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Author's Chapter Notes:

Como dije en el capitulo pasado, a partir de ahora procurare que todos, o al menos la gran mayoría, de capítulos contenga escenas con GTS. También es el primer capitulo escrito de cero desde que retome la historia, espero poder mantener las descripciones y personalidades de los personajes consistentes.

No he pasado ni 5 minutos en este lugar, y ya empiezan a suceder cosas extrañas.

Estaba seguro de que Julia no estaba aquí. No solo la busque en el pasillo, en cuanto entre al salón me cerciore de hacer una última revisión para confirmar mis sospechas. Es imposible que entrara y tomara su lugar en los segundos que me distraje para rebuscar mis útiles.

-“¡Hola!”

-“Eh, hola Julia. ¿Llegas tarde?” Esto es tanto una pregunta como una acusación.

-“¿Tarde? Para nada, estuve esperando a Lawrence como por 10 minutos. La señorita García nos dejó salir unos minutos antes. Me pase el rato hablando con Stephanie. ¿No es así Steph?” Dirige la pregunta a la presidenta, que se encuentra a un par de pupitres a la derecha.

-“¿Qué pasa Juli?” Stephanie levanta la mirada de su libro.

-“Le decía a Ed que estuvimos charlando y trabajando en la tarea de biología antes de entrar”. Dice Julia, con total seguridad.

-“Ah, pues si…” No sabiendo que más agregar, la tímida chica sigue con su lectura.

Intentando ocultar mi seguramente visible confusión añado:

-“Juraba no haberte visto en el pasillo o al entrar al salón.”

-“Así que estabas buscándome, eh. ¿Por qué tan interesado en mí?” En su rostro una pícara sonrisa se une a una inquisitiva ceja levantada.

- “No es eso, solo…” Antes de poder dar una respuesta, el profesor empieza su explicación sobre el trabajo a desarrollar hoy. Julia se da la vuelta para prestar atención.

Desde lo más profundo de mi ser agradezco la intervención, pues no tenía ni idea de qué decir. La juguetona expresión de Julia trajo vividas recolecciones de mi sueño del martes. Con ello regresa el inexplicable nerviosismo.

Lawrence se dispone a resolver una ecuación en la pizarra, dibujando rápidamente en el acrílico. Intento seguirle el paso, pero por algún motivo mi visión empieza a nublarse. Instintivamente froto mis ojos.

Cuando los abro ya no estoy sentado en mi pupitre.

Me encuentro en medio de una multitud formada por mis compañeros de clase. Todos aun vestidos con nuestros uniformes.

El suelo es de madera, sin embargo la fibra es inexplicablemente grande, como si se hubiese extraído de un árbol imposiblemente enorme. Cuatro paredes semitransparentes nos rodean. El techo las conecta y es del mismo material. Permiten entrar la suficiente luz como para ver a mis acompañantes sin problemas; pero a la vez son lo suficientemente opacas como para impedirnos ver qué hay más allá de ellas.

El espacio dentro de este extraño domo es tan grande como un campo de fútbol, albergando a las treinta personas que hasta hace un momento estaban en clase de matemáticas sin ningún problema. Murmullos empiezan a recorrer el grupo. Algunas chicas comienzan a hiperventilarse.

Nadie entiende qué está sucediendo.

Un fuerte sonido, que parece venir de muy lejos, hace que todos callen. Yo no me he movido del lugar en el cual “desperté”, y creo que tampoco he pronunciado ninguna palabra. Estoy totalmente paralizado.

¿Qué demonios sucede con la clase de matemáticas? ¿Otra vez me quedé dormido? ¿Qué significan estos sueños tan inexplicablemente realistas que me invaden en cuanto piso este estúpido lugar?

Desde fuera de la cúpula un objeto produce una gran sombra en el techo. Parece la silueta de una mano…

Las paredes se levantan. Primero poco a poco, dejando entrar aún más luz, y luego rápidamente, a una velocidad casi incomprensible. Se nos permite ver por primera vez el “exterior”. Pensé que esto traería alguna claridad a nuestra situación, pero lo que veo no tiene sentido.

El domo que hasta hace unos segundos se encontraba sobre nuestras cabezas no está por ninguna parte. La superficie de madera se extiende lo que deben ser cientos de metros a todos los lados, y termina en unos bordes completamente rectos, sobre los cuales nos resulta imposible ver desde nuestra posición.

Hacia arriba veo lo que debe ser un techo, a una altura absurda; tan alcanzable como el cielo mismo. Al horizonte, mas allá de los bordes de nuestra meseta, veo paredes igualmente inverosímiles y en una de ellas una enorme ventana, detrás de la cual está el firmamento real.

Me quedo absorto mirando la monumental apertura en la pared cuando un chillido de pavor me hace dar la vuelta.  

Por uno de los bordes empieza a asomar una forma descomunal. En un principio ni siquiera sabía lo que estaba viendo, pero pronto me percato de que es una cabeza gigantesca, o al menos la parte superior y el cabello de una.

Lentamente el gigantesco ser nos revela más de su forma. Lo primero en aparecer es su frente, sobre la cual se parten dos cortinas de lacio y castaño pelo. Luego las cejas, del mismo color; y por último, unos enormes ojos de un azul claro.

Sin querer atrasar más su revelación, Julia se yergue lo suficiente como para dejarnos ver la totalidad de su rostro y un poco del cuello.

Si la chica que invadió mis sueños hace un par de días era enorme, no sabría qué palabra utilizar para describir la sonriente cara que domina nuestro campo de visión. Tan lejano y a la vez tan grande.

La deidad monitorea la situación rápidamente con sus brillantes ojos y espeta:

-“¡Hola chicos!”. Es tan casual que casi resulta cómico.

El silencio que reinaba desde que aparecieron los primeros cabellos de la giganta es destruido por una armonía de gritos, chillidos, sollozos y correteos. Algunos deciden que correr en el sentido opuesto a Julia es la mejor opción; otros, como yo, son incapaces de moverse y solamente se dedican a observar, boquiabiertos, la inmensa cara de nuestra compañera.

-“Muy bien…” sigue Julia, como si esto fuese lo más normal del mundo. “… necesito que os quedéis quietos y callados.”

Nadie parece querer hacer caso. Los que corrían se acercan peligrosamente al borde. Los que gritaban lo hacen con menor intensidad, pero no se detienen. Laura, que como yo no ha dicho palabra ni se ha movido, camina un par de pasos para sobresalir de la multitud y acercarse un poco a la titánica chica.

-“¡Julia! ¿Qué mierda sucede aquí? ¿Por qué eres tan grande?”

-“¡Hola Lau! Jiji, siento deciros que yo soy tan chica como siempre, es solo que vosotros los sois aún más.”

Con esto, la cabeza de Julia comienza a ascender de nuevo, revelando poco a poco su cuerpo. Todavía porta el uniforme del colegio, como nosotros. Se detiene cuando podemos verle de la cintura para arriba. Su rostro está tan alto que mis compañeros y yo debemos estirar el cuello para mirarlo.

-“Sois tan pequeños que cabéis en mi escritorio, y os sobra bastante espacio.” Dice, con cierto dejo de satisfacción y colocando sus manos en su cintura.

-“Ahora, por favor quedaros quietos o tendré que aplastaros.” Para dar énfasis a esta última afirmación mueve su mano derecha a una de las esquinas del escritorio y da un pequeño manotazo.

Bueno, pequeño desde su perspectiva.

A quienes nos encontrábamos sobre la mesa se siente como un auténtico terremoto. Algunos de los chicos que seguían moviéndose tropiezan y caen sobre sus estómagos. Los que estábamos quietos nos levantamos unos centímetros (desde nuestra perspectiva) del suelo.

El temor sobrecoge al pánico. Todos nos quedamos tan quietos y callados como nos lo permite nuestro catatónico estado.

-“Así está mejor. Con tanto alboroto seguro que nadie puso atención a mi dramática entrada. ¿Saben que tuve que agacharme al lado del pupitre como por 5 minutos?” Nadie dice nada. Julia habla con toda naturalidad, como si estuviera charlando con su usual grupo de amigas.

-“Sip, no fue nada fácil.”

Solo se escuchan las respiraciones de mis diminutos compañeros. Algunos siguen sollozando silenciosamente.

-“Bueno, dividíos en dos grupos, preferiblemente con el mismo número de integrantes.”

Con la amenaza de ser aplastados por una mano centenares de veces más grande que nosotros aun fresca, la multitud opta por hacer caso de inmediato. Los que estaban cerca del borde regresan a toda velocidad para unirse al resto. Entre ellos Andy y Dani.

Todo está sucediendo tan repentinamente que no he sido capaz de procesar la situación.

Mientras nos organizamos Julia observa desde lo alto, con una sonrisa casi infantil que no ha desaparecido de sus facciones desde que reveló su inmensa presencia. Como no me he movido del sitio en el cual aparecimos, varios compañeros se agrupan a mí alrededor formando uno de los dos grupos.

Andy, Leo y Dani vienen hacia mí. El pánico evidente en sus rostros. Ni siquiera Dani, capaz de bromear en cualquier situación, tiene deseos de hablar. Todos permanecemos callados mientras los demás terminan de adoptar posición.

Cuando hemos cumplido con la orden dada, una satisfecha Julia se agacha para recoger algo. Cuando se reincorpora tiene sus dos mocasines escolares en la mano izquierda, y en la derecha una diminuta caja que sostiene con el dedo índice y pulgar.

-“Apartaos si no queréis quedar atrapados bajo mis zapatos.” Lentamente coloca el calzado exactamente en donde nos encontramos. Lo hace con la suficiente parsimonia como para darnos la oportunidad de escapar. Cada grupo huye en direcciones opuestas, de forma que los mocasines ahora dividen la clase.

Desconozco cuanto pueda medir el calzado de una chica tan baja como Julia, pero por la forma en que se elevan ante nosotros estimo que mis compañeros y yo no debemos tener ni un centímetro de altura.

En medio de ambos mocasines, la giganta coloca el contenedor que cargaba en su otra mano.

-“¡Esto será una carrera! Cada equipo se encargara del mocasín que tenga más cerca. Deberéis limpiarlo tanto como podáis antes de que acabe la lección. El segundo lugar tendrá que cumplir un castigo, así que poneos las pilas. Y no os preocupéis por las suelas. Tenéis los implementos necesarios en la caja que se encuentra en medio de ambos zapatos. ¡A competir!”

Nos miramos los unos a los otros. ¿Qué mierda le sucede a Julia? La situación ya es de por sí absurda, pero la actitud despreocupada de la titánica chica nos resulta aún más chocante.

El profesor Lawrence, a quien no había visto hasta ahora, sale del otro grupo y con paso decidido se acerca lo más que puede a Julia.   

La titánica estudiante lo mira divertida.

-“Señorita Beaumont (el apellido de Julia), si se encuentra tan tranquila significa que sabe lo que está sucediendo. Le exijo, en este instante, que se comporte y vaya a buscar ayuda del director o la facultad.” Grita el furioso hombre.

-“Profesor Lawrence, no tiene que gritar, lo escucho perfectamente en su tono de voz normal. En cuanto a lo que me pide...” se toca la barbilla como si estuviera considerando la orden espetada por el hombre que debe sacarle al menos 40 años. “… no puedo hacerlo hasta que haya un ganador. ¿Quiere que camine por los pasillos del colegio con unos mocasines tan sucios?”

Nunca había visto a una persona ponerse literalmente roja de la rabia.

-“Ahora ¡chop, chop! A trabajar, no queréis ser parte del equipo perdedor, creedme.”

Entendiendo que nos encontramos en una situación inescapable, decido rodear el enorme mocasín derecho para alcanzar el cajón al otro lado. Quiero descubrir a dónde llevara este sueño...

-“¡Esa es la actitud Ed! Si fuera vosotros empezaría en cuanto antes, solo nos queda una hora y quince minutos” Indica la enorme castaña, revisando la hora en su celular.

En cuanto comprueba que más de sus compañeros empiezan a movilizarse, Julia toma asiento en su propia silla y se dedica a entretenerse con su móvil. De vez en cuando levanta la vista de la pantalla para verificar que todos estemos trabajando.

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