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Desperté en un lugar oscuro. Lo último que recuerdo de anoche fue de lo que escuché con Julie de Jane, y valla… Qué decir de eso. Jane fue a Malibu para matar a alguien. Eso era impactante a pesar de todo, porque una cosa es matarnos a nosotros sabiendo que vamos a regresar, y otra es quitarle la vida a alguien más y listo. Jane puede llegar a ser muy sádica y despiadada, pero nunca la vi como una asesina. Cuando entramos en su habitación ella fue dura y clara.

- ¡MALDITO GUSANO! ¡CÓMO TE ATREVES A METER A JULIE EN ESTO!... Uff, sabes, no voy a matarte, si lo hago no podremos recuperarte, mañana sabrás tu destino, ahora sólo vete a la mierda.

Ella simplemente me metió dentro de una de sus zapatillas, puso un calcetín en la punta para que no escapara y se fue a dormir, o eso pensé. Yo sabía que eso era lo mejor que podía esperar así que igual me fui a dormir, y luego de lo agotador que fue el día no me costó mucho.

Ya a la mañana siguiente caí en cuenta de que seguía dentro de su zapato, el olor del calcetín mezclado con el del interior de mi caverna personal lo delataban, y yo sin nada que hacer me acomodé para descansar un poco más. Así estuve por un rato hasta que todo el zapato se movió y sentí una presión importante sobre mí, parece que Jane había levantado el zapato rápidamente, para luego quitar su calcetín de encima y proceder a hablarme.

- Gusano, lo que hiciste anoche fue imperdonable, en lo que a mí respecta estás fuera de esto, te ofrecimos rendirte a ser nuestro esclavo y hasta ahora eres el único que sigue aguantando. Me repugnas, en especial porque metiste a Julie en algo que no entiende ni ella ni tú. A pesar de todo aun te veía como mi hermano, pero eso se acabó.

Acto seguido movió un poco el zapato, y a través de la abertura pude ver ahora el blanquecino rostro de Ally, la cual con una sonrisa conjuró algo dentro del zapato, todo se tiñó de tonos arcoíris por unos segundos y cuando pude ver otra vez noté que mi tamaño había cambiado otra vez, debía tener más o menos una pulgada de alto. En eso vi nuevamente el rostro de Jane, aunque no sabía que sería por última vez.

- Listo, ahora no eres más mi hermano, todos menos nosotras 5 olvidarán que exististe y por el resto de tu vida estarás bajo mis pies. No volveré a verte, si quieres comer tendrás mi mugre, si quieres beber tendrás mi sudor, la verdad no me importa. Hasta nunca gusano.

Luego de aquella devastadora declaración Jane dejó caer su zapato al suelo, para inmediatamente poner su pie encima y proceder a colocarse la zapatilla, conmigo dentro. Traté de correr hasta la zona de los dedos pero no pude alcanzarla, su pie había entrado y me atrapó bajo el centro de su suela. La presión era inmensa, pero segundos después ella empezó a pisotearme, una y otra vez. Creo que si no fuera por el hechizo de refuerzo habría sucumbido y ahora no sería nada más que una mancha roja pegada al pie de mi hermana mayor, pero eso, por desgracia, nunca sucedió.

Las horas pasaron y mi cuerpo se adaptó a la presión, era algo liberador porque ya no me tenía que preocupar por eso, pero si por el terrible olor que cubría todo el lugar. Supuse que ya habían vuelto a casa, pero no pude estar seguro de eso, de hecho a partir de ese momento no pude estar seguro de nada, ni siquiera del paso del tiempo. Pasó el día entero (creo) y por fin parecía que Jane se iba a quitar los zapatos. Pero cuando su pie se levantó un destello enorme me dejó ciego por un segundo, sólo para ver que ya no estaba en su zapato, estaba directamente pegado a la suela de Jane. No sabía muy bien cómo, pero el hechizo arcoíris de Ally no solo me encogió, sino que parece que eso de estar a los pies de mi hermana para siempre era literal, ya que ni bien se quitó el zapato yo me tele transporté debajo de su suela, quedando atrapado entre ella y el piso de lo que parecía ser su cuarto.

Yo estaba devastado ¿en serio pasaría el resto de mi vida bajo los pies de mi hermana? ¿Qué pasaría con mis amigos? ¿Con mi amor por Sheila? No pude pensar mucho en eso porque de inmediato Jane se puso a caminas por la caza, en dirección a lo que parecía ser el baño, cosa que confirmé al sentir el frío de aquellas baldosas blancas. Ella empezó a desvestirse, pude ver algo de ropa caer al suelo, pero no mucho más. Luego levantó su pie izquierdo seguido del derecho donde yo me encontraba, para meterse a la ducha. El agua que recorría por todo su cuerpo recogiendo su mugre llegó inevitablemente a sus pies, pasando un poco sobre mí. Por suerte no me ahogaba debido al pequeño espacio entre el arco del pie de Jane y la base de la tina, que me permitía respirar sin mayores inconvenientes. No negaré que esta sensación me excitaba un poco, provocándome mucha vergüenza, y aunque mi pene se puso duro, Jane ni se inmutó. Al terminar de bañarse se puso el pijama y se fue a la cama, para luego llamar a las chicas para que vieran una película. No pude reconocer cual era ni ver a mis amigos, y ciertamente si Jane decía la verdad, de todas formas ellos no podrían verme.

En eso me puse a pensar otra vez en mi situación. Pasé todo el día bajo en arco de mi hermana mayor, y por lo que parece así sería el resto de mi vida. ¿Cuánto sería eso? No tenía idea, sólo quería olvidarme de todo por un rato y me puse a dormir.

Al día siguiente seguía en el pie de Jane, mientras ella dormía. Este se supone que sería el día en el que me tocaba estar con Sheila, pero no la vi, de hecho no volvía ver directamente a ninguna de ellas, ni siquiera a mi hermana, sólo podía ver la parte inferior de su pie. Cuando despertó se fue a desayunar descalza al primer piso con el resto de chicas, sabía que estaban las 8 ahí, pero ninguna parecían notarme, era como si en efecto yo hubiera dejado de existir. De pronto sentí algo horrible en el estómago, hambre, pero hambre en serio porque no había comido nada en 2 días, y si esto seguía así no comería nunca más. Ya he muerto varias veces antes, pero morir de hambre me parecía una forma sumamente lenta y agónica de hacerlo, y no estaba muy entusiasmado por hacerlo, por lo que tenía que comer algo pronto antes de que fuera tarde.

Luego de comer Jane se puso unas sandalias Crocs y salió a lo que parecía ser el patio de la piscina, aunque no se metió a nadar sí parece que se recostó en una de las reposeras a descansar, o leer algo, o andar con el celular, les digo que no tenía certeza de nada. El interior del Croc estaba ligeramente iluminado por los agujeros que tenía, pero sin dudas lo peor de todo era el olor. Por Diosa, era espantoso. El olor de los pies de Jane siempre fue terrible, pero creo que y sin exagerar el olor de sus Crocs era el peor olor y el más rancio que había olido en toda mi vida. Fue tan grande como para desviar mi atención momentáneamente del hambre que sentía, aunque esta desde luego seguía ahí. Jane empezó a balancear sus pies un poco, lo que me dio libertad de movimiento por primera vez en muchas horas, aunque lo más que podía hacer era arrastrarme adentro de su Croc. Fui a la zona de los dedos donde quería ir en un principio, y el olor se intensificó como no tienen idea, en especial en las marcas que sus dedos dejaron sobre la goma de la sandalia. Luego de revisar un poco noté que entre sus dedos y en la punta de estos había algo de suciedad, algunas incluso en forma de bola, y sin pensarlo mucho me arrastré hacia ellas y empecé a comerlas como loco. El sabor era amargo y sumamente fuerte, como la esencia de sus pies concentrada y elevada a la enésima potencia, pero tenía que seguir comiendo y pensé que al menos era mejor que morirse de hambre. Comí hasta quedar satisfecho y aún quedaba mugre en varios de sus dedos, y también en las marcas de estos en el Croc, pero ahora simplemente me recosté y traté de descansar un poco.

De pronto al estar sumergido en mis pensamientos me percaté de algo. Había comido la mugre de los pies de Jane muy fácilmente y sin oponer mayor resistencia. Es más, cuando Julie fue a buscarla a la entrada del hotel, yo no la cuestioné demasiado, y simplemente la dejé hacer lo que quería. Es más, la mayor parte de mi tiempo con Diane aquel día lo disfruté. ¡ES MÁS, OBEDECÍ AL DEDILLO EL JUEGO QUE DIANE Y LAS 3 IMOUTO IDEARON EN EL JACUZZI SIN RECHISTAR EN NINGÚN MOMENTO! Todo eso ya no me parecía terrible o extraño, ni humillante por decirlo menos, lo que me hizo pensar ¿En serio ya me he rendido y aun no me di cuenta? Parecía que la respuesta era afirmativa, y a estas alturas no me quedaba otra que aceptar mi actual destino, ser la plantilla permanente del pie de mi malvada hermana mayor.

El resto de los días no fueron nada fuera de lo común (o al menos de lo que ya había experimentado). Cuando me daba hambre comía de la mugre de los pies de Jane, y curiosamente cuando tenía que mear o cagar los orines y la mierda desaparecían al momento de que los expulsaba de mi cuerpo sin dejar rastro, algo que de nuevo atribuí al hechizo de… Espera ¿Quién me había puesto ese hechizo? Con forme pasaban las semanas me olvidaba cada vez más de quien era yo y como era mi vida antes del pie de Jane, y ella en ningún momento me notó. Oía la vos de 2 adultos que me parecían familiares al cabo de unos días, pero ellos no parecían recordarme por lo que los escuchaba, aunque sentía que así debía ser por algún motivo. Durante meses pasé por todo el calzado de Jane, un montón de zapatillas, sandalias, botas y tacones. Con el paso del tiempo empezaba a hacer más frio, ya era invierno por lo visto, y Jane empezó a usar más calcetines. A veces aparecía dentro de ellos, y a veces entre ellos y el calzado que estuviera usando, nunca supe el por qué y la verdad no me importaba.

Recuerdo que varias veces ella se ponía un par de sus zapatos más finos e iba a bailar a algún bar o lo que sea. Estaba así por horas, pisoteando mi cuerpo constantemente, y en esos momentos la presión que sentía al principio de esta nueva vida regresaba y con mucha fuerza, sin mencionar que al cabo de un rato los pies le empezaban a sudar mucho, cosa que desde luego siempre aprovechaba para beber tanto de su sudor como pudiera, y en cierta manera me gustaba. Sobra decir que las veces que llegaba a correrme, pasaba lo mismo que con mis desechos, simplemente desaparecía luego de salir de mí, aunque en esas ocasiones lo hacían mucho más lento, o puede que la excitación del momento me haga parecer que era así, quien sabe.

Tal como pasaron las semanas y los meses pasaron los años. Ya no recuerdo ni como me llamaba o por qué me encontraba en ese lugar, lo único que sabía era que este era el pie de Jane, una chica gigante, aunque no recuerdo muy bien quien era o de donde la conocía tampoco. A lo largo de los siguientes 30 años más o menos Jane seguía haciendo lo mismo de siempre, o eso me parecía, pero algo que tenía claro al haberlo visto en varias ocasiones era que ella encontró su hobbies favorito, hacer ejercicio. Iba casi todos los días al gimnasio y yo, desde luego, la acompañaba. A pesar de todo el ejercicio menos pesado para mí fue la caminadora, ya que era como un trote suave que más que nada ya me parecía relajante. Al cabo de unos minutos de calentamiento empezaba a sudar y yo me ponía manos a la obra. Desde hacía tiempo que empecé a lamerle los pies a Jane mientras sudaba, antes sólo para poder hidratarme, pero ahora lo disfrutaba mucho, sentía que era lo más divertido que podía hacer en mi situación y, de cierta forma, era una forma de agradecerle a Jane, quien no se desde cuándo se había convertido en mi diosa, por todo lo que me había dado a lo largo de los años, una vida sin preocupaciones, donde sólo existía y la planta de su pie. A pesar de tener ya casi 50 años, ella seguía en forma y sus rutinas de ejercicio no variaban mucho. Las pesas me daban mucha presión y las elípticas eras una mezcla de las 2 anteriores, pero mi ejercicio favorito era la bicicleta. De su pie y sus lindas arrugas salía muchísimo sudor, era como un festín para mí, y lo disfrutaba por el tiempo que fuera necesario, que variaba entre días.

A pesar de eso habían días donde aparecía bajo su media y entre su zapato deportivo, cosa que aunque no me proporcionaba tanto sabor directamente, en cierta forma me gustaba ya que el calor interior era como un sauna muy relajante, sin mencionar que en sus medias habían pedazos de mugre que comía sin parar, tanto que a estas alturas veía como un verdadero manjar. También varias veces al año Jane participaba de maratones, donde corría todo el día y, en más de una ocasión, durante varios días atravesando varios estados. Para mi esas maratones eran como el cielo, todo lo que me gustaba de los pies de mi Diosa Jane estaba ahí, su sudor, la comida en sus pies y medias, la sensual presión y aquel calor sumamente reconfortante, y eran las épocas del año donde más acababa.

Esas actividades se fueron desvaneciendo en el tiempo con el pasar de las décadas, Jane estaba envejeciendo pero mi amor por ella no se marchitaba ni un solo día. Yo lamería, besaría, masajearía y me correría en la planta de su pie hasta el día de mi muerte. Aquel día finalmente ha llegado, yo ya no tengo casi energías para moverme, y cada paso que daba Jane, por más lento que fuera, terminaba por dolerme bastante. En uno de esos finalmente no pude más y dejé de respirar, yéndome con una enorme sonrisa entre oreja y oreja, ya que me iba muy feliz de saber que, durante toda mi vida, cumplí con lo que tenía que hacer, adorar los hermosos pies de mi Diosa, la hermosa, preciosa, incomparable y única dueña de mi cuerpo y mi alma, mi Diosa Jane.

- ¡AAAAAAAAAAAAAHHHH!

Grité lo más fuerte que había gritado en mi vida. No sabía que estaba pasando, pero de pronto oía una vos y volteé la mirada hacia arriba del zapato en el que me encontraba y vi como el calcetín que tenía por techo era retirado de su sitio.

- Oye cállate de una vez, no te he dicho que hables.

- ¿J-Jane? ¿Q-Qué pasó, quien soy, dónde estamos?

- Ally te hechizó con una ilusión muy poderosa, le di los detalles para crearla y por lo visto ya moriste dentro de ella.

- Pero… Fue tan real… Pasé toda mi vida bajo tu…

- Esa era la idea, gusano. No quería lastimarte en ese momento así que le pedí a Ally que te hechizara para que pasaras la noche ahí, ahora cállate de una vez, son las 5 de la mañana y quiero dormir un poco más hasta que nos vallamos de este maldito hotel.

Luego de eso volvió a colocar el calcetín en la entrada de su zapato. ¿Seguíamos en el Resort? ¿Toda la vida que viví fue una farsa? Se sintió sumamente real, y la verdad aún no estaba del todo consiente de haber regresado a la realidad, por lo que para aclimatarme me puse a lamer el fondo del zapato de Jane hasta quedarme dormido, lleno de dudas de mi futuro…

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