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Author's Chapter Notes:

Bueno, como ya habran visto esta la giganta mala y la giganta buena así que Bill talves se salve de ser el esclavo de Max por el resto de la eternidad.

Este episodio se hara desde el punto de vista de Bill

Max entro a su cuarto y cerro la puerta atrás de ella. Le puso tranca y se acostó en su cama.

"Ella estorba mucho verdad Bill..." Dijo ella viéndome.

Yo no sabia si asentir o si simplemente quedarme quieto o que así que no hice nada.

Todo era tan confuso. Hace un minuto estaba caminando por la calle cunado me encuentro con una chica súper sexi y de la nada tengo solo dos pulgadas y estoy dentro de su puño.

Estoy mareado y confundido sin ninguna idea de donde estoy. Además por más que lo intente no puede producir ningún solo sonido de mi boca.

Max se sentó en su cama y me dejo lentamente en su mesita de noche. Ya mi vista estaba volviendo casi a la perfección. Tenía a esa chica sexi que había visto frente del restaurante hace poco.

Pero... Pero... Era gigante. Era del tamaño de un edificio de treinta pisos. Podía ser de la mitad del tamaño de su ojo. Estaba allí parada quitándose los zapatos negros que tenia puestos.

De la nada el mareo se fue y mi vista volvió en su totalidad. La vi con la boca abierta del asombro.

Cuando se termino de quitar el zapato siguió hablando.

"Estos zapatos que me obligan a usar en el restaurante son horriblemente incomodos" Dijo ella dándole vueltas a su pie en el aire.

Sus pies eran perfectos: Blancos y con una forma firme. Unos dedos largos, y unas uñas hermosas.

Tenia las uñas pintadas de rojo y negro que combinaba a la perfección con el traje que siempre usa en el restaurante. 

Después se quita el otro zapato y estira su otro pie antes de quitarse la media.

El otro pie era igual de perfecto con la única diferencia que esta tenia el negro y el rojo invertidos.

Yo siempre he tenido un fetichismo grave por los pies. Siempre he querido tocárselos a todas las chicas pero me da pena.

La verdad estaba realmente confundido no se como había quedado allí y mucho menos así como estaba yo de dos pulgadas.

Me quede viendo su pie con la boca abierta. Hasta que ella se volteo sin que yo me diera cuenta.

"Así que al niño le gustan los pies" Dijo ella viendo mi pene erecto.

Trate de taparla, pero ella no me dejo.

"No lo hagas quiero verlo" Dijo ella acercando un poco la cara.

Nunca había tenido una vergüenza así en mi vida. Una chica así de sexi y yo tan débil e indefenso mientras examinaba mi pene diminuto.

"Mira... Al parecer adoras mis pies..." Dijo ella estirando su pie y poniéndomelo muy cerca. 

"Y ya que estas aquí para ayudarme... Que te parece si les das un masaje?"

No sabia que hacer si decir que no o si o simplemente tratar de huir... Pero huir a donde si estaba en medio de una mesita de noche a sesenta pies de altura.

Después de mucho pensarlo decidí. Asentí lentamente y ella sonrió.

"El niño quiere cumplir su deber que bonito... Pero recuerda que tu solo eres mio y de nadie más si esa Caroline te ofrece cuidarte tu le dice que no"

Yo asentí.

Ella me agarro en su puño y me dejo caer en la cama justo a lado de sus pies.

Camine hasta donde estaba su pie que era diez veces más grande que yo y pensé en que hacer.

Después de unos segundos supe lo que tenia que hacer. Empecé a rascarle el talón. En menos de un minuto mis manos estaban impregnadas de su olor.

No lo podía creer: Estaba rascando el pie perfecto que era diez veces más grande que mi mismo. 

Uno de mis sueños era darle un masaje de pies a una de mis mejores amigas Ángela pero los de esta chica (Que por cierto aun no me se su nombre) Eran mucho mejores.

Sus pies era como columnas gigantes frente a mi. Después de unos veinte minutos rascando su talón izquierdo fue que decidió hablar.

"Que rico masaje... Y el otro?" Dijo ella.

Yo corrí ansioso a su otro pie y sin pensarlo empecé a rascar su otro talón de su otro pie.

Sentía que mis genitales iban a explotar. La excitación era tanta que no podía soportarlo.

La vi a la cara y note que ella no me estaba prestando atención estaba viendo una especie de periódico.

Así que aproveche y empecé a frotar su pie con mi pene. Era genial. Era una especie de sueño echo realidad.

Lo "masajee" como por media hora hasta que ella hablo. 

"Tu amas mis pies?" Me Pregunto ella.

Cuanto tiempo llevara viendo que estoy frotando su pie con mis genitales... O lo abra sentido... Me puse rojo de vergüenza pero ella no lo noto.

Ahora debía pensar que decir. Si le decía se seria como... Un alago? Y si le decía no seria como... La verdad no sé que hacer así que ser honesto.

Trate de decir si pero recordé que no podía hablar.

Yo asentí.

"Pero los amas mucho mucho"

No se a que nos llevara esto pero volví a asentir.

"Entonces Bésalos"

Que en serio? No bromeaba? Quería que besara sus pies? Después de diez segundos pensando ella reacciono.

"No es un pedido es una orden"

Si era una orden porque me preguntaba? Bueno no importa yo con gusto lo hare.

Me acerque a su pie y le di un pequeño beso. Después me aleje. Para ver que pasaba.

"Y cuando" Me replico ella.

No lo había sentido tenia que hacer otra cosa.

Me acerque, pegue mis labios a su talón y le di el beso más largos que mis pulmones me permitieran.

Mientras lo besaba frotaba mis genitales contra su talón arriba y abajo. Al fin y al cabo ya lo había visto no?

Cuando la bese le deje un poco de saliva para que lo sintiera mejor.

"Ahora un beso de lengüita" Dijo Max riendo.

Le di el beso más largo que pude y le babeaba el pie en lo que lo hacia. babie todo lo que pude hasta que mi boca quedara seca.

Pero aunque mi boca estuviera seca debía aprovechar al máximo esta oportunidad.

No había terminado de besar su pie cuando lo estaba besando de nuevo.

Lo bese y lamí como por dos horas hasta que caí dormido.

Lo ultimo que vi fue su cara tapada casi en su totalidad por sus enormes tetas sonriéndome.

 

 

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