- Text Size +

El grupo eligió el camino izquierdo y caminó en esa dirección, Diego se quedó atrás, con la intención de tener una mejor vista de la aventura, de las reacciones y poder atraparlas en cámara. 


—Podríamos ir por la parte rica por unos dulces y de ahí a la licorería en las afueras ¿No?— Janeth sugirió, a lo que su pareja, Óliver soltó una carcajada sarcástica.


—Esos tipos son súper tacaños, sin ofender Jaun.— Agregó sin cortar el aliento. 


—No, no. Estoy de acuerdo.— Respondió apartando la vista de los muros. —En casa rara vez damos dulces y cuándo hay, son malísimos.—


De un momento a otro, la vista (y por lo tanto la cámara) de Diego se enfocaron en los muros y la espesa neblina del techo pues parecía estar más interesado en el laberinto que el resto del grupo que, aún se puede escuchar dialogando sobre qué ruta tomarían para su festejo grupal una vez salgan de ahí. 


—¿Qué pasa?— Inquirió la porrista identificada como Vanessa, su voz, aunque suave como un susurró, ahogó las voces de los demás por un momento debido a la cercanía y buena calidad del micrófono. La cámara se enfocó en ella. 


—No estoy seguro, algo se siente raro aquí..¿No crees? Las paredes, el suelo, se ven muy ¿falsos?— 


—Bueno sí, bobo, la cafetería de Lily tiene muchos clientes pero no creo que haya gastado todo en comprar materiales realistas.—


Diego sacudió la cabeza en negación, haciendo que la imagen se convirtiera en una mezcla de colores y formas por un momento.


—No, no. Me refiero a que se ven falsos como en muy similares al material con el que hacen los laberintos esos para ratones. Cómo cartón duro.—


El joven paró para luego poner su mano en el muro, es completamente blanco, duro según su descripción, incluso menciona unos detalles pequeños que la cámara no puede captar al no ser de tan alta calidad. La manicura de Vanessa se le unió en la imagen. 


—No se Diego, se siente como una pared barata como la de un hotel de la carretera.—


Comentó, alzando los hombros aún sin entender a qué se refiere su novio.


—Exacto, no como concreto. Una vez estuve aquí y los muros no eran así y el techo no era tan alto. Además, se siente como que alguien nos vigila.— Su vista fue a las alturas, a la neblina grisácea que está en constante movimiento, dando a notar un detalle que se le pasó por alto.


La iluminación, el laberinto está bien iluminado y sin embargo, no hay fuente de luz a la vista, ni arriba, ni abajo.


—Se llaman efectos especiales bebé. Creo que estás siendo muy paranoico y entiendo porque.—


Se acercó a abrazarlo, Diego pareció darle la razón en eso, pero aún así, no se puede quitar esa sensación de que algo no está bien.


—Fue tú idea venir aquí, sólo relájate, concéntrate en nosotros y estaremos fuera antes de que te des cuenta.—


—Hey tórtolos ¿Se van a quedar ahí toda la noche o van a venir? Encontramos algo.— 


Se escuchó la voz de Oliver al fondo del pasillo, en la segunda bifurcación que encontrarían en la noche y el primer obstáculo.


La pareja se disculpó y la imagen se sacudió con violencia confirme Diego y Vanessa corrieron a alcanzar a sus amigos. Un camino a la izquierda y otro a la derecha, el izquierdo se extiende varios metros en una sola dirección, más no parece un camino sin salida, otro detalle extraño del que solo se percatarian al revisar la gradación o al estar sumamente atentos en las direcciones.


Diego no pareció darse cuenta, o más bien no intentó pensarlo demasiado ya que el resto del grupo estaba en el que podría considerarse el correcto, al ver qué al fondo hay un muro, con un cártel o más bien una versión crecida de una nota "Post-it" amarilla y todo, escrita en una letra muy bonita, limpia y casi perfecta pegada en la pared. 


—Huele a...fresa.— Janeth hizo un comentario antes de que Diego se acercara a inspeccionar.


Se puede notar que no es una lona impresa, tampoco una cartulina y marcador, se ve como papel, la misma textura que una de esas notitas que se ven en cualquier papelería u oficina en la que escribieron un recado con una pluma cualquiera.


"Primera prueba: 

Hacer que ambos lados de la báscula queden perfectamente balanceados." 


Al fondo de ese pasillo, se ve una habitación más grande, cuadrada, sin nada en ella más que la mencionada balanza, una antigua con dos brazos y dos canastas colgando de cadenas, con una canica ya montada en una de éstas y lo que parecen cuatro dulces de maíz en el suelo en la esquina de la habitación. Todo en ese lugar, al igual que la nota, son versiones proporcionalmente más grandes a lo que están acostumbrados, marcando así su primera interacción con el mundo gigante que la atracción prometió.


—Al menos no nos pusieron a correr en una rueda para hamsters.— comentó Janeth.


—La verdad esperaba más.— Agregó Oliver, quién fue el siguiente en ser enfocado por la cámara, se puede ver acercándose a dónde están los dulces de maíz. Se inclinó en cuclillas y las manos posicionadas para tomar uno. —Es un poco insultan- UUUUGH.— 


Exclamó; apenas levantó el objeto antes de soltarlo al instante, mismo que dió un rebote en el suelo, acompañado de un sonido hueco, pero lo que llamó más la atención fue la repentina (y llamativa) reacción del chico.


—¿Qué pasó?— Inquirió Vanessa, mientras Jaun ya se había acercado a ayudarlo pero lejos de estar herido o en dolor, Oliver solo tenía una expresión de asco. 


—Está pegajoso.— 


Nadie dijo nada al momento, pero seguramente todos pensaron lo mismo, no decepción, pero sí un sentimiento de fastidió, molestia al sentir que su preocupación fue por nada. 


—No seas nena, seguro no es tan malo.— Janeth entonces se colocó al lado suyo para comprobarlo, ella lo levantó sin problemas. —¿Ves? Se siente como cualquier otro caramelo. Solo más grande.—


Expresó, dándoselo a su pareja quien nuevamente hizo un expresión de asco al recibirlo, Diego se acercó a tomar uno para luego examinar la palma de esa mano.


—Puntos para ellas por usar dulce real y no algo de plástico.— Musitó para sí mismo y la grabación como una nota para añadirlo en un voice over más tarde.


—No recuerdo que se sientan así ¿Segura que no están babeados?— Preguntó, ahora Janeth parecía asqueada por la mera idea.


Óliver fue a la balanza con una sonrisa de satisfacción en su rostro y colocó uno de los dulces, pero este ni siquiera movió el peso. Luego fue a la que tiene la canica e intentó levantarla y luego de unos intentos dónde solo pudo levantarla unos centímetros; se rindió. Y no era para menos, el objeto, transparente y redondo era al menos tan grande como su torso, como una pelota de playa, pero hecha de lo que parecía ser cristal hasta el centro.


Las cadenas de la báscula sonaron cuándo el peso recayó en la canasta una vez más. Jaun, siendo el músculo, decidió intentarlo también, pero aún cuándo la pudo levantar casi veinte centímetros, terminó bajandola también, su rostro está rojo por el esfuerzo.


—Ok, esa cosa sí que es pesada. No creo que esos sean suficientes.— 


—Y qué tal si...— Vanessa comenzó a hablar, tomó a Diego a Janeth del brazo y fue a dónde habían colocado el primer dulce.


—Ayudame.— Con eso dicho, la imagen bajó conforme Diego se inclinó un poco y con las piernas flexionadas; colocó las manos una sobre otra con las palmas hacía arriba, en posición para darle un empujón. —Uno...dos...tres.—


Y en un solo movimiento, la rubia obtuvo suficiente impulso para llegar hasta la canasta elevada sin ningún problema, con ésto, la balanza bajó un poco, más o menos 1/4 del camino a la meta. 


—Tú también.—


—Cariño, soy una modista, no porrista.— Respondió Janeth, se ve delgada entre el vestido pomposo, pero al parecer no es atlética.


Vanessa rodó los ojos y suspiró. —Diego te va a empujar y yo jalo desde acá, anda, no es difícil. —


El mencionado no cambió de posición, solo hizo una señal con la cabeza. 


Aunque renuente, Janeth aceptó, se apoyó sobre las manos del camarógrafo y el hombro de su pareja y entre ambos la subieron hasta la mano de la porrista quien aprovechó el momentum para subirla con ella. 


Pero nuevamente, la balanza no bajó casi nada. 


—Era de esperarse, seguro que entre las dos no llegan ni a los noventa kilos.— Comentó Oliver. 


—Sí...y no creo que esto dependa del peso de los participantes.— Agregó Jaun.


—Ash, lo sé. Solo quería hacer algo de trampa.—


Con eso dicho, ayudó a su amiga a bajar, luego, desde su posición; saltó a los brazos de su novio.


La imagen se sacudió cuándo Diego la cachó. —Fue un buen plan, bebé.— 


—¿Será algo mecánico? Tipo ponemos los dulces y ellos aprietan un botón que baja la cosa esa.— 


La lógica tenía sentido, es la misma mecánica que se usan en los juegos de fuerza de los carnavales, esos del martillo que incluso personas musculosas no suelen ganar debido a la trampa que tienen. 


Valía la pena intentarlo.


Entre Jaun y Oliver tomaron los dulces restantes en sus brazos mientras las chicas los arrojaron a la canasta hasta tenerlos todos ahí y esperaron con anticipación. 


Nada. 


No se escuchó ningúna señal, ninguna maquinaria, un sonido. 


Nada. 


Para ésto, Diego volvió a la nota y se quedó mirando en contemplación. 


—Hey...y si ¿Quitamos la canica? La esfera esa.— El resto lo miró extraño. —Las instrucciones dicen que solo hay que balancear, no dice que hay que usar las cosas ni nada.—


—Pero está muy pesada como para levantarla y quitarla.— Jaun añadió.


—Pero podríamos empujarla ¿No? Rodarla fuera de la canasta.—


Miraron la pieza en cuestión, se les llama canastas pero en sí son como cuencos amplios y muy poco profundos.


—Ok, podría funcionar.— Óliver fue el primero en colocarse. 


Jaune sería el encargado de empujarla mientras Diego y Oliver detendrían la base para que no se moviera y poder sacar la canica de ahí. 


—Oigan ¿Y si se rompe al caer en el suelo?— Pensamiento que Vanessa transmitió muy tarde, pues cuándo las palabras salieron de su boca, el trío masculino consiguió botar la canica. 


En un instante, los tres chicos retrocedieron para evitar cualquier fragmento de cristal, incluso se cubrieron los oídos. Grande fue su sonrisa cuando la esfera de cristal tocó el suelo y en lugar de romperse en mil pedazos, ésta dió un rebote suave en el suelo, seguido de secuelas más que hicieron vibrar el suelo.


—¿Sintieron eso?— Preguntó Diego.


—¿El temblor? Sí, esa cosa sí que era pesada.— Respondió Jaune.


Diego negó, sacudiendo la imagen una vez más.—Si, pero...se sintió raro, como que el suelo no es completamente sólido.—


Nadie pareció entender de lo que estaba hablando, posiblemente es referente a su comentario anterior de que el lugar parece más bien hecho de papel o cartón duro. 


—Si bueno, lo único que me preguntó es...¿De qué está hecha? Si es cristal seguro salió muy cara.— Interrumpió Oliver. 


La idea no pareció llegar más lejos pues unos segundos después, otra vibración, (más cercana a un temblor) sacudió el lugar y al lado de la balanza, se abrió una puerta. O más bien el muro se deslizó hacia arriba y abrió un pasillo nuevo. 


—Bro.—


Óliver fue el único en hablar, pero todos parecían estar de acuerdo. El rostro de todos expresaba lo mismo, alarma, incomodidad, un miedo instintivo que, incluso al verlo a través de una pantalla se puede adivinar el porqué y es que a pesar de lucir igual que los otros pasillos, ese camino luce extraño, raro, espeluznante.


Pero nadie dijo nada, quizá por miedo a recibir burlas del resto.


—Pues a continuar, la salida no vendrá a nosotros.— Habló Óliver para aliviar la tensión del grupo y nuevamente fue el primero en adentrarse.


Uno por uno, pasaron por el umbral hasta el último, Diego dio un vistazo cercano a la pared, donde pudo apreciar una alta, pero delgada separación donde imagina estaba atorado el muro. Dejando la pregunta ¿Qué tan alto es ese lugar? Mínimo el techo debería estar al doble de la altura de los muros para poder dar ese tipo de libertades.


Algo completamente imposible dada las limitaciones de la estructura de la bodega. Pero eso no sería la única irregularidad, pues al avanzar un poco más, se encontrarán con más y más pasillos, bifurcaciones de dos hasta tres opciones que los llevaron a rincones sin salida y si, más pasillos. 


—Pero que mierda. Está cosa es jodidamente más grande.—


Se quejó Janeth, quién fue la primera en expresar lo que todos estaban pensando. 


—Creo que ni el campo de fútbol de la escuela es tan grande.— Jaune lo sabría, todas las mañanas corre en ese lugar.


—No, no. Vamos, debe ser un tipo de ilusión óptica o algo.— 


Podría tratarse de un engaño para sí mismos y calmarse, pero todos aceptaron esa teoría sin renegar, aunque sus expresiones no indican conformidad sobre todo Janeth, quién parecía ser la más molesta. 


—Basta, llevamos más de treinta minutos en ésto.—  Agregó y levantó la mirada al brumoso techo. —Se que alguien está viéndonos. Queremos salir.— Llamó, a pesar de que normalmente no hay ese tipo de ayudas, ni salidas rápidas en los laberintos. 


Silencio.


—HABLO ENSERIO. LE LLAMARÉ A LA POLICÍA SI UNA DE USTEDES NO VIENE A SACARNOS.—


Gritó, roja del coraje. Oliver se acercó a tratar de tranquilizarla, pero ésta no separó la vista del techo más que para sacar su celular y hacer la llamada.


—Per-fecto.— Refunfuño. —¿Ustedes tienen señal?— Inquirió y con eso todos sacaron sus teléfonos. 


Todos negaron. La preocupación y alarma ahora es más visible.


De pronto, un temblor, uno más fuerte que el de la primera prueba, les hizo reaccionar. Enfocaron su atención en un pasillo detrás de ellos pues al parecer la sacudida se originó de allá. Janeth caminó furiosa en esa dirección.


—Más vale que eso sea una maldita salida.—


Todos le siguieron de cerca, lamentablemente a la vuelta de la esquina no había una salida, pero algo perturbador.


Al final del pasillo corto se podía ver lo que parecía ser una figura humanoide con tachuelas en cada brazo y en los muslos, clavada en el muro, crucificada de cierta manera. 


—Oh por...—


Liquido carmesí gotea de las tachuelas y el muro, formando así un pequeño charco en el suelo que contrasta con lo blanco del laberinto. 


—Joder que ésto se puso bueno.— Oliver se acercó a lo que se asume es un muñeco y sirope de maíz con colorante rojo. 


Exceptuando al pelirroja, todos están asqueados, sorprendidos pues era extremadamente realista y no era lo que esperaban tomando en cuenta que es la primera y hasta ahora única cosa de esa naturaleza.


—El anunció decía casa de sustos.— Diego mencionó. Recordándole a todos que la experiencia suponía ser peligrosa. 


—Ugh... se siente caliente.— Se escuchó a Oliver, quién sin pena alguna ya estaba tocando a la "muerta." Hasta que ésta, comenzó a moverse de la nada.


—Ug...c-o-rrag...—


—AH.—


Espetó el ruidoso chico quien inmediatamente retrocedió a resguardarse con el grupo. 


—Co..grrra..—


Sus palabras son casi incomprensibles, cargan un sonido húmedo, carnoso y sangre brota de su boca obstruyendo y distorsionando toda palabra. Se puede apreciar como es que hace un esfuerzo por mover sus extremidades, quejándose en cada intento debido a que las tachuelas la tienen firmemente clavada.


—¿Trabajas aquí? Estamos cansados, dinos dónde está la salida.— Desinteresada en el "acto" Janeth interrogó, pero la persona dejó de moverse a los pocos segundos. 


Eso molestó a la jovén, quién en modo "Karen" se acercó para sacudirla con intención de hacerla reaccionar o ya al menos hacer que la seguridad entrara para correrlos. 


Pero igual que antes, su acción no tuvo una reacción y eso solo la enfureció más. Fue ahí que Diego notó algo e incluso se lo hizo notar en silencio a Janeth y es que al parecer, la mano derecha de la chica, el índice en específico está apuntando en esa misma dirección. Al parecer lo tomaron como una pista, una ayuda discreta de su parte.  


Y fue una terrible, terrible idea. 


Al final de ese camino y una vuelta a la derecha, se encontraron con algo sorprendente en su propio sentido.


Un objeto, rojo en su totalidad que parece estar recubierto de un fluido viscoso, es sólido pero tiene la transparencia suficiente como para ver un centro rosado y pálido. Conectado a este parece haber un palo blanco que va en la dirección opuesta. 


Tiene una circunferencia que abarca casi todo el pasillo en su totalidad y dos, casi tres veces más alto que ellos. 


—¿Eso es una..?— Inquirió Jaun, acercándose a este para examinarlo.


—Paleta...—


Respondió Diego.



Chapter End Notes:

Disclaimer: All publicly recognizable characters, settings, etc. are the property of their respective owners. The original characters and plot are the property of the author. The author is in no way associated with the owners, creators, or producers of any media franchise. No copyright infringement is intended.

You must login (register) to review.