- Text Size +


Estaban sin palabras, anonadados y hasta un poco incrédulos. 


Por un par de segundos, luego, Janeth se puede escuchar maldiciendo fuera de cámara, Oliver y Vanessa se mueven para tratar de calmarla, mientras, la atención de Diego se mantuvo en el objeto, por la manera tan fija en la que observa y su caminar lento, éste parecía cautivado por aquella enorme paleta. 


La cámara se movió confirme barrió la mirada, posiblemente en un intento por escanearla y capturar cada detalle. Un acercamiento muestra el fluido a mejor detalle, aún fresco, es imposible discernir si se trata de agua, mas sus propiedades parecen indicar que no es así. 


—Huele como a...fresa y...otra cosa, no se que sea.—


El líquido baja con lentitud a lo largo, mezclandose con el rojizo caramelo en su camino hasta el suelo, dónde termina formando un charco con un tono similar pero manteniendo la claridad.


Su brazo derecho entró en cámara, lo levantó con suavidad, hay algo de resistencia, duda en sus acciones, pero al final; su mano toca la paleta.


—Ngh...—


Se alcanza a escuchar una queja. Expresión que cambia a una de confusión.


—Se siente cálida...— Musitó nuevamente para sí mismo, luego mira a dónde está su mano, dónde al mirar con atención se puede notar cómo es que está haciendo el intento por retirar su mano. 


Sus tirones suaves pronto cambian a forcejeos, pero su mano está firmemente pegada.


—Hey ahhh...¿Chicos?—


Llamó Diego, intenta mirarlos pero su cuello no puede girar tanto por lo que sólo muestra una pared, una dónde hay otra Post-it. 


—¿Qué?— Vanessa fue la primera en acercarse. 


—JAJAJAJAJA vaya que eres tonto.— Se escuchó Óliver fuera de cámara, posiblemente aún tratando de calmar a su novia quien ya ha dejado de gritar. 


—¿Como se te ocurre mi amor?— Inquirió la porrista, no parece molesta, pero hay un tono condescendiente por el "chistecito." 


—No se, me dió curiosidad.— Respondió el joven, aún intentando zafarse. — No, no la toques, es muy pegajosa.— Advirtió a Vanessa.


—¿No puedes despegarte sólo?— 


Preguntó Jaun, tocando con sus manos el brazo de Diego. Quién sacudió la cabeza.


—Siento que si jalo mucho me va a arrancar la piel.— La imágen se sacudió un poco con los forcejeos que incluso le hicieron arrastrar los pies al apoyar toda su fuerza en las piernas, pero la situación no parecía mejorar. — Debe ser una de las pruebas. Vean la nota a ver si hay una pista.—


Comentó, apuntando detrás suyo.


—Pera, pera, ten, no puedo grabar desde aquí. No son de verdad así que no te preocupes.— 


Con eso, usando su mano libre, Diego retiró los anteojos cámara y se los dio a la rubia, quién se los colocó al momento. El punto de vista bajó considerablemente al ser más baja que el varón, pero serviría.


—Okay, veamos.—


[Solución de problemas y superación de obstáculos]


"La torpe asistente de la doctora ha dejado caer su paleta en el laberinto, escondanse o hagan lo posible por pasar el obstáculo antes de que la recoja."


—Y tiene un garabato de unos labios con un palo entre ellos.—


—Bueno eso no ayuda en nada.— Se escuchó la voz de Diego. 


—Pero son buenas noticias ¿No? Si alguien viene entonces podemos pedirle que nos deje salir.—


La voz de Janeth es esperanzada y con mejor compostura.


—Pues...si, pero es un poco incómodo estar así y quién sabe si vaya a venir alguien.—


Dejó de hablar cuándo la figura de Jaun se colocó detrás suyo, le abrazó de la espalda a la altura del estómago y empezó a jalar.


—No se preocupe buen ciudadano, superman está aquí para salvarlo.—


Expresó en un tono más profundo y heróico mientras que de Diego solo salen quejas.


Uno, dos...tres intentos. 


Nada. 


—Creo que lo mejor sería no moverle y esperar.—


En lugar de hacer caso sólo cambió su acercamiento. Tomó el brazo atascado y apoyó un pié sobre el caramelo para así tener mejor apoyo. 


En esa posición, solo bastó un único esfuerzo largo y marcado. Diego cayó de espaldas, pero libre. 


—Gracias, pero ahora tú estás...—


En la imagen se puede ver qué Jaun solo tuvo que quitarse el zapato para quedar libre pues eso fue lo que quedó pegado y no una parte de su cuerpo.


—Nada mal para un fort-—


No alcanzó a decir más, cuándo de repente, su pié resbaló ya que sin fijarse, éste se había apoyado sobre el charco del presente líquido.


Diego, al estar más cerca fue el primero en reaccionar. Se lanzó para sujetarlo, sin embargo, no fue tan rápido y "Superman" cayó sobre la paleta. Su mano, cabeza y espalda quedaron pegados al caramelo sobrecrecido. 


El accidente pareció tomarlo por sorpresa pues al parecer entró en pánico al instante, moviendo los pies cómo loco en busca de un apoyo firme, pero ésto sólo espació más el fluido, mojando casi todo alrededor suyo. 


Óliver solo estaba riéndose al fondo. 


—¡No te rías hijo de...gaaaaah.— Encontró como apoyarse, mas no parecía tener libertad de moverse sin riesgo a resbalar.


—No, no, no te muevas, déjame ver si puedo hacer algo.— 


Diego dio un paso adelante, parando al momento cuándo su pié dio la primera señal de resbalarse. 


Una sacudida más llamó la atención de todos, detrás de ellos, una puerta deslizante se había abierto y ahora, en lugar de un muro blanco, hay una habitación. 


—¿Hola?— 


Llamó el creador de contenido.


—¿A dónde vas? ¡No me dejes así!—


Se escuchó.


—Nada más voy a ver si es una salida o hay algo que podamos usar.—


Éste se acercó a Vanessa, quién le dió los lentes de vuelta para que se los ponga. Y así, fue a la puerta desconocida mientras el resto le miraba.


—¿Hay alguien aquí? Mi amigo quedó atrapado en su...ah.—


No se trataba de una salida, tampoco de un pasillo. Era una habitación grande, llena de objetos de oficina a la misma escala que todo lo que se han encontrado.


—¿Que pasa? ¿Que es?— 


La voz inquisitiva de Vanessa se escuchó desde fuera. 


—Una bodega...o más bien un cajón.—


Clips para papel, laminillas para lapicera, tachuelas (el mismo diseño que se usó para crucificar a la chica que los llevó ahí), un borrador de goma, corrector, inclusive se puede ver lo que es sin lugar a dudas el objeto más grande que ha visto hasta ahora; un gafete.


Aproximadamente 7 metros de arriba abajo y unos 3 a lo ancho, está acostado a lo más largo, la foto está obstruida por un frasco de corrector, pero el nombre "Elizabeth Tulip." Junto con otros datos como edad, género y puesto es legible.


—Bueno, no tiene sentido que haya un cajón en medio del laberinto.—


Claro que no era un cajón tal cuál, solo una habitación, no muy grande, dónde colocaron un montón de utilería. Sus amigos se le unieron, solo Janeth se quedó afuera. 


—¿Algo útil?—


Preguntó Óliver, entrando a la habitación junto con Vanessa.


—No se...podríamos usar el borrador ese cómo plataforma y ¿Las tachuelas para romper la paleta?—


—Ash, nada más se están cansando, ya les dije que podemos esperar a que alguien llegue y más con Jaun así.—


Desde la entrada a la habitación; se escuchó la voz de Janeth, misma que los distrajo de la tormenta de ideas. Y como si su queja, o más bien su posición hubiese activado algún tipo de evento o mecanismo; el lugar se sacudió.


Fue intenso, suficiente para mover los muros y tirar las cosas más pequeñas que estaban en ese lugar, pero tan pronto cómo empezó, se terminó.


—¿Todos están bien?—


—Sí.— Respondieron al unísono.— 


Todos excepto uno.


—¿Jaun? ¿Estás bien?— 


Diego salió disparado de la habitación, con la mirada lista en la dirección de su amigo atrapado pero, de algún modo, de alguna manera ya no estaba. 


No solo él, toda la paleta, ese enorme y pesado objeto también había desaparecido y en su lugar, una mancha húmeda del mismo rojo claro.


—¡NO ME JODAS!—


Exclamó Janeth, más molesta que antes. 


—¿Pero cómo? Solo apartamos la mirada un momento.— Vanessa comenzó a verse y sonar preocupada también.


—¿Una puerta trampa?—


No parece creerlo él mismo. 


Se acercó a la zona donde estaba el caramelo, la mancha se ve igual, las paredes también, incluso la zona que Jaun empapó en su desesperación.


En lo que Diego examinaba la escena, la situación de Janeth pareció salirse de control, pues a los segundos, una discusión explotó.


—Bebé, bebé no. Hay que quedarnos junt- ¡Janeth!—


—No, ya ¡Estoy harta!— 


La mencionada salió furiosa en dirección al pasillo recién abierto, con Oliver detrás de ella. 


—¡Hey! No hay que separarnos tanto.—


Pero sus palabras cayeron a oídos sordos y la otra pareja continuó con su propio asunto en manos, con Janeth caminando sin dirección alguna, girando en cualquier pasillo sin ninguna considerando por las direcciones o caminos que ya había tomado.


Eventualmente ambos desaparecieron de cámara, dejando a Diego y Vanessa solos por unos minutos, preocupados los buscaron, confirmando las sospechas que ya venían haciéndose desde hace rato. De lo absurdamente grande del lugar y que el ambiente tan extraño, quizá no era falso. 


—Creo que los escucho.—


Voces lejanas e incomprensibles alcanzaron el micrófono. Ambos se quedaron quietos y callados hasta escuchar las voces nuevamente, girando en distintos caminos, en una de esas, Vanessa lo detuvo de la camisa.


— Ahí.— 


Ahora se encontraban en un pasillo largo, similar al de la entrada, donde no hay ninguna opción más que adelante y atrás. 


—Oli!! Jan!!—


Vanessa les llamó, pero aquellos estaban o muy lejos o muy ocupados discutiendo como para escucharla. Caminaron en la dirección de los contrarios para reunirse y tratar de pensar las cosas. 


—¿Oye...sientes eso?—


Inquirió Diego, examinando los alrededores, en especial el suelo, más no hay mención ni algo visual al respecto en el momento.


Fue a casi la mitad del pasillo cuando Diego vió otra de las notas amarillas pegada en el muro, Vanessa no le prestó atención y siguió, pero él se dió un segundo para leer. 


[Cardio y resistencia física]


"Los rompemuelas son muy duros, no hay que morderlos ni arrojarlos a nadie.


Corran." 


Con un dibujo de un objeto redondo y una persona de palitos delante de este. Es un garabato simple, pero bonito en un sentido, como esos garabatos que uno hace en las hojas de los cuadernos.  Algún efecto tuvieron en Diego pues comenzó a comportarse más asustado. Miró el pasillo por el que llegaron, luego a Vanessa y los otros dos. 


Comenzó a correr en esa dirección.


—¡Oliver! ¡Janeth! ¡Muevanse!—


—¿Diego? ¿Que pasa?—


Vanessa le llamó, pero Diego continuó llamando a sus amigos, Oliver trata de meterle algo de sentido a Janeth, pero ésta se niega a escucharlo, incluso llega a quitarle la mano cuándo éste trata de tomarla de la suya. El YouTuber se detiene por un momento, mira el suelo y las paredes una vez más, haciendo notar que algo imperceptible para la cámara está sucediendo, pero se alcanza a notar una vibración en los muros. 


Entre la discusión, se puede ver como Oliver desvía su atención al único otro caminó accesible, da un pasó, como si estuviese tratando de mirar o identificar algo. Diego para otra vez y Vanessa se une.


—¡Dime algo por favor! ¿Que pasa?—


—Algo viene...—


Musitó y en ese momento se puede ver alarma en el rostro de Oliver, quién inmediatamente trata de tomar a Janeth y jalarla en dirección a Diego y Vanessa, pero ésta, muy encerrada en su "berrinche" por llamarlo de una manera; se negó.


Un intenso retumbar se escuchó e hizo vibrar visiblemente los muros y el suelo, no como los temblores de antes que eran más cortos y concisos, ésto era continuó, como un vehículo pesado que está circulando por las cercanías. Pero éso no era ningún vehículo.


Fue en un instante, en un momento ambos estaban ahí, pero en un parpadeo, sus dos amigos desaparecieron al ser arrollados por una esfera de color azúl que chocó contra el muro que (rebotó contra el muro) fácilmente los convirtió en masas de carne y vísceras que salpicaron a las paredes y el suelo. 


Un grito femenino, de puro terror saturó el micrófono por un momento, mientras que Diego solo se quedó en shock, su respiración se hizo más y más notoria al paso de los segundos. Segundos que no tenían para perder pues el objeto redondo que parecía ser del mismo tamaño que la paleta anterior comenzó a moverse lentamente en dirección a la alteradas pareja.


Diego pareció notarlo ya que dió la vuelta y trató de sujetar el rostro de Vanessa con ambas manos y la miró a los ojos.


—Bebé, mírame.—


Trató de hacerla reaccionar llamándola un par de veces más, tuvo que recurrir a darle una cachetada. 


—Ellos...fueron...—


—Lo sé, lo sé, pero hay que movernos o vamos a acabar igual, hay que correr ya ¿Ok?—


Un vistazo atrás muestra que la esfera aún está lejos, apenas se mueve pero lo está haciendo y poco a poco va ganando velocidad.


Diego no esperó más y tomó a Vanessa de la mano para así correr en la dirección opuesta, el único camino disponible, la respiración agitada suya y ajena es lo único que se escucha por unos segundos.


—Diego...—


Éste miró detrás, la esfera, ahora manchada con la sangre de sus amigos está más cerca, ha ganado velocidad, por suerte ya están del pasillo por dónde llegaron, un muro está frente a ellos y dos caminos a elegir. 


Eso no duró mucho.


Cuándo estaban a unos metros, ambos pasillos se cerraron de la nada, mientras que el muro frente a ellos se levantó, no por completo, solo un metro o metro y medio. 


Llegaron al callejón y lo primero que hizo Diego fue ayudar a Vanessa a inclinarse y empujarla con delicadeza y le siguió inmediatamente.


El muro bajó detrás de ellos, cerrándose. 


Ahora están en otro largo y al parecer interminable pasillo. La intensidad de las vibraciones fue indicación de la cercanía del "rompemuelas" ambos se dieron una mirada de resignación.


Se abrazaron, pero en lugar de un rápido e indoloro final bajo el gigantesco caramelo; nada. 


Se escuchó un fuerte golpe y la pared se deformó por un momento, luego otro golpe más suave. 


Ambos empezaron a reír, una mezcla de felicidad, alivió, pero con una clara nota de miedo en ellos. 


—¿Pero qué es todo esto? ¿Qué está pasando?— Vanessa ya no pudo aguantar y se soltó a llorar en los brazos y apoyándose en el pecho de Diego quién en respuesta la abrazó para consolarla.


—No tengo idea...pero claramente ésto...es real.—


—¡Claro que es real! ¡Una jodida bola acaba de aplastar a nuestros amigos!—


Espetó, su voz es alta, por primera vez en la noche, suena enojada.


Diego pareció querer decir algo, aclarar lo que quería decir, aparentemente decidió no hacerlo. 


En lugar de eso trató de mantener la calma.


—Mira, tampoco se que hacer, pero tampoco nos podemos quedar aquí.—


La rubia le miró a los ojos, están rojos e hinchados, lágrimas aún caen de ellos, mas aún luego de presenciar aquello, su estado mental se mantenía relativamente bien. 


Asintió y así continuaron su camino.   


En silencio total. 


Díez, veinte minutos pasaron sin ningún evento, sonido ni pasillos ocultos. Pero al paso de los treinta, fue que llegaron a una división triple.


—Oh dios...— Vanessa cubrió su boca y comenzó a sollozar nuevamente.


Cada uno tiene una nota al inició.


En la derecha 


[Reflejos, midan sus tiempos de reacción.] 


Cómo dibujo tiene lo que parecen ser agujas o alfileres sobre una figura. 


A primera vista parece un pasillo normal, pero a lo lejos se pueden ver cuerpos tirados, sangre en el suelo y muros.


A la izquierda


[Fuerza]


"¿Eres más fuerte que el meñique de la doctora? Inténtalo"


Su dibujo es un dedo y la mitad de una persona sobresaliendo de debajo.


Éste es un poco más grotesco que el anterior, manchas más prominentes una parece abarcar una distancia considerable a lo largo del suelo, no hay cuerpos, sólo masas de carne y hueso esparcidas. 


El de enmedio, aquel directamente frente a ellos.


[Equilibrio]


"Lleguen a otro lado." 


Se ve una persona una flecha hacía delante y sobre lo que es como un rectángulo sin la línea de arriba.


Éste es aparentemente el menos agresivo, es un espacio vacío, un precipicio rectangular de al menos diez metros con sólo una tabla que cruza de lado a lado. Ésta es gruesa en cada punta pero menos ancha en la parte de enmedio y muy delgada. 


Ambos entendieron que esa podría ser la mejor opción.


Diego fue primero, colocó su pié derecho e hizo presión, fue tenue pero se puede escuchar crujiendo. 


—No parece muy resistente. Quizá no nos aguante a los dos.—


Aunque Vanessa sea delgada, Diego reconoce el objeto, es una versión gigante de un bajalenguas sacado de una clínica de gobierno. Esas cosas son delgadas y relativamente frágiles.


—Iré primero para ver si es seguro.—


Ni siquiera dió la opción, posiblemente por seguridad o sacrificio por si la actividad tenía un giro retorcido.


Diego respiró profundamente unas cuantas veces, suponiendo que es para armarse de valor. Dió los primeros pasos, lentos, calculados, procurando no apoyarse demasiado y no causar mucho estrés sobre el supuesto puente.


Cuándo llegó a la mitad del camino, se escuchó un crujir, la imagen se sacudió un poco y Diego parecía a punto de perder el balance. Por suerte se controló y lo recuperó.


Completo el resto del trayecto sin mucha dificultad, sólo algo de tiempo y al hacerlo se inclinó y apoyó las manos sobre sus rodillas, dónde dejó salir un gran suspiro de alivio.


—¿Estás bien?— Vanessa preguntó en la lejanía.


Le hizo una señal con el pulgar arriba.—Si. Sólo... estresante.—


Dicho aquello se incorporó, y esperó en la orilla. Mientras la rubia se hacía camino, ya se había mencionado que su atuendo no es un disfraz, sino su uniforme y al estar ya familiarizada con ese tipo de ejercicios, no le tomó mucho tiempo llegar al centro de la tabla. 


Pero como también ya se había dicho, ese tipo de bajalenguas no es muy duradero y cuándo su delgada figura de 40kg pasó esa marca: ésta cedió. 


Ni siquiera alcanzó a mirar a Diego o decir algo, el objeto solo se partió en dos como si nada, dejándola caer al oscuro abismo con un grito que dejó de escucharse al segundo.


—¡VANESSAAAAAAAAAAAAAA!— Se lanzó sobre sus rodillas y quedó en la orilla, mirando a la oscuridad, arrojó los lentes a un lado y se puede ver inclinándose peligrosamente.


—Nononononono... por favor no...—


Su respiración agitada volvió y está vez su voz parece estar a punto de romperse en llanto.


—VANESSA. VANE...¿ME ESCUCHAS?—


Dejó de hablar y reaccionó a algo, estiró la mano a tomar los lentes y así miró nuevamente al vacío.


—Estoy bien.—


Es tenue, pero se alcanza a escuchar la voz familiar de Vanessa. 


—Gracias a dios... Me preocupe por un mo-


—Deberías venir también.—


Guardó silencio, claramente extrañado.


—¿Qué?—


—Todo está bien amor, hay un colchón, la salida está por aquí.—


La que antes era una voz casi imperceptible se volvió más clara, fuerte.


—Pero Óliver y-y Janeth...Jaun.—


—Oh no bebé, esos fueron efectos especiales, puertas falsas y espejos, todos están bien.—


Silencio. Diego se incorporó, y colocó sus pies al borde del precipicio.


—¿Cuál es el apodo por el que me llamas en privado?—


Silencio.


—Pequeñín~ 


Aquello pareció prueba suficiente, levantó su pie derecho con la intención de dar un paso adelante;  no lo hizo.


—¿Qué pasa pequeñín? ¿No confías en mí?— La voz se hizo más fuerte, casi como si estuviera ahí frente a él. 


Diego dió un paso atrás.


—No, no... ésto ¡NO ERES ELLA!—


El lugar se sacudió y de la oscuridad, salió una mano, una mano enorme, no gigantesca, pero grande como para cubrir la mitad del torso de un adulto.


Diego se quedó congelado al ver cómo ésta se sujetó del borde y de abajo, salió una cabellera rubia, una cabeza que bien podría cubrir la mitad del pasillo. 


Era Vanessa, o algo con su rostro. Tiene una apariencia pálida, no monstruosa, pero con la piel gris, venas marcadas y el cabello opaco.


—Ven, ven... VEN.—


La voz comenzó a distorsionarse y Diego corrió por el pasillo, temblores, risas macabras detrás suyo, sea lo que sea no parecía rendirse pues lo estaba persiguiendo por el estrechó lugar. 


Dió vuelta en la única opción disponible y ahí a la distancia se pudo observar una puerta, no un cartón, no una pared. Un par de puertas metálicas, con un familiar marco alrededor de ellas. 


<DING>


Se escuchó a lo lejos y las puertas se abrieron, revelando el interior de un elevador. 


—VEN MI AMOR. AHORA PUEDO USARTE COMO QUERÍAS. TE PONDRÉ ENTRE MIS PECHOS.—


Resonó la monstruosa voz de la criatura que pretendía ser Vanessa, pero Diego no hizo caso y continuó corriendo hasta que alcanzó el elevador e inmediatamente presionó el botón para cerrar las puertas mientras la criatura, contorsionada de una manera inhumana se hizo pasó hacía él.


<DING>


Las puertas se cerraron a tiempo y sólo se escuchó una voz ahogada acompañada de sacudidas. 


Diego cayó de espaldas a un rincón, no aguantó más y se soltó en llanto, tirando nuevamente los anteojos cámara al suelo, al lado suyo.


El elevador suena nuevamente y comienza a moverse por sí solo. 


Desde ahí se puede ver qué está sentado, abrazando sus piernas con el rostro hundido en las rodillas, se queda así un momento. 


Una gran gota cayó del techo, aparentemente sobre la cabeza del jovén.


—Que mierda.—


Maldice, llevando las manos a su cabeza y examinando el fluido.


<DING>


El sonido llamó su atención y las puertas se abrieron y algo, o mejor dicho, alguien al otro lado captó su atención.


—Felicidades por llegar al final del experimento. Mi nombre es Lil- /Ahem/ la doctora Tulip.—


La voz es tan potente que satura el audio por un momento y hasta le causa dolor a Diego.


—Ahora, para la última etapa, sigue mi favorita, la prueba del sabor.—


Algo como una neblina delgada entró al elevador, Diego trató de retroceder con sus pies llegando incluso a levantarse para escapar. 


El elevador entero crujió y comenzó a sacudirse cuándo algo, un órgano rosado, esponjoso y cubierto del mismo fluido que recubre las paredes entró. Tenía un objetivo, Diego. 


La cámara se empaño por la humedad y calor pero aún se alcanza a distinguir, se nota un forcejeo entre Diego y lo que se puede identificar como la punta de una lengua, ésta lo atrapó un par de veces, pero el lubricado cuerpo del jovén resbaló. 


La tercera fue la vencida, cuando ésta se colocó debajo y con un suave movimiento lo lanzó al techo, dónde aparentemente quedó inconsciente pues al caer nuevamente, ya no se movió. Y así, con suavidad se retrajo con su premio. 


Lo siguiente fueron sonidos, gemidos placenteros. Hasta que el lugar se sacudió otra vez y la cámara se movió al ser levantada.


La imágen se oscureció por un segundo para aclararse al siguiente, el lente fue limpiado y el rostro monstruoso de Vanessa apareció por un momento, solo para convertirse en uno diferente, el de una joven sonriente de ojos afilados y rostro redondo. 


Es la misma chica pelirrosa que estaba haciendo el papel de asistente.


—¿Vez? Te dije que había quedado algo...hmmm, no parecen lentes normales...OH, es una cámara ¡Mira! Aquí está el lente. —


Enfocó a la persona con la que hablaba, una joven asiática de cabello oscuro que está muy entretenida con algo en su boca.


—¿Enserio? Vaya que la tecnología es asombrosa si pueden tener cámaras en los anteojos.—


La voz resonó al punto en que se distorsionó el audio, claramente aquella persona era mucho más grande ya que quién tomó la cámara pasó a sentarse en sus hombros.


—Quizá te consiga unos ¡Para que grabes tu punto de vista la próxima vez!— Mencionó al tomar una paleta de color rojizo y colocarla en su boca. 


Con eso, el panorama cambió cuando ella se puso los lentes, dejando ver el panorama completo dónde se ve el laberinto, pero e

ste no es enorme, grande como para abarcar todo el espacio de una mesa, pero igualmente pequeño en comparación.


Desde ahí se puede ver unos tres frascos de tamaño considerable, todos tienen pequeñas figuras humanas en el interior. El número es imposible de estimar, pero parecen ser cientos. 


—Creo que estos son suficientes. Ve por Jaime y dile que cierre y que venga antes de que se acaben.— 


—¡YAAAAAAAAAY!—


La imágen se corta después de ese festejo.


Chapter End Notes:

Disclaimer: All publicly recognizable characters, settings, etc. are the property of their respective owners. The original characters and plot are the property of the author. The author is in no way associated with the owners, creators, or producers of any media franchise. No copyright infringement is intended.

You must login (register) to review.