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Author's Chapter Notes:

Como digo en la descripción, esta historia esta muy inspirada en ""Alright I'll Go With This" de Darien Fawkes. Si la habeis leido notareis las similitudes en este capítulo. Espero que sea de vuestro agrado.

Una fuerte campanada me hace despertar.

Me levanto de golpe, jadeante y con la respiración agitada. Compruebo mis alrededores. Todo parece normal. Mis compañeros empiezan a levantarse de sus asientos, recogiendo sus pertenencias y charlando animadamente. Dirijo mi mirada hacia adelante.

Julia aún se encuentra en su lugar. Veo la parte de atrás de la menuda cabeza castaña. Mi pulso se vuelve a acelerar. La pequeña muchacha empieza a girarse.

-“Oye ¿te importaría acompañarme de nuevo?”

Soy incapaz de contestar. Quiero alejarme de esta chica tanto como me sea posible. Los desagradables pinchazos en la sien vuelven a hacer acto de presencia.

Descaradamente la veo a sus hermosos ojos celestes, sin pronunciar palabra.

-“Por favor.” Me dice en un tono casi suplicante.

Ni siquiera sé qué pensar. Las palabras de Andy retumban en mi mente.

“¿Un sueño? ¿Cómo puedes decir que esto es un sueño?”

En tiempo real observo como los globos oculares de Julia empiezan a humedecerse. ¿Qué le sucede? Bueno, quizá se deba a que han pasado cerca de treinta segundo y no me he dignado a contestarle.

-“Ummm… no sé si pueda…” Involuntariamente me rasco la cabeza y miro a mí alrededor.

Cuando vuelvo a corresponderle la mirada, un par de lágrimas surcan sus mejillas.

-“Quiero decir…” me apresuro a agregar para intentar detener su repentino llanto “…veras quedé con mis amigos para ir a la casa de Dani, por eso no puedo acompañarte… Lo siento.”

Es verdad, todos los viernes nos reunimos en la casa de alguno de los cuatro. Normalmente no nos juntamos sino hasta las 6 de la tarde, pero Julia desconoce ese detalle.

La castaña me mira fijamente, como intentando descifrar si le estoy mintiendo. Debe tenerme por algún tipo de mitómano. No puedo culparla, después de todo no he sido del todo honesto con ella las últimas dos semanas.  

Mientras seguimos sosteniendo contacto visual Daniel se me acerca por la izquierda, sorteando los pupitres.

-“Ed, venía a decirte que no podré poner mi casa hoy. Perdona amigo. Pero ¿Nos vemos mañana en la discoteca?”

Vaya, que conveniente.

 -“No te preocupes. Nos vemos mañana.”

-“Ese es mi Ed jaja.” Odio su estúpida risotada falsa. “Vale, me piro. Adiós Juli.”

Cuando mi amigo la vuelve a ver nota sus ojos llorosos.

-“¿Hey, estás bien? ¿El gilipollas de Ed te hizo llorar?”

-“No, no es nada. Solo tengo alergias. En serio.”

-“Ya…” Dani no parece nada convencido. “… bueno, hasta luego.” Se despide definitivamente, no sin antes echarnos un par de ojeadas a Julia y a mí.

-“¿Ahora si puedes caminar conmigo?” Escucho decir débilmente a la muchacha de enfrente.


Recorremos el tranquilo vecindario que conecta con la salida trasera del instituto. Hay familias en los jardines disfrutando del soleado pero fresco día. Intento hacer conversación a pesar de mi intenso dolor de cabeza, sin embargo Julia se muestra poco receptiva. Con un par de libros abrazados al pecho, y la mirada aun taciturna, parece estar enfrascada en sus propios pensamientos.

Los últimos diez minutos del trayecto los recorremos en completo silencio.

Cuando falta menos de una cuadra para alcanzar la intersección que significará nuestra despedida, Julia se detiene en seco. Extrañado retrocedo el par de pasos que avance sin ella.

-“¿Te pasa algo? Yo… bueno, siento si hice algo que te ofendiese.” Le digo, recordando lo sucedido al finalizar la clase.

¿Por qué las chicas tienen que ser tan complicadas?

-“¿Puedes guardar un secreto?” Dice, sin dejar de mirar hacia sus zapatillas.

-“Claro que sí.” Contesto.

Yo también dirijo mis ojos hacia sus mocasines. El brillante cuero refleja débilmente la luz solar.

-“¿Confías en mí?”

Trago saliva. Mi boca ligeramente más seca que antes.

-“Desde luego.” El corazón otra vez palpitando a un ritmo anormal.

-“Entonces cierra los ojos.” Antes de que pueda cuestionar la extraña solicitud, Julia se me adelanta y sigue hablando. “Dijiste que confiabas en mí ¿no?”

Cierro mis parpados. He visto este truco antes en películas y series de televisión.

Estiro los labios para recibir los suyos.

En su lugar una fuerte y fría brisa impacta mi cuerpo. Con los ojos aun cerrados me quedo muy quieto.

-“Ya puedes abrir los ojos.”

Imposible.

Bajo mis pies una explanada rosa de cientos de metros cuadrados; su textura suave y muy cálida. La superficie irregular, ligeramente hondonada.  A la lejanía cuatro gruesos pilares de distintas alturas, pero del mismo color carne, se levantan como una cordillera. A mi derecha un último pilar, bastante más apartado del resto.

-“Echa un vistazo al paisaje. Solo ten cuidado de no caerte.” Retumba una voz a mis espaldas.

Julia, en una versión aún más gigantesca que la de mis pasadas visiones, me mira cariñosamente desde lo alto. Estamos a la intemperie, pues lo único que veo (aparte del colosal cuerpo de mi compañera) es un despejado y azul cielo.

Camino hacia el espacio entre sus dedos de en medio y anular, lo cual me toma un tiempo considerable. Los dígitos apuntan al cielo y apenas están separados, como una gran pared. Seguramente para proporcionarme protección de las agresivas corrientes de aire. Cuando estoy lo suficientemente cerca me agacho y gateo hasta ver por sobre la palma de la inmensa mano.

A nuestros pies, o más bien a los de Julia, se encuentra un magnifico y espeso bosque de coníferas. Al fondo una cadena de montañas, sus cumbres cubiertas de nieve. Un cristalino lago en medio de un claro termina de completar la fantástica pintura.

-“Es hermoso ¿verdad?”

Los enormes abetos ni siquiera alcanzan los tobillos mi monolítica amiga. Por lo poco que sé sobre árboles, deduzco que Julia debe medir cientos de metros de altura.

-“Es mi lugar favorito en el mundo. No hay civilización por kilómetros a la redonda…”

La castaña que me sostiene en la palma de una de sus manos sigue hablando. A pesar de su tamaño, la voz llega a mis oídos con un volumen bastante moderado.

Sigo mirando hacia abajo sin decir nada. Dudo que mis palabras puedan ser escuchadas por la giganta. Los brillantes zapatos de Julia arrasan con la espesa arboleda mientras se pasea hacia el claro del lago.

El sonido de las descomunales pisadas, decenas de gruesos troncos destruyéndose y astillándose; la fuerte brisa por la velocidad del movimiento y el gorjeo de algún pájaro curioso que se acerca demasiado a la coloso, producen una sinfonía que logra distraerme del agujero formándose en mis entrañas.

-“Quería hablar contigo, pero creo que estas no son formas de sostener una conversación.” En cuanto alcanza los límites de la zona desprovista de vegetación se voltea para dejarme ver por donde vinimos. El bosque se extiende por hectáreas. Tanto, que se funde con el horizonte.

-“Y no te preocupes, ninguna planta o animal sufrió daño alguno.”

Debería haber un pasillo de destrucción, testimonio de los poderosos e indiferentes pasos de Julia. Pero no. Los árboles que presencie ser aplastados se encuentran intactos. Todo el bosque está intacto.

-“Moví toda la fauna a kilómetros de distancia hace años. Ya sabes, para evitar accidentes.” Pronunciadas estas palabras la plataforma que me sostiene empieza a descender e inclinarse.

Doy tumbos y resbalo por la suave superficie. De bruces impacto el crecido césped. No es el aterrizaje más violento, pero si me saca el aliento un poco.

-“¡Ups! Lo siento… ¿te encuentras bien?”.

Julia, en su tamaño normal, me mira divertida.

Chapter End Notes:

Me encataria leer vuestras opiniones! Si os está gustando agradecería que califiqueis con cinco estrellas la historia.

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