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No mentiré, estaba muy asustado. Antes de ayer pensaba que Kanna era tímida y algo friki por cómo se comportaba siempre que la veía, así que el hecho de que haya sido capaz de matar a 3 de mis amigos, incluyendo a su propio hermano, sumado a lo que me dijo Sheila sobre ella, hicieron que mi visión anterior de su persona se callera en mil pedazos, siendo reemplazada por… Nada. O bueno, por nada hasta que viera de que era realmente capaz.

Ella me subió por las escaleras hacia el segundo piso, donde entramos nuevamente al cuarto de mi hermana. Kanna me puso sobre la cama, donde pude verla mejor. Su cabello violeta, aunque teñido, tenía el mismo tono que sus ojos, un tono inconfundible a pesar de que siempre llevaba encima sus anteojos, los típicos rectangulares sostenidos sobre su linda nariz y sus ocultas orejas. Sus ojos estaban rasgados, algo natural debido a su ascendencia japonesa, pero no eran como los de Kidomaru, para nada, en ellos notaba cierta mirada pícara que nunca había visto en ella antes. Su cabello le llegaba a la altura del cuello, y por si su peculiar color no fuera suficiente, encima tenía 2 moños negros que sobresalían de aquella lisa y hermosa cabellera. De vestir llevaba simplemente parte superior de un pijama morado y estaba en bragas. A pesar de no tener nada de “pechonalidad”, no podía pasar por alto que Kanna era bastante hermosa, no puedo culpar a Duke por amarla. El silencio se rompió cuando la misma Kanna se percató de cuanto la veía.

- ¿Se te perdió algo, pequeño Jazz? –Dijo de modo juguetón, poniendo su brazo izquierdo sobre su cintura.

- N-No, nada Kanna, d-d-d-digo, Ama Kanna. S-Sólo veía lo bonita que era. –Dije con algo de miedo, pensando que los cumplidos la calmarían y no sería tan severa conmigo.

- Bueno, no creas que por decirme bonita me calmarás o algo, ya que bueno, yo seré quien te de tu castigo por intentar escapar.

La cagué.

- ¿C-Cómo…?

- ¿Cómo supe lo que pensabas? Tranquilo, no leo la mente, pero no eres el primer pequeño que trata de usar ese truco conmigo, y no serás el primero al que le resulte. –Guiñó un ojo y se rió un poco, a modo de burla. –Voy a cambiarme a algo más… Apropiado, espérame aquí.

Acto seguido se levantó, fue a lo que creo era su bolso y sacó su nueva vestimenta, una que no me dejaría indiferente. Ya la había visto usar un traje de Dominatriz anoche, aunque a decir verdad pareciera que anoche fue hace mucho tiempo, pero ese traje no era como este. La parte de arriba se parecía a una faja por atrás, ya que estaba unida en el centro por unas ligas, dejando ver bastante piel, y su diseño se limitaba a ciertos detalles en rojo. Llevaba unos guantes que le llegaban hasta el codo, uno de ellos parecía tener púas en el antebrazo, y el otro unos broches de metal, ambos con detalles en rojo en los contornos. Tenía colgado del cuello un medallón dorado con una gema roja en el centro, que brillaba bastante. Sus botas de tacón alto tenían las suelas rojas y un patrón de púas en las pantorrillas, similar al de su brazo derecho, le llegaban algo más allá de las rodillas, y del borde sobresalían unas pantimedias de género color negro. Desde luego toda su vestimenta era de cuero negro, no podía ser de otra manera. Si se preguntan por la parte de la entrepierna, eso fue lo que más llamó mi atención, ya que no había nada, tenía su enorme vagina expuesta, y desde luego yo siendo quien soy me fijé más en eso que en todo el conjunto de dominatriz… Y ella lo sabía.

- ¿Puedes dejar de babear? ¡No se supone que disfrutes esto!

- Es… Es que… Y-Yo… -No podía evitarlo, se veía divina, como muchas de las dominatrices que he visto en cientos de vídeos en internet, y obviamente si se viste así no es por comodidad precisamente.

- ¡Pequeño pervertido! Si te castigo así seguro mueres a la primera, déjame ver…

Ella me levantó con una mano de la cama y con la otra tomó su medallón, el cual apuntó a mí, y en unos segundos la luz que emanaba la gema empezó a brillar aún más, cubriéndome entero con su brillo y cegándome momentáneamente. Cuando abrí los ojos de nuevo noté que mi tamaño había cambiado, ya no medía una pulgada, debía tener al mejor unas 4 o 5, miré a Kanna sorprendido, aunque ella se veía bastante complacida.

- ¿Lindo, no? Es un artefacto mágico, Ally lo cargó con el hechizo de cambio de tamaño y me lo dio en un cumpleaños, y ni siquiera tuvo que salir del pueblo para conseguirlo, mira.

Kanna dio vuelta el medallón, y noté que tenía grabado “Bienvenido a Rachelton”.

- Este pueblo está lleno de estas cosas, simples adornos para la mayoría, pero que funcionan en manos de una bruja. Ahora si vámonos.

Acto seguido ella tomó todo mi cuerpo en su puño y caminó fuera del cuarto, en dirección a la habitación de mis padres. Allí fue donde Ally jugó conmigo anoche, y donde le lamí los pies a Jane antes de que todo esto pasara, ya no era la habitación que recordaba y más nunca lo sería, y ahora Kanna se sumaría a la lista de chicas que me subyugaron dentro de ella… O algo así. Kanna subió por las escaleras de caracol que daban al tercer piso, al estudio de mis padres. Eso era algo que en definitiva me impresionó, al igual que Jane y Alfa, ahora yo conocería lo que había dentro del estudio, aquella habitación que nunca nadie más que papá y mamá debían visitar, y que las chicas se cagaron encima de esa regla. Al subir luego de que Kanna levantara la trampilla de la escalera y prendiera la luz noté algo raro, ya que todo a simpe vista parecía un ático como cualquier otro, con cajas en las esquinas, ahí de hecho vi las cajas de los adornos de navidad, también había un pequeño televisor de tubo, un par de sillas y un escritorio discreto con una computadora, todo iluminado por un foco que sobresalía del techo. Nada saltó a mi vista salvo una cosa, toda la habitación era algo pequeña, o bueno, eso me parecía hasta que Kanna presionó un interruptor algo oculto en las maderas de la pared, el cual prendió una luz Led amarilla en la parte sombría de la habitación, dejando ver una pared negra con una puerta del mismo color. Al acercarnos noté que la puerta tenía un candado y un picaporte, aunque ambos abiertos, después de todo Jane había entrado antes. Me llamó la atención las paredes, ya que parecían bastante blandas y sobresalían de la puerta, luego al acercarnos noté por qué, y es que no era pared tal cual, era espuma aislante de sonido, como la de los estudios de grabación. Eso explicaba por qué cuando mis padres subían nadie podía escucharlos, me pregunté la razón desde luego, aunque cuando Kanna abrió al fin la puerta y prendió las luces deseé no haberlo hecho, ya que era mucho peor de lo que pensaba. Vi una mesa metálica rectangular con varios fierros sosteniéndola y sobresaliendo de ella, un inodoro hecho con fierros sin cisterna ni nada abajo, sólo la estructura y la tapa, una silla negra de cuero con un respaldar muy alto, casi como un trono, una jaula de metal grande al lado de ella, una cruz de madera negra en forma de una X como la que vi en Game of Thrones, un armario con ropa de todo tipo, resaltando varios trajes BDSM, un baúl negro de madera con tallados bañados en oro cuyo contenido no me quiero ni imaginar, un caño de metal desde el suelo hasta el techo sobre una plataforma, 2 argollas del tamaño de muñecas colgando del techo por una cadena, una cama matrimonial de sábanas rojas, un gran espejo y un mini bar lleno de vino junto con 2 copas que más parecían cálices. Las evidencias de lo que mis padres hacían aquí eran irrebatibles, y es algo que aunque me cueste quiero olvidar en este momento, pero de momento más miedo me da el hecho de que Kanna me haya traído aquí. Toda la habitación estaba cubierta del mismo aislante de la puerta, a excepción de los espacios donde sobresalían pequeñas luces que bañaban la habitación de forma sutil. El piso estaba hecho de madera pero pintada de gris, y todos los elementos que me rodeaban me gritaban a la cara que si o si iba a morir. Kanna no tardó en sentarse en el trono de cuero, dejándome en el suelo frente a sus botas.

- Muy bien esclavo, escucha muy bien porque no lo pienso repetir, te daré órdenes y tú las obedecerás al pie de la letra, si no lo haces, no puedes o no me satisfaces, tu castigo seguirá hasta que lo logres ¿queda claro?

- Muy claro mi Ama.

- ¡Bien, lo primero que quiero es que te arrastres y lamas la suela de mi bota, ven!

Luego de eso levantó un poco el pie, dejando ver su suela roja, yo no tenía más remedio y simplemente me arrastré como un perro bajo su pie, que era ahora sólo un poco más grande que yo, y empecé a lamer y lamer su asquerosa suela, tragando motas de polvo y tierra en el proceso, algo sumamente desagradable. Seguí así hasta que ella misma dijo “¡Cambio!” y me arrastré de nuevo, esta vez para quedar debajo de su otro pie y repetir el proceso. Todo esto era horrible y humillante, pero yo lamí con todas mis ganas ya que quería que aceptara mi castigo y no hiciera más…

- ¡Oye que mierda estás haciendo ahí abajo, no siento nada!

Al decir eso me presionó contra el suelo lentamente, haciendo que el dolor recorriera todo mi cuerpo. No dejaría que su juego me perturbara así que seguí lamiendo tanto como pude, más rápido esta vez.

- ¡A ESA MIERDA LE LLAMAS LAMER!

Kanna levantó su bota en el aire y empezó a pisotearme con fuerza, dolía como el carajo pero no me causaba ningún daño fatal, aunque si hubiera conservado mi tamaño anterior la historia sería muy diferente. Luego de pisarme más de 20 veces escupió en mi dirección, cayendo mucha de su saliva sobre mi cuerpo, más que nada en mi pecho y cara, para luego bajar su pie una vez más y frotar mi cuerpo contra su suela de un lado al otro, con su saliva de por medio. Al sacar su pie noté que ahora todo mi cuerpo estaba húmedo y sucio en partes iguales, ya que esas sacudidas esparcieron su saliva y mugre de la suela de su bota por todo mi ser. Agité un poco mi cabeza para recobrar el sentido, esperando otra orden.

- ¡Obviamente fallaste, pedazo de basura, ahora ven y quítame las botas!

Vi que sus botas tenían un cierre al lado, pero estaba aún muy alto para mí, el borde medía al menos 4 veces más que yo, así que sólo quedaba la chance de subir. Puse mis brazos alrededor de la bota y traté de escalar, pero luego de unos pocos segundos me resbalaba debido al cuero, lo hice así varas veces hasta que en una, casi a punto de lograrlo, Kanna movió su pie haciéndome caer de espaldas al suelo, causándome un gran dolor en la espalda.

- ¿En serio ni siquiera eso puedes hacer? Si sigues así terminarás siendo mi esclavo personal para siempre, ¿sabías? –Dijo Kanna mientras se burlaba de mí y con un movimiento de mano se quitaba ambas botas, haciéndome sentir increíblemente patético en comparación. Sin dignarse a verme se paró del trono y caminó hacia la caja, y en su primer paso me pisó así sin más. Cuando volvió tenía en una mano unas pequeñas cuerdas, que gracias a unos vídeos sado que vi hace tiempo supe para que sirvieran, y me daban asco. Ella me miró con más maldad de la habitual y procedió a amararme entero de forma muy hábil, atando mis pies, piernas, hombros y brazos tras mi espalda, dejando el último nudo en mi cuello y teniendo el otro extremo en su mano. Luego de eso me dejó colgando mientras caminaba a la cama, me dolía el cuello bastante pero gracias al espacio en el nudo no me ahogué. Al echarse sobre la cama me lanzó hasta el borde, aun sosteniendo la cuerda, y me dijo su nefasta orden.

- ¡Ven a mis pies, esclavo!

La obedecí, no pude caminar así que me arrastré hasta sus pies como un gusano, era tal vez una de las cosas más humillantes que había hecho, pero a decir verdad ya perdí la cuenta, pero al menos llegué en aproximadamente un minuto, el cual ella se mantuvo en silencio, y sólo eso ya me empezaba a asustar.

- Bien, ahora párate.

Eso hice con mucha dificultad, después de todo no podía mover las piernas. En eso de repente y sin advertencia ella jaló la cuerda que tenía cruzando sus 2 pies, dejándome presionado a ellos.

- ¡Ahora sí, lame!

No quería hacerlo, sus pies olían mucho peor que los de mi hermana, y sus pantis estaban súper sudadas, sentía nauseas de solo estar cerca de sus pies.

- ¡Qué lamas! ¡AHORA! –Dijo, tirando más de mí correa.

- ¡Por favor Diosa, no me obligue a hacerlo!

- ¡¿Qué dices?!

- ¡Se lo suplico, haré cualquier cosa, por favor no me haga hacerlo!

- ¡ERES UN PEDAZO DE MIERDA! Salí a correr temprano esta mañana sólo para dejar listas mis pantimedias para ti ¿Y me pagas con eso? ¡LAME AHORA, O TE JURO QUE TE ARREPENTIRÁS DE HABER SUPLICADO POR PIEDAD TAN PRONTO!

El miedo me ganó y comencé a lamer sus pantis. Ella seguía jalándome haciendo que quedara muy presionado contra las plantas de sus pies, eso seguro hacía que el olor fuera así de insoportable. Lamí como un perro, muy rápido por temor a hacerla enojar, fue entonces donde pensé ¿a qué punto he llegado? Ellas me encogieron recién ayer y en mí ya no queda ni una pisca de amor propio. Quiero decir, estoy lamiéndole los pies a una chica que conozco desde hace años, es hermana de uno de mis amigos, ¿y aun así estoy como un perro lamiéndole los pies y empapándome de sudor? Esto era demasiado, y a pesar de que las dosis de Femdom y Pies estaban por los cielos, no sabía ni siquiera si Sonic o Duke pudieran soportarlo, y si era así ¿si tenía sexo yo podría soportarlo? Me habían roto, sólo era un triste pequeño a merced de estas 5 gigantas para lo que desearan, en un Loop virtualmente infinito… Pero luego pensé en escapar, tanto por mí como por mis amigos, no merecían estar en este infierno, y mientras tuviera eso, pueden hacerme lo que quieran, pero lograré escapar.

Lamí como por 15 minutos sus pies sudados hasta que ella rompió el silencio.

- ¡Alto! Lamiste mis pies de una manera formidable, tal vez sea de las mejores lamidas que he tenido… Pero al principio te reusaste a hacerlo, y por ello mereces que sigamos.

Dijo eso entre suspiros, al alzar los pies pude ver que estuvo haciendo durante este rato, se estaba masturbando. Le excitaba el hecho de que estuviera forzado a lamerle los pies, sí que era una sádica. Aun así no me esperé lo que hizo, con una mano me agarró y me dio una mirada muy coqueta, para luego acercarme lentamente a su vagina, no podía creerlo pero iba a ser el consolador de Kanna. Yo gritaba de terror, sabía lo que eso implicaba y, en efecto, que me usara de forma sexual no me estaba excitando, el miedo que sentía era mucho mayor. Cuando mi cabeza tocó sus labios pude sentir un olor fuerte saliendo de su útero, y aunque ya había perdido mi virginidad por los labios de Ally, aún no lo asimilaba, y ciertamente esto era mucho más serio.

- Haz algo útil esclavo, lame mi clítoris…

Me costó debido a la posición en la que me tenía Kanna, pero estirándome lo más que pude logré llegar a su clítoris, que era desde mi punto de vista tan grande como una naranja. Empecé a lamerlo de arriba abajo y por los lados, sentí que ella empezaba a gemir más fuerte por lo que lo estaba haciendo bien, no sé por qué pero me dejé llevar, ya en esta situación era mejor que cambiara mi mentalidad fatalista, así que aproveché y me metí su clítoris en la boca, chupando desde adentro. Esto la prendió aún más, y de golpe me tomó con más fuerza y me metió de golpe dentro de su vagina, donde sus fluidos me empaparon todo lo que llevaba adentro. Ella sacó y metió mi cuerpo una y otra vez, a estas alturas yo también empecé a excitarme un poco, pero en el momento que mi pene empezó a ponerse duro algo pasó.

Por lo que supe Kanna cogió el medallón y volvió a encogerme, esta vez poco a poco mientras seguía usándome como consolador. Cuando tenía el tamaño de 1 pulgada que tuve la mayor parte del tiempo ella llegó al clímax, y una cascada de fluidos vaginales empezó a ahogarme, y como ella aún tenía 2 dedos adentro conmigo no pude salir. No supe mucho más, pero me reduje tanto que terminé ahogándome en el semen de Kanna, así hasta mi muerte.

Desperté sobresaltado al salir de la media de Jane junto con Sonic y Duke.

- Buenos días, gusanos, que tal su ¿noche? Bueno, mejor dicho, ¿qué tal tu mañana, Jazz?

Mis amigos me miraron y yo a ellos, ahora los 3 habíamos sido víctimas de Kanna.

- ¡Parece que Kanna te comió la lengua jajaja!

- Aun así el día sigue, volvamos a lo mismo de antes. –Dijo Kanna, cuya sonrisa seguía llenándome de miedo.

- Pues claro. –Dijo Ally.

Luego de eso cada quien agarró al peque que le pertenecía por hoy, comieron un pedazo de Pizza de anoche cada una y tomaron rumbos separados, y el mío desde luego fue el del segundo piso, aunque Kanna no hizo lo que pensé que haría, simplemente les dijo a Ally y Jane que subieran en 2 minutos a su cuarto, y ella subió al “estudio” para sacar la cuerda con la que me ató antes y volvió a amarrarme, esta vez con una posición clásica del BDSM, con las manos y piernas atadas por detrás de la espalda y unidas en la punta, dejando todo el cuerpo colgado. Agarró 2 cuerdas más y bajó sin decirme nada. Cuando llegó al cuarto no tardé en ver que Ally y Jane ya estaban dentro con Sonic y Duke en sus manos, se los pasaron a Kanna, ella los ató de la misma forma que a mí y se los devolvió. En eso las 3 se echaron sobre la cama y pusieron Netflix, más precisamente una serie llamada Mindhunter, y nos colgaron de sus pies LITERALMENTE. Ataron la cuerda al pulgar de uno de sus pies y quedamos a la altura debajo de sus dedos. Mientras ellas se echaban a ver la serie y nos ignoraban, tuve luego de lo que me pareció mucho tiempo un momento para hablar con Sonic y Duke.

- Chicos, yo…

- No tienes que disculparte Jazz, lo sabes. –Dijo Duke.

- ¡Pero quiero hacerlo! No debí meterlos en mi plan de escape, no sabía el precio que tendría que fracasáramos.

- Jazz… De todos modos ellas iban a torturarnos. –Dijo Sonic.

- Si, aunque si te soy sincero esta para mí no es una tortura. –Replicó Duke.

- Ni para mí.

- Chicos… No me digan que están pensando en…

- No, yo no, solo lo digo por mi fetiche, ¿y tú Sonic?

- Bueno… La verdad…

- ¡DEJEN DE HABLAR, QUEREMOS VER LA SERIE, MEJOR EMPIECEN A LAMER! –Dijo Jane furiosa.

Los 3 nos callamos y empezamos a lamer, y seguimos así unas 4 horas hasta que llegó la hora de almorzar, y gran parte de ese tiempo las palabras de Sonic rondaban por mi cabeza: “Bueno… La verdad…”. ¿Eso significaba que estaba empezando a gustarle todo esto? ¿Ahora él iba a aceptar someterse ante nuestras hermanas? La única certeza que tenía era que cuando pudiera tenía que hablar con él, con todos en general, y ojalá que en el almuerzo haya una oportunidad de discutirlo, ya que si Kidomaru se había rendido, no sabía qué hacer si volvía a caer uno de nosotros…

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