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Author's Chapter Notes:

Desde la perspectiva de Andrew... 

La vida para Andrew no podría ser más placentera y confortable, que la que tenía él y sus otros millones de hermanos que vivían en un inmenso acuario de vidrio bajo el cuidado irremplazable de su gigante y majestuosa MADRE que les brindaba día con día lo necesario y más, para poder vivir cómodamente por el resto de su vida. Inmensas hogazas de pan, que alimentaban a miles, caían del cielo cada mañana y se distribuían rápidamente entre la inmensa población del acuario…era el pan sagrado que la madre diosa les proporcionaba, para que recordaran su nombre día con día y  mantuvieran siempre en su mente su inferioridad y absoluta dependencia de ella…que si no fuera por su bondad y longanimidad para con ellos no tendrían estas grandes dadivas y bendiciones, las cuales les habían permitido crecer y hacerse más fuertes e inteligentes por todo el inmenso acuario.

A su vez, la diosa les brindaba con regularidad leche extraída directamente de su cuerpo que para ellos era divina y sagrada, ya que se había probado que sanaba heridas e incluso enfermedades que ellos tenían al sumergirse profundamente en el gran mar de leche en el medio del acuario.

Era un gran espectáculo que miles y miles de microputienses y liliputienses se alistaban para presenciar con regularidad…ver a la madre diosa en el cielo descubriéndose uno de sus grandiosos senos, en el que podía albergar fácilmente a millones de ellos, y observar como dejaba salpicar millones y millones de litros de leche fresca y sabrosa que caían en el centro del acuario y llenaban el inmenso mar blanco que se extendía por millones de kilómetros cuadrados y que alimentaban a millones de ciudadanos día con día…era algo inolvidable y una experiencia única que podían ver cada cierto tiempo, en una fecha que su madre les indicaba.   

Por lo que para Andrew y sus hermanos, la madre diosa era alguien sumamente majestuosa y benevolente y a menudo Andrew se preguntaba como seria vivir junto a ella todo el tiempo, que todos pudieran vivir en armonía dentro de su inmenso cuerpo y pudieran llegar a ser “uno” con ella siempre…un sueño fantástico anhelado por mucho tiempo y que al fin estaba a punto de hacerse realidad.

Esa mañana, en la que Andrew se preparó para estar en las costas del mar blanco a tiempo para presenciar el descenso de la leche divina junto a millones de sus hermanos, sería el comienzo de una gran historia, una ocasión que quedaría en la memoria de millones de ciudadanos hijos de la diosa…el día en que se enteraron que iban a vivir en el cuerpo de su madre…la diosa les mandaba unirse y vivir en ella.

Andrew se despertó muy de mañana ese día, se vistió con un pantalón y una camisa completamente blanca, especial para la ocasión y con gran entusiasmo salió de su pequeña casa y se encamino rumbo a la parada del autobús a unas cuantas cuadras de su casa. Afuera el cielo aún se encontraba oscuro, significaba que la diosa aun dormía, por lo que aún estaban a tiempo para llegar al mar.

Al llegar a la parada Andrew se encontró con Sam, su amigo de la facultad, que al igual que él también estudiaban la carrera de ingeniería civil en “La Society” la universidad más grande y prestigiosa de todo el acuario.

“¡Hey Andrew!, por poco no llegas, hermano, el bus llegara en dos minutos”

“Perdón, se me ‘pegaron’ las sabanas” contesto Andrew, “me desvele anoche terminado el reporte que nos pidió el señor Langdon, hay que entregarlo ya”.

“¡No inventes!, se supone que ese reporte es para la semana que viene, yo no lo he acabado” respondió asustado Sam.

“Pues ya deberías Sam, el señor Langdon lo dijo claramente, sin eso no podremos continuar al siguiente nivel” respondió Andrew con preocupación.

El autobús llegó a la estación, Andrew y Sam abordaron junto con otros más que también realizarían el viaje hacia el mar…un viaje de unos 30 kilómetros hacia el borde de un acantilado.

Mientras el autobús subía sobre una colina muy pronunciada, Andrew se asomó a la ventana y observo el vasto horizonte que yacía a lo lejos…pudo visualizar el vasto mar oscuro al cual se estaban dirigiendo, en unos momentos más empezaría a blanquearse en cuanto saliera la luz del “sol”…vio a lo lejos como cientos de autobuses descendían por una carretera que conducía hacia la “Bahía de los Ángeles”, una playa destinada para los miles de ciudadanos liliputienses, que al igual que Andrew y Sam, se dirigían para observar la “Gran Lluvia Blanca” de la Diosa Madre sobre el mar…era un espectáculo que nadie se quería perder…sin embargo para los microputienses no era seguro presenciar este evento a la orilla del mar debido a la rápida crecida del mar que ocurría en el momento en que caía la leche divina del cuerpo de la diosa, por lo que los microputienses observaban el evento desde la cima de un enorme acantilado ubicado a un costado de la bahía de los ángeles.

Por lo que no era de extrañar que el autobus en donde iban Andrew y Sam tomara un camino diferente al del resto en donde ascendía cada vez más en dirección hacia el borde del cerro, y entonces logro observar a lo lejos más allá del cristal la silueta de una mujer que yacía acostada sobre una cama…era Sonia o mejor dicho la madre diosa, que se encontraba a miles y miles de kilómetros de ellos y que era visible desde esa distancia debido a su exorbitante tamaño, de la misma forma en que la luna es visible desde una distancia tan lejana debido a su enorme tamaño.

“¡Mira Sam!, que increíble se ve nuestra madre desde aquí” dijo Andrew, haciendo que Sam se pusiera a observar también,

“Si que sí Andrew, es realmente hermosa, y más increíble debe ser para nuestros cientos de hermanos más grandes que viven ahora allá” respondió Sam, haciendo alusión a la pequeña expedición de gulliverianos que habían partido del acuario un año atrás, con la ayuda de Sonia, para establecerse temporalmente en una parte de su inmenso cuerpo con el propósito de estudiar las condiciones del lugar y saber si había la posibilidad de establecerse por siempre allí.

“Oye Sam, ¿qué crees que les haya pasado a esos gulliverianos que se fueron hace un año? ...ya no supimos nada de ellos, o bueno al menos, los ‘vigilantes’ no informaron nada del progreso de la misión a los habitantes microputienses”, afirmo Andrew, mientras observaba por la ventana que el cielo comenzaba a aclararse.

“Yo creo que aun no han tenido el éxito buscado y por eso los vigilantes lo han ocultado aun, o tal vez sean instrucciones de nuestra madre, no sé, quizás algún proyecto a futuro, no crees”

“Quizás” respondió Andrew, “pero lo que sí sé, es que sería magnifico algún día visitar el maravilloso cuerpo de la diosa…imagínate ir al mero lugar de donde nacen las aguas de este inmenso mar que ves aquí, si tuviera la oportunidad de al menos estar un día ahí…créeme que lo dejaría todo por tal de verlo y conocerlo”

“No creo, que sea tan simple Andrew” le contradijo Sam, “si bien, no dudo de la infinita bondad de la diosa madre para con nosotros, no creo que sea igual con su cuerpo…recuerda lo que nos han dicho los maestros, que el cuerpo de la diosa es un lugar muy inestable y peligroso para nosotros los microputienses ya que es casi igual a nuestro cuerpo humano, con fluidos y ácidos químicos que pueden deshacernos y consumirnos si estamos muy cerca de ellos, y eso sin mencionar a los terribles ácaros que viven en todo su cuerpo…has escuchado lo gigantesco que son, una pesadilla que no quisiera ver”

“Si lo sé, Sam, solo decía que es un sueño que tengo desde hace mucho y ojala algún día se pueda hacer realidad sin problema” respondió Andrew con desilusión.

Finalmente, después de casi dos horas de viaje, el autobus llego al “Seno de la Diosa”, un pequeño mirador, ubicado en la cima del enorme acantilado a una altura de casi 100 metros liliputianos, llamado así en honor a la inmensa mama de la diosa que se podía vislumbrar con gran claridad desde esta distancia y de donde también podrían presenciar la grandiosa “lluvia” de la diosa sin verse afectados por la rápida crecida del mar.

Al bajar Andrew y Sam del autobus notaron que no se encontraban solos en el lugar, cientos más ya se habían apostado en el borde del mirador esperando con inquietud el arribamiento de la madre diosa.

De pronto la luz se alzó sobre el horizonte manchando el inmenso mar de leche y dándole por fin su increíble color blando y entonces se oyó a lo lejos un sonido fuerte y estruendoso proveniente de afuera del acuario, era el reloj despertador de Sonia que sin fallar marcaba el momento de levantarse de la cama…para Andrew y los millones dentro del acuario fue la señal de que la diosa se acercaba y con emoción esperaron el arribo del inmenso pezón que les daría la bienvenida con un rico y jugoso “chaparrón”…    

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