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Junto al inmenso miedo que siento por aquella criatura, existe en mi otro sentimiento, otra reacción diametralmente opuesta: deseo sexual. Ya no tengo duda, estoy en un sueño, y además uno de los buenos. Lo realista de la experiencia únicamente estimula más mi libido.

Mi cerebro debe estarme recompensando por el dolor que mi hizo pasar la última vez que estuve en clase de matemáticas…

Un momento, creo que me dormí en clase. Un nuevo temor se apodera de mi subconsciente, y con toda fuerza deseo que ni mi profesor, ni la dulce Julia u otro compañero me saque de esta surrealista experiencia.

Julia… es la única compañera a la cual no he visto en este sueño; quizá el cariño que siento por ella evita que se inserte en tan indecente despliegue de desnudez.

Mientras pensaba en todo esto, Stephanie vuelve a posicionarse frente a los ocho que quedamos en el centro, todos marcados con aquella extraña pintura morada y aun de rodillas. No había prestado atención a las marcas hasta ahora, en el pecho de Dani observo una especie de espiral, y en su frente un corazón. Lo mismo para mis demás acompañantes.

Sin embargo en mi pecho se encuentra, claramente, un solo circulo, totalmente cerrado, y dentro de él una equis; además no se me hizo ninguna marca en la frente. Debo estar señalado por haber ido en contra de la voluntad de aquella majestuosa criatura.

–“Arrastraos hacia vuestra diosa. No sois dignos de caminar en su presencia”. Sin rechistar mis compañeros obedecen esta nueva orden de la presidenta de clase.

Mientras observo como mis compañeros y amigos realizan aquella humillante muestra de absoluta sumisión sin dudarlo ni por un segundo, siento el ahora reconocible pie de Stephanie en la espalda.

-“No querrás enfurecer más a tu diosa imbécil. ¡Arrástrate!”

La actitud y palabras de quien en el mundo real es una tímida y reservada chica me producen una nueva erección. Con el miembro a medio mástil decido seguirle el juego, haciendo caso a sus demandas.

Como los que me presiden, pongo mis rodillas y manos en el suelo. Me dirijo hacia la enorme mujer en un patético gateo. Mientras me arrastro no puedo evitar pensar que aquella supuesta deidad no ha producido más ruido que el de su tranquila respiración.

 Ahora que la escucho, esa respiración, igual a la de un ser humano normal pero mucho más fuerte en razón de su tamaño, me transmite cierta tranquilidad. Como cuando el latido del corazón de las madres relaja al bebe tendido sobre su pecho.

A gatas, con las rodillas y palmas de las manos adoloridas pero aun portando una firme erección, me detengo junto los demás marcados, en medio de los pies de la enorme mujer.

Aunque mis acompañantes una vez más están de rodillas y tienen la vista clavada en el suelo frente a ellos, yo no puedo evitar deleitarme con la forma, el tamaño e incluso el aroma de estos poderosos pies.

Las saludables y despintadas uñas se encuentran perfectamente cortadas. Los arcos no son altos, pero son fácilmente distinguibles. No se notan las deformaciones propias de un apéndice puesto bajo grandes esfuerzos, ni siquiera resaltan venas en el empeine.

La visión de aquellos enormes pies, su mera presencia ante mí, hace que mi erección llegue a su punto culmen. Noto como se humedece la cabeza e incluso un espasmo obliga a encorvarme.

Adopto la posición que tienen los chicos a mi lado, en parte para ocultar mi obvia emoción, y en parte para no enfurecer más a Stephanie, que ya se acerca por detrás. Aunque no puedo verlo, siento como se clavan en mi espalda las miradas de Stephanie y de la giganta frente a mí.

–“¡Alabad!” Grita Stephanie tras nosotros, y de nuevo, sin rechistar ni por un segundo mis compañeros hacen los movimientos propios de una alabanza a la divinidad.

Como no sé qué más hacer los copio. Con las rodillas flexionadas debajo de mi cuerpo, mi culo tirado hacia atrás, y mi torso y brazos tan al frente como puedo, me coloco como lo haría el más ferviente creyente religioso.

Cada vez que levanto el cuerpo, y con ello mi mirada, la visión de esta enorme belleza me emociona más y más.

Mi miembro parece haber adquirido vida propia y no obedece a mis órdenes de mantenerse abajo. La tentación de masturbarme es tanta, que opto por cerrar los ojos para huir de aquella lasciva presencia.

Parece funcionar, aunque el aroma que sin lugar a duda expiden este par de titanes es suficiente para mantener atento a mi pene.

Seguimos así por unos minutos hasta que Stephanie, tras nosotros, espeta:

-“Basta”.

Solo entonces me atrevo a abrir los ojos. Craso error.

Parte de los dos grupos que habían formado mis otros compañeros en la base del trono ahora se dedican a frotar, masajear y limpiar las plantas de aquellos hermosos pies.

La visión de sus plantas, ligeramente enrojecidas y sucias por el contacto con el duro suelo de tierra; la pálida y cremosa piel, a salvo del suelo en los arcos; ver a un montón de pequeñas personas (en comparación con la giganta) tocando con fervor cada centímetro cuadrado de los magníficos gemelos… Es demasiado para mi embotado cerebro.

Levantados sobre sus talones, estos pies se erigen unos 4 metros de alto, haciendo parecer a mis compañeros aún más diminutos.

Sin pensarlo mi mano derecha se dirige a acariciar mi miembro, que ha adquirido toda su dureza otra vez; pero antes de que pueda hacerlo, dos pares de brazos me levantan bruscamente.

Esta vez Cristian se encuentra acompañado de Jose, otro fornido estudiante de mi curso. Cuando me dan la vuelta me doy cuenta de porque Dani no está asistiendo a mi detenimiento.

Este, junto a Andrew y mis otros cuatro compañeros, se encuentran atados de pies y manos cada uno a una serie de palos de al menos dos metros y medio de altura, recientemente clavados a varios metros del titánico trono.


Mis captores me arrastran hacia la última estaca, la única vacía, mientras Laura prepara las gruesas lianas que serán mis ataduras.

Chapter End Notes:

Si han leído hasta aquí, agradecería que me dijerais que os han parecido las caracterizaciones y descripciones (de los lugares, personas, situaciones, etcetera). En todo caso, cualquier otra retroalimentación se agradece!

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