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Author's Chapter Notes:


Cuando alcanzo la caja en el valle que forman los gigantescos mocasines, su escala me arranca el aliento.

Lo que la encantadora Julia podía sostener entre dos de sus dedos tiene hasta cuatro veces mi tamaño. El contenedor es una caja de madera para embalaje, de unas dimensiones muy poco prácticas quepa resaltar; y de no ser porque está volcada de forma que los contenidos se riegan por uno de sus topes, no sé cómo hubiésemos alcanzado el interior.

Paños de tela, cepillos aptos para nuestras minúsculas manos, e incluso una serie de atomizadores a nuestra escala yacen en la superficie del pupitre y dentro del cajón.  Poco a poco mis compañeros se acercan y, con actitud derrotada, toman los utensilios de limpieza.

-“Ya sabéis, primero tenéis que quitar la suciedad con el cepillo, y luego sacar brillo con la tela. Si lo hacéis al revés, solo digamos que estaréis perjudicando a vuestro equipo en lugar de ayudarlo.” Señala Julia mientras levanta las piernas y coloca sus pies en un escritorio adyacente (creo que es el mío) para ponerse más cómoda.

Su tamaño, la amenaza de aplastarnos, y la perspectiva de un posible castigo si no se coopera ha mermado lo suficiente en nuestra consciencia como para resistirnos a las instrucciones. Incluso el profesor se introduce en la gigantesca caja para obtener sus propios implementos.

Tomo un cepillo y un atomizador. Me coloco un paño en uno de los bolsillos traseros del pantalón. Mientras camino hacia la punta del zapato derecho de nuestra atormentadora me arremango la camisa y desabrocho un par de botones para trabajar con mayor comodidad.

Veo que algunos de los otros chicos me imitan.

Supuse que subir al mocasín desde la punta seria relativamente fácil; sin embargo, somos tan pequeños que incluso esto demuestra ser una prueba que requiere de un gran esfuerzo. Dani, al ser uno de los chicos más altos de la clase, tarda un par de intentos hasta que de un gran salto logra tomarse del sobrante de hule que forma parte la suela.

Se jala hacia arriba y una vez allí tiende su brazo derecho para ayudar a subir a los demás. Uno por uno mis compañeros de equipo trepan a la monolítica zapatilla. Andy y yo somos los últimos, pues ayudamos a algunas de las chicas y además acordamos arrojar los implementos de limpieza a quienes no pudieran trepar con ellos.

-“¿Cómo te sientes?” Me pregunta Andrew, mientras impulsamos a Verónica para que tome las manos de Daniel y Cristian.

-“Pues bien, creo. ¿Qué tal tú?” Me sorprende la naturalidad y serenidad con la que hablo. Supongo que mi último sueño (o pesadilla) me insensibilizó al extraño panorama.

-“¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Tu también sabes lo que está pasando?” Le tiembla la voz.

-“Nunca antes me habían cuestionado en un sueño.” Pienso en voz alta.

-“¿Un sueño? ¿Cómo puedes decir que esto es un sueño? ¿Qué no vez el detalle, los olores, la forma en que el tiempo pasa con normalidad?” Repregunta, casi delirante.

-“Esa maldita perra hizo algo, no sé el qué. Quizá sea una bruja o un demonio.” Concluye mi amigo.

-“¡Oigan! Nada de malas palabras, y menos si se dirigen contra su diosa.” Espeta Julia desde las alturas, con una retadora expresión. Su mirada directamente puesta en mí y Andrew.

Mi amigo empalidece en cuestión de milisegundos.

-“Lo-lo-lo siento Julia.” Intenta gritar, aunque su voz se quiebra al menos dos veces.

-“Ya os dije que no teneis que gritar. ¡Y moveos más rápido, algunos de vosotros ni siquiera habéis logrado trepar a mis zapatos! Solo os resta una hora y cinco minutos.”  Termina, complementando con un par de chasquidos de sus dedos.

Andy me vuelve a ver, expectante. Solo me encojo de hombros y de un salto me tomo de Dani y Cristian para por fin subir al mocasín.


*Frosh**Frosh**Frosh* Cepillo tan fuerte como puedo el grueso cuero del calzado. Con el paño remojado del pulidor que contienen los atomizadores, restriego la superficie recién desempolvada. A pesar de que mi equipo se dividió en 5 cuadrillas de 3 personas para intentar cubrir el mayor terreno posible, el avance es lento y arduo.

Debe haber pasado más de media hora… es imposible que limpiemos la totalidad del zapato.

Espío al otro equipo y con cierto temor descubro que va mucho más avanzado que nosotros.

Restriego y cepillo con mayor intensidad.

Si esta mandona, indiferente y egocéntrica versión de Julia decía la verdad, lo más probable es que mi equipo vaya a sufrir algún tipo de tortura en cuanto se acabe el tiempo. El intercambio con Andy me dejo sumamente consternado.

Recuerdo cuanto sufrí cuando la semi-desnuda giganta jugó cruelmente con mi atado miembro. El dolor era tan realista que si no me hubiese despertado unos minutos después habría dado toda aquella experiencia por verdadera; a pesar de lo absurda de la misma.

Julia parece haber perdido el interés en nosotros hace rato y ahora se dedica a scrollear en su móvil y tararear distraídamente. Con los pies todavía sobre mi escritorio, tan cómoda como puede estar en las poco ergonómicas sillas del colegio, observo una escena paradójicamente normal.

¿Por qué sigo soñando con esta chica? Más importante aún ¿Por qué aparece como una giganta?

Es decir, no he ocultado que me gustan los pies. Y he estado en suficientes rincones del internet como para saber que esta filia se solapa con otras, como la de chicas gigantes. Pero esta última nunca me ha llamado la atención.

Absorto en mis pensamientos, no me había dado cuenta de que Julia ya no mira a su celular y ahora tiene sus ojos clavados en mí. Doy un respingo y sacudo ligeramente la cabeza para salir de mi estupor. A lo cual la giganta respondo con una de sus adorables sonrisas y un pequeño ademan de saludo con la mano.

Adopta una postura más recta, pone sus pies en el suelo, y acerca la silla al escritorio sobre el cual nos encontramos.

-“¡Últimos diez minutos chicos! El equipo del mocasín izquierdo lleva la delantera, pero no por mucho. ¡Vamos equipo derecho, podéis remontar!” Dichas estas energéticas palabras, pone los antebrazos sobre la mesa y recuesta su cabeza en ellos. Los enormes ojos de iris celestes puestos sobre mi equipo.

A un par de metros de mi Stephanie, una de las chicas más afectadas, empieza a sollozar de nuevo. Lo hace en forma silenciosa, seguramente para evitar que Julia la descubra. Cristian y Luisa la intentan consolar dándole pequeñas palmadas en la espalda.

-“Vamos Steph, no hay por qué llorar. Juro que no os hare daño, incluso si perdéis.” Se reincorpora y con el dedo índice se dibuja una equis sobre el corazón. “Solo necesitaba ayuda para limpiar mis zapatos… y a decir verdad no tenía ganas de recibir matemáticas hoy, jiji”

Al terminar se pone levemente roja, como si sintiera algún tipo de modestia en nuestra insignificante presencia.

Mira hacia la otra zapatilla. De alguna forma puede escuchar nuestras voces incluso si hablamos con normalidad, como pude comprobar en mi corta conversación con Andy.

-“Lo siento profesor, pero avanza tan rápido que me he estado quedando muy perdida. Todavía no entiendo lo de “factorización y nacionalización”, pero usted insiste en pasar a un tema nuevo.” Dice la giganta, aun un poco colorada.

.”¡Es racionalización!” Escucho gritar a Lawrence desde el otro zapato, lo cual arranca algunas risas de quienes han logrado relajarse un poco.

-“Si, si… como sea… a trabajar que solo nos quedan cinco minutos.” Responde Julia con un claro tono escarlata en sus pecosas mejillas.


*Brrrr**Brrrr* La vibración del móvil de Julia hace temblar ligeramente el calzado en el cual me encuentro arrodillado, aun puliendo lo que para la hermosa castaña debe ser una porción minúscula. El tiempo se ha terminado, y por la posición de mis compañeros en la contraparte izquierda, deduzco que hemos perdido.

“¡Muy bien hecho a todos! El tiempo se ha acabado. Revisare de cerca el trabajo de cada equipo para anunciar al ganador.” Dicho esto, mueve su cuerpo hasta que el enorme rostro se encuentra a un par de metros sobre nosotros.

Sus ojos inspeccionan el calzado. Empezando por el izquierdo, y luego con el de mi equipo. Cerrando ligeramente los parpados y frunciendo un poco el ceño revisa cada centímetro cuadrado, ignorando a los reducidos seres humanos.

Las suaves y cortas exhalaciones de su adorable nariz envían cálidas brisas sobre nuestros exhaustos cuerpos.

Si algo puede decirse es que ambos equipos lo intentamos. Sin lugar a duda el miedo es un gran motivador.

Chapter End Notes:

¿Qué equipo habrá ganado?

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