- Text Size +
Author's Chapter Notes:

Continuacion de la historia descrita en el capitulo 2... 

El despertador de Ben marco las 6:00 AM, y con fuerza empezó a sonar…Ben lo apago con ánimo y después de unos minutos de vacilación se levantó de una de las camas de la litera en la que se hallaba, su compañero de cuarto ni se había inmutado en escuchar la alarma y seguía dormido…Ben procedió a tomarse un baño en la tina y a prepararse para su jornada laboral de hoy…la habitación donde estaba era pequeña parecía un pequeño pasillo en donde solo estaba distribuida la litera con un pequeño guardarropa a los costados, el cuarto de baño era lo único que lo separaba del resto de la habitación ya que se encontraba hasta el final del pasillo en el que tampoco contaba con ventanas que mostraran el exterior…y es que la habitación era una de las más de cinco mil habitaciones que formaban el enorme complejo habitacional “Fundus” localizado en la parte superior del estómago de la diosa y en donde vivían los casi 50,000 trabajadores microputienses que diariamente apoyaban en las labores de digestión del cuerpo de Sonia.    

Ben se había unido a este gran equipo de trabajo poco tiempo después de haber llegado a la ciudad capital, la ciudad megaurbe de 30 millones de habitantes ubicada en el duodeno de la diosa, y desde entonces él junto con miles más habían trabajado en el difícil proceso de extraer los recursos naturales esenciales de las toneladas y toneladas de comida que la diosa madre les proporcionaba diariamente, cuidando siempre el no tener una exposición al jugo gástrico, que al igual que el ácido gástrico de sus cuerpos, era muy corrosivo para un microputiense a tal punto de quemar la piel al tener un contacto directo con él.      

La jornada laboral comenzaba hasta las 8 de la mañana, aún faltaba mucho tiempo por lo que era de esperar que Stan, su compañero, aun durmiera tranquilamente sin preocupación, sin embargo, para Ben ya se había hecho una costumbre el levantarse mucho más temprano para tener un poco de tiempo de meditación y relajación en la pequeña pero confortable tina de baño…un habito que aprendió e imito de su amorosa y grandiosa madre, que también se tomaba un tiempo en su tiempo de relajación.   

Mientras se relajaba en la tina, a su mente comenzaron a llegar de nuevo los recuerdos de cuando inicio su extraordinario viaje hacia el centro de su madre, recordó como había sido seleccionado de entre miles y miles para zarpar en la expedición “Lazarus” …una de las más grandes hasta el momento, una expedición de casi cien mil personas, todas ellas aterrizarían sobre el vasto vientre de la diosa y de ahí se esparcirían a diferentes lugares de su cuerpo.

Ese día en que inicio la expedición fue una mañana de domingo…un día en el que Sonia descansaba de su labor en el laboratorio y que lo dedicaba para descansar acostada en su cama mientras observaba con detenimiento las grandes naves espaciales que zarpaban desde el acuario y volaban dirigiéndose lentamente hacia ella…o al menos así se veían desde su perspectiva.

Para Ben y los miles de microputienses dentro de las grandes naves fue una experiencia única e impresionante, observar desde la ventanilla de la nave el magnífico cuerpo de la diosa haciendo cada vez mas y mas grande conforme se iban acercándose más a una velocidad impresionante.

Se encontraban volando por encima del muslo izquierdo de la diosa a poco más de 1000 km, una altura estratosférica para los microputienses, pero de apenas unos cuantos centímetros para Sonia, para Ben era una vista espectacular y asombrosa.

El increíble paisaje rosado anaranjado que se observaba desde su perspectiva por la ventanilla, era en realidad, el colosal muslo de la diosa, donde fácilmente podría albergar a países enteros…de pronto Ben noto como la tonalidad del suelo comenzaba a oscurecerse y empezaba a aparecer un inmenso follaje sobre la superficie…reconoció hacia donde se estaban aproximando ahora, el monte pubiano, y casi al instante cuando la nave realizo un viraje, Ben pudo observar la grandísima montaña repleta de un extenso follaje hacia donde se aproximaban…una vista sumamente espectacular, difícil de olvidar…

“Atención queridos pasajeros, nos encontramos volando en este momento sobre el monte pubiano de nuestra madre Sonia, hogar de millones de personas que se alojan en lo profundo de sus innumerables vellos, como dato interesante el monte tiene una elevación de mas de 100 km y una extensión de más de 1000 km de diámetro, suficiente para albergar a la población de todo un país”, la voz del piloto se escuchó por los altavoces de la nave, Ben se quedo impresionado con esta información, las dimensiones eran realmente gigantescas, “aunque no eran nada desde la perspectiva de la diosa” pensó, “apenas unos cuantos centímetros para ella”, una muestra más de la increíble insignificancia que ellos eran para la diosa, de la que no era posible ver su rostro en el horizonte desde este punto debido a las inmensas montañas mamarias que ocultaban su divino rostro a lo lejos, para eso se requería estar a mucho más altura.  

De pronto el monte quedo atrás y la nave comenzó a descender, la tonalidad del paisaje volvió a cambiar a rosado, y a lo lejos se pudo visualizar el gran agujero de la diosa, su ombligo, lugar en donde se disponían aterrizar…

“Atención pasajeros” la voz del capitán de nuevo se oyó por el altavoz, “nos encontramos a 5 minutos del centro umbilical de la diosa donde aterrizaremos, por lo que solicitaremos en breve que abrochen sus cinturones hasta que estemos en tierra firme”

La emoción de Ben comenzó a crecer en él conforme la nave empezó a descender y el paisaje rosáceo comenzó a engrandecerse más…estaban aterrizando…desde la ventanilla podía observarse el inconmensurable cráter que era el ombligo de la diosa, el cual se extendía por cientos de kilómetros en el horizonte y del que no se podía apreciar su fondo desde la superficie sino más bien una vasta oscuridad que le daba un ambiente desolador.

Por supuesto Ben, como todos los demás, conocían el porqué de esta situación. El ombligo de Sonia desde la perspectiva de un microputiense era algo sumamente enorme, su diámetro oscilaba los 300 kilómetros y su profundidad llegaba incluso hasta casi los 200 kilómetros, suficiente para que diversas ciudades y pueblos se establecieran sobre las paredes en forma de pliegues hasta llegar incluso a su fondo, en donde no llegaba la luz natural y tuvieron que alumbrar con luz artificial. Se decía que las ciudades establecidas en el fondo disfrutaban mucho de los sonidos gorgoteantes que salían desde abajo, desde las entrañas de la diosa a cientos de kilómetros de profundidad, aunado a todo ello estaba además el increíble vaivén del suelo que experimentaban a cada momento todos los habitantes de la región abdominal debido a la inhalación y exhalación de la respiración que la diosa realizaba a cada momento.

Lo cual hacia sentir a cada uno de ellos que este mundo estaba completamente vivo, que literalmente eran parte de un ser hecho a la misma imagen y semejanza, un ser que sentía, hablaba y se movía como ellos, alguien que podría acabar en un santiamén con todos ellos sin siquiera tener alguna oportunidad de defenderse.

Y aun con todas estas características ese gigantesco ser estaba dispuesto a dar todo por ellos, por esas insignificantes criaturas que ni siquiera eran visibles a su vista.

Durante estos años la diosa Sonia había dado a sus millones de hijos su más grande anhelo, vivir para siempre dentro del seno de una diosa benevolente…llegar a ser “uno” con ella…sentir su gentiliza y amor…poder vivir en un mundo de paz y tranquilidad.                               

Ese momento por fin había llegado para Ben, en el que descenderían de la nave y tocaría por primera vez la superficie de su gentil madre, la cual era tierra santa para él...e incluso había decidido ya, hacia donde quería ir...hacia el centro de su madre, en lo profundo de sus entrañas, deseaba experimentar lo que es estar muy dentro de ella...  

You must login (register) to review.