reina siempre allí…como anhelo vivir poder junto a ti.”  

Por mucho tiempo, Ben había estado mandando esas palabras a Leslie a su número personal, con la esperanza de que ella lo viera y fuera correspondido, pero hasta ahorita no había tenido éxito. Era algo muy difícil, pues su mensaje se perdía de entre los miles y miles que llegaban al celular de la diosa día con día. 

 

De pronto la diosa se incorporó y el cielo quedo despejado.

 

Ben observo a través del cristal como la diosa se alejaba del acuario y procedía a recostarse en su cómoda cama y pasar tiempo en su celular.

 

“Quizás tenga suerte y esta vez ella si vea mi mensaje en su celular” pensó. “Mientras tanto, creo que será bueno que vaya a ir a nadar en sus blancas aguas”.

 

Y con esto tomo su bicicleta y pedaleo con firmeza colina abajo rumbo a la ciudad.      



El regalo de Leslie. by biba950705
Author's Notes:

Desde su perspectiva.

Me acosté muy aburrida en mi cama un viernes por la noche. Había llegado de terminar todos los experimentos en el laboratorio y estaba demasiado cansada para salir con mis amigas, pero quería hacer algo más que simplemente quedarme a ver series el resto de la noche.

Sonreí mientras desbloqueaba mi teléfono y miraba hacia mi pequeña civilización del acuario enfrente de mi a unos pasos de distancia.

Todo el día, todos los días, me acosaban constantemente los mensajes telefónicos de mis millones de ciudadanos de todos los tamaños, microputienses, liliputienses y gulliverianos que vivían dentro de las paredes de mí hogar, especialmente a los de ese pequeño acuario que se ubicaba enfrente de mi cama. 

Véanlo de esta manera, si tuvieran el número telefónico o el correo electrónico de la Diosa que los cuida ¿no les gustaría estar siempre en comunicación con ella?

Y eso sin contar los mensajes y videos provenientes de los habitantes que vivían dentro de mí, en los que compartían conmigo la fantástica vida que tenían en los lugares más recónditos de mi cuerpo, y los numerosos hallazgos que solían encontrar.   

Había descubierto para mi sorpresa, que me había convertido en todo un planeta megadiverso para ellos, con una gran cantidad de animales y plantas e incluso civilizaciones de razas aún más pequeñas que mis microputienses, de tal modo que las carreras de biología y antropología eran de las más demandadas para estudiar entre mis ciudadanos.

Pero en fin, esa era mi situación actual y no podía quejarme, después de todo yo había proporcionado mi número a los principales líderes gubernamentales que regían mis pequeñas civilizaciones para cualquier emergencia o disposición, pero no habían tenido un buen control y ese número se había filtrado entre todos sus habitantes.       

La mayoría de las veces estos mensajes pasaban desapercibidas para mí; había literalmente millones de ellos todos los días, y por extraño que parezca, no se atrevían a hacer llamadas sin que antes yo diera mi consentimiento por mensaje, como sucedía cada vez que algún líder gubernamental quisiera hablar conmigo.

Así había ocurrido hace una semana con el presidente de la nación insular del mar de leche ubicado dentro de mi acuario pidiendo que intercediera en su apoyo a unos piratas gulliverianos que habían amenazado con atacar su nación, fue algo relativamente fácil de resolver al localizar su insignificante barco en el medio del océano y sorberlo rápidamente con un popote, y ahora sus restos se encuentran descansando plácidamente en el fondo de mi estómago.  

Pero en las noches como esta, en las que me aburría tanto, los revisaba para ver si encontraba algo interesante:

“¿Puedes hacer que deje de llover?” Uno de ellos me preguntó, claro que podía, pero no lo iba a hacer, el acuario estaba programado para que cada día desprendiera agua por unas pequeñísimas regaderas en la parte superior que eran esenciales para la vida diaria y que por alguna razón política esta persona quería que las desprogramara para desestabilizar y generar caos en la nación en la que vivía.        

Algunas personas eran egoístas y oraban por dinero, otras sólo querían ayuda para recuperarse. Me compadecí de este último, pero no podía permitirme el lujo de que me molestaran las peticiones de millones de personas.

"Juega con nosotros diosa, somos tus juguetes" rezaba el pie de una foto de un joven blanco y deslumbrante, probablemente unos años menor que yo. Era sólo una imagen de sus magníficos pectorales y su apuesto rostro.

Volví a sonreír; la atención masculina que recibía era intensa en el lado de mi acuario. Miles de solicitudes de apuestos hombres jóvenes y no tan jóvenes recibía a diario en mi bandeja. Todos querían poder hablar y comunicarse conmigo, poder adorarme y ser parte de sus vidas, una tarea imposible en alguien tan ocupada como yo, por lo que para solucionar ese problema había arreglado que se realizaran viajes hacia diversas partes de mi cuerpo y entonces podrían ser parte de mí y adorarme de la manera que ellos deseaban.

Era un viaje sin regreso para mis microscópicos amantes, ya que difícilmente podrán regresar a su hogar. Mi cuerpo ahora sería su hogar, su mundo, por lo que aquellos que se ofrecían a venir, sabían que dejarían todo atrás y se embarcarían hacia una nueva vida en mí.         

“Quiero que sofoques mi ciudad bajo tus senos... que barras millones con tu divina lengua…quiero nadar en tu squirt divino... quiero que ciudades y naciones puedan vivir en tu ropa interior... como desearía perderme en el inmenso bosque de tu pubis y disfrutar del almizclado aire que reina siempre allí, viviría gozoso de complacerte todos los días”

Miles de mensajes como estos comencé a leer.

Sentí que mis pezones crecían y se ponían erectos a medida que deslizaba mi dedo por el touch de mi smartphone y leía la interminable fila de mensajes cachondos y tiernos de mis diminutos, tanto así que comencé a sentir un pequeño cosquilleo “abajo”, en mi entrepierna.  

Me quité los pantalones y la blusa que usaba para el trabajo, me quedé solo en ropa interior, meditando mientras contemplaba mis bragas de color morado intenso: 

"¿cuántos diminutos habría en mi entrepierna?, ciertamente había metido millones de ellos allí antes, ¿cómo habrán podido sobrevivir y prosperar en esas condiciones?, ¿me adoraran como toda una diosa?, ¿cómo era vivir bajo los pliegues de mis labios mayores?, ¿cómo habrán esculpido edificios en mi vasto vello púbico?, ¿disfrutaran del aire almizclado todos los días?"

Cuando los microputienses disfrutaban de que jugara con ellos, hacían mis días más agradables. Por lo que me levanté y caminé hacia el acuario, observé que la bombilla que colgaba del techo del acuario que les proporcionaba luz y calor estaba encendida a su máxima capacidad por lo que procedí a bajar su intensidad con un movimiento de mi mano sobre ella y entonces coloqué mi rostro hacía ellos.

Los deseaba muchísimo. Tanto que casi dolía.  Pero me abstuve de intentar apoderarme de millones de ellos.

Había ahorrado y dedicado tiempo y esfuerzo para construir este acuario, la gente me adoraba y amaba, aun si sólo fuera por mi inmenso tamaño; era mi proyecto estrella de entre todos los que había dentro de mi apartamento.

Sin contar claro las otras poblaciones de microputienses que no estaban bajo mi cuidado, y que vivían sobre la alacena de la cocina, en el tocador de mi baño, debajo de mi cama y aun incluso los que habitaban los folículos pilosos de mi hermoso cabello negro, estos, a diferencia de mis diminutos del acuario, no me adoraban como su diosa, ni estaban dispuesto a vivir bajo mi ley. Por lo que estaban expuestos a peligros grandes, como pasar desapercibidos por mi colosal pie, ser atacados por los diminutos insectos que podría haber por ahí o ser arrastrados por las inmensas corrientes de agua que cada día se formaban en mi cabellera mientras me bañaba.     

Por lo que en ese momento pensé en darles un pequeño regalo a los habitantes de mi acuario.

Suspire profundamente sin imaginarme el estruendoso viento que sería para ellos, y les hable con mucha calma y ternura: 

“¡Mis pequeños ciudadanos, hoy les daré de un regalo especial, así que os mando que lo aprovechen y lo veneren con toda devoción!”

Me recargue sobre la pecera haciendo que mis voluminosos senos chocaran contra el cristal que era lo suficientemente resistente para no quebrarse, y pensé cual sería mi divino regalo para ellos, mi nutritiva leche o mi viscoso squirt que en aquel momento sentía como se apretujaban en mis conductos, fruto del poderoso placer que experimentaba, anhelando salir de mí.

Y entonces me decidí por darles un poco de mi abultada leche que había ya dejado acumular por varias semanas.

Acomode mi diafragma sobre el borde de la pecera haciendo que mis voluminosos senos quedaran en el cielo sobre ellos; me imagine por un momento la maravillosa vista que tendrían al mirar hacia arriba y ver esos montañosos y colosales senos, con capacidad para que millones de habitantes pudieran asentarse dentro de ellos.

Y entonces procedí a presionar con mi mano mi pezón izquierdo hasta despedir unas cuantas gotas de mi leche divina sobre ellos que serían millones de galeones para ellos. 

Observe con decoro como se esparcían esas gotas desde el pico de una inmensa montaña hasta llenar los ríos y mares e inundar las ciudades y pueblos que vivían en el centro del acuario.

No me preocupe por los desastres que sucederían por este inesperado hecho, debían estar preparados para este fenómeno, era algo natural que ocurría en su mundo, algo que no podían evitar y prever, algo así como un huracán o una erupción volcánica, era la fuerza de la madre naturaleza pero a la vez era una dadiva del cielo de su benevolente diosa, ya que ese liquido beneficiaria en gran medida a todos ellos, una fuente valiosa de recursos y nutrientes para poder subsistir por muchas semanas.   

Después procedí a recostarme y continúe checando los mensajes en mi celular…

Cientos de mensajes de agradecimiento por mi regalo comenzaron a llenar mi bandeja de nuevo… y le siguieren otros cientos más de adoración y de anhelo por emigrar hacia a mí. 

Era muy tardado contestar siquiera el uno por ciento de los mensajes que me llegaban.

De entre ellos vi en particular uno que atrajo mi atención... el mensaje de un joven muy guapo llamado Ben quien me agradecía y pedía con mucha devoción que le concediera alguna vez poder hablar conmigo, salir del acuario y poder viajar venir  hacia mí; algo no inesperado siendo que esa era la petición de casi la mayoría de los que me escribían… pero lo que llamo mi atención fue su foto de perfil que aparecía con el mensaje, su aspecto era casi parecido al de mi ex de la preparatoria Andrew, a quien quise fuertemente y pase con él unos felices años, pero que al final la relación no funciono.

Casi podría jurar que era su hermano, algo imposible ya que Andrew era un prodigan y este chico era un microputiense, lo más bajo de lo bajo hasta ahora… “que bien dicen que todos tenemos un gemelo en algun lugar e incluso con alguna otra raza” pensé para mis adentros, la curiosidad de saber más sobre él comenzó a crecer dentro de mí. Un sentimiento que no había sentido en mucho tiempo por alguien, desde que compre mi acuario.

Por lo que no lo pensé más y accedí a contestarle con el fin de concederle su petición de una videollamada… descubriría si había algo más de parecido a Andrew que solo en su apariencia.              

“Hola pequeño Ben, siento curiosidad por ti y con gusto te concedo tu deseo de hablar conmigo… márcame mañana a las 8 de la noche… estaré lista para ti”.  Le escribí rápidamente.

Y entonces, para no perder esa emoción que sentía, me sentí con la confianza de enviarle un mensaje a alguien muy especial…   

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