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Author's Chapter Notes:


Cuando despierto no estoy en mi clase de matemáticas. En verdad, no tengo ni idea de donde estoy. Me encuentro acostado en el suelo, boca abajo. La superficie parece ser de piedra, pero no una piedra procesada o tratada, piedra cruda y completamente natural. Hay poca luz, pero de todos modos decido ponerme en pie.

Con la confusión inicial no me había dado cuenta de que estoy completamente desnudo. El frio y los nervios me hacen tiritar; además empeoran mi dolor de cabeza… mi dolor de cabeza… su molesta presencia me hace dudar por un momento.

 Empezaba a asumir que estaba en uno de esos sueños lucidos, pero la textura de la piedra en mis manos y pies descalzos, junto con el punzante dolor, empiezan a dibujar una posibilidad en principio impensable. Que estoy despierto y todo esto es real.

Analizo mis alrededores. Estoy en algún tipo de cueva. Hacia un lado veo una fuente de luz que, sospecho, viene de la entrada.  En la dirección opuesta la penumbra se convierte en una profunda y amenazante oscuridad. Hacia arriba lo poco que puede deslumbrarse del techo revela su textura lisa, igual al suelo y las angostas paredes.

Entonces, desde el lado de la luz, escucho lo que únicamente puede ser descrito como el sonido de trompeta, o algún otro instrumento de viento. No es un sonido natural, pues se nota cierta estructura en él, por muy básica que sea.

Sin saber qué más hacer, y con cierto temor a que de aquella profunda oscuridad se manifieste alguna criatura hostil, decido caminar hacia el exterior. 

Mi desnudez aun me desconcierta. Afortunadamente, mientras camino, encuentro en el suelo un par de hojas unidas por una fina liana. Cuando lo levanto me doy cuenta de que es un “taparrabos”. Decido ponerme la improvisada prenda y seguir andando hacia la luz.

La intensa melodía vuelve a sonar, debo estarme acercando pues se escucha con mayor estruendo. Poco a poco me aproximo a la apertura. En verdad, la presencia de seres humanos hostiles es quizá peor que la de cualquier bestia salvaje; pero ponderando las opciones que tengo decido seguir, después de todo es imposible que esto esté sucediendo realmente ¿Cierto?

En el exterior la luz solar me toma desprevenido. Mientras mis ojos se adaptan al resplandeciente brillo, noto personas a mí alrededor. Cuando por fin puedo ver bien me llevo otra sorpresa, frente a mí se encuentran los chicos y chicas de mi curso; todos y cada uno de ellos con vestimentas de hojas apenas funcionales para tapar sus zonas más sensibles. Se encuentran de pie, haciendo una formación en círculo alrededor de Stephanie (la chica más empollona de la clase, razón por la cual fue elegida como presidenta) que parece estar dando algún discurso en voz muy alta desde un improvisado podio.

Detrás de la extraña escena se erige una inmensa estructura. Parece un edificio. Su base es cuadrada, aunque no veo puertas ni ventanas. El prisma (pues la altura es mayor que el ancho) se erige 20 metros, y de la arista más alejada sobresale una sola pared que desde la base debe rozar los 40 metros.  Unas escaleras, en lados paralelos del prisma, acceden cada una a dos plataformas de madera que se asientan sobre él, y conectan en la parte baja de la pared.

Me cuesta imaginarme para qué podría usarse un monumento de tales características. Sin embargo, creo que esa es la menor de mis preocupaciones.

Cuidadosamente me acerco al grupo. Veo que detrás de la presidenta se encuentra Leonardo junto a un enorme instrumento. Sin lugar a duda el origen de aquel alarmante sonido.  Estoy lo suficientemente cerca como para captar lo que dice Stephanie

– “…este semestre la ofrenda ha de ser doble, pues mi ama me ha dicho, personalmente, lo inconforme que estaba con la cosecha anterior. Hoy, al ser el alba, nuestra diosa despertó de su reposo y me envió, como su mensajera que soy, a haceros saber sus requerimientos. Tenéis media hora antes de su celestial llegada.”

Al finalizar se baja del podio, camina un par de metros y se introduce en una pequeña casucha de madera con un gracioso techo de enormes hojas.

Me surgen mil dudas, pero mis compañeros de clase empiezan a movilizarse de inmediato, como si tuviesen absolutamente claro lo que deben hacer. De entre la multitud un Andrew demasiado desnudo para mi gusto se me acerca y me pregunta con toda naturalidad:

 - “¿Dónde estabas? La enviada se puso como loca cuando notó que faltaste a la convocatoria.”

Los nervios ganan a cualquier otro impulso, y pregunto: -“¿Qué está pasando? ¿En dónde estamos?”

 –“Por favor, deja de perder el tiempo, no tenemos mucho para terminar los preparativos…” Adusto se aleja de mí, como si me hubiese sacado de toda duda posible. Buscando alguna respuesta coherente, interrogo a mis demás compañeros de clase. Algunos me repiten lo dicho por mi amigo, otros solo me miran con apatía, sin dirigirme la palabra.

Alrededor del claro en el cual nos encontramos se extiende una espesa selva. Descarto adentrarme en ella, pues dudo que pueda encontrar a más personas. Estaré más seguro con estas extrañas versiones de mis conocidos.

Leo ya no se encuentra junto al instrumento, y de hecho no lo veo por ninguna parte. Podría entrar en la casucha, pero algo me dice que la repelente personalidad de Stephanie solo se ha visto multiplicada por el trance en que parecen encontrarse los demás.

Al borde izquierdo del claro se forma un nuevo grupo, aunque no todos participan de él. Un largo y enmarañado cabello me dice que Andrew se encuentra en esta pequeña multitud. Parece estar tan loco como todos los otros; de todos modos empiezo a caminar hacia mi amigo.

–“Deseo presentarme como candidato.” Escucho decir a Dani, a quien no había notado al lado de Andy. Laura, una rubia a la que debo haber dirigido tres palabras en todo el año, se le acerca, introduce su pulgar derecho en un recipiente con algún mejunje purpura que lleva en la otra mano, y le hace una gran marca en el pecho, y otra en la frente.

Andrew pronuncia exactamente las mismas palabras, y le sigue el mismo procedimiento. Así con cinco chicos más. Mientras tanto Dani se me acerca y con la misma perplejidad que reflejaba Andy cuando me vio por primera vez pregunta:

-“¿Vas a ofrecerte?“

 –“¿De qué mierdas estás hablando?” La confusión ha dado paso a la rabia. ¿Por qué diablos todos hablan así?

–“Entonces ¿Por qué estás en la zona de ofrendas?... Como quieras, tengo que ir a formarme con el resto.” Con un leve trotado sigue a Andy y los demás chicos al centro, frente al podio.

Mi aturdida mirada se topa con Laura a unos centímetros de mi rostro:

-“Que la majestuosidad de la diosa te llene de valentía y la aptitud para servirle.” Introduce su índice en la espesa sustancia purpura, y con la intención de marcarme como a mis compañeros, lo acerca meticulosamente a mi pecho.

“Estoooo… no gracias…” Intento apartarme de mi compañera. Por alguna razón, tengo un mal presentimiento sobre ese extraño mejunje.

“No hay por qué temer, es un impulso normal y natural”. Me dice en forma obstinada, intentando acercarse a mí.

“¡Déjame en paz!” La intento sostener con ambas manos, lo cual causa que el recipiente se derrame sobre su tonificado cuerpo.

“¡Maldito idiota! Se lo diré de inmediato a la enviada.” La furiosa chica se aleja hacia el centro, por donde se fueron mis compañeros antes.

Frustrado decido refugiarme de esta panda de perturbados dentro de la cueva en que desperté. No me había fijado antes, pero la apertura de la cual emergí hace unos minutos es tan solo una de varias decenas que se encuentran insertas en una enorme y lisa ladera. Los ángulos rectos en todos sus lados sugieren que aquella tampoco es una formación natural.

La perplejidad provocada por este nuevo descubrimiento me impide advertir la llegada de Stephanie y Laura, de las cuales solo la primera esta modestamente vestida con la indumentaria de hojas. Laura se ha despojado de sus ahora manchadas hojas, y camina sin ninguna modestia por su falta de ropa.

 –“Así que tenemos a un desobediente. ¿Pretendes retar la palabra de tu diosa, insecto?” Me cuesta mucho trabajo procesar las palabras de Stephanie con Laura tan desnuda a su derecha.

¿Me ha llamado insecto?

Mientras intento entender aquel intercambio, la presidenta de mi salón, sin ninguna advertencia, tira de mi apenas funcional vestimenta, destruyéndola. Apenas soy consciente de mi desnudez cuando Laura me marca el pecho con más de aquel mejunje morado, del cual solo resta un poco en el pequeño tazón.  Ambas se alejan sin decir nada más.

¿Qué mierda está sucediendo? Es todo lo que me puedo repetir antes de que se vuelvan a escuchar las simples notas que produce el extraño instrumento. La dispersa muchedumbre vuelve a formarse en el centro, alrededor del podio de Stephanie.

Por mi lado, decido seguir mi camino hacia las cuevas. Cualquiera servirá de escondite. Estoy a pocos pasos de una de las aperturas, cuando dos fuertes pares de brazos me detienen por detrás. Giro la cabeza para ver que Daniel, y otro fornido compañero, Cristian, me intentan retener.

Poco puedo hacer para oponerme mientras me arrastran hacia la multitud.

*BUM* *BUM* *BUM* Mientras tiran de mí, una serie de nuevos y estruendosos sonidos se suman al ambiente. Su intensidad crece gradualmente, como si se acercaran poco a poco.*BUM* *BUM* Con ellos, lo que al principio era un imperceptible zumbido en el suelo, pronto se transforma en un rítmico temblor.

Al llegar al centro, quienes me detuvieron me depositan junto a los otros chicos marcados, de rodillas frente al improvisado podio de la presidenta. Dani adopta la misma posición a mi lado, y Cristian se retira con el resto de la clase, que ahora se alinea en un semicírculo a nuestras espaldas.

Quiero ponerme de pie, pero las vibraciones del suelo prácticamente me lo impiden. Me mantengo de rodillas, derrotado por la situación.  

–“Preparaos para la llegada de vuestra diosa, a quien debéis alimentos y cobijo. Arrodillaos ante su presencia, aceptad con humildad su voluntad y adorad su divino cuerpo...” Exclama Stephanie frente a mí.

*BUM* *BUM* *BUM* Sigue hablando, pero el sonido de lo que solo pueden ser las pisadas de un ser inexplicablemente enorme ahoga su voz.

Entonces la pared de enormes y robustos árboles que tenemos a nuestra izquierda se abre de par en par como una teatral cortina.

Chapter End Notes:

¿Qué sera lo que se acerca? ¿Acaso el autor le saco cualquier vestigio de misterio a la historia colocando el nombre de su personaje principal como titulo? Descúbralo en el siguiente capitulo.

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