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Mientras dejaba que mi cuerpo se relajara y comenzara a sentir los pequeños cosquilleos y movimientos que se estaban desarrollando dentro de mí, una voz suave y apacible penetró dentro de mi mente… la voz de mi hijo Andrew, desde una de las naves principales que descendían en mí, percibí con mucha claridad:


"Mi maravillosa madre, Andrew Softmore, almirante en jefe de la expedición Apolo 20 me permito comunicarme contigo a través de este medio para informarte que las naves estamos por aterrizar en el aeropuerto Christina junto a las faldas del ‘Mons pubis’ con 15 mil pasajeros debidamente registrados y capacitados para trabajar y vivir en armonía en tu acogedor y cálido bosque pubiano”.

 

"Maravilloso Andrew" le respondí desde dentro de mi mente, "hazles saber que son recibidos con mucho amor, y que ahora son parte de una gran civilización… que mientras obedezcan mis leyes y mandatos serán bendecidos y sus familias prosperaran aquí por siempre”.


 "Sera todo un honor, madre" recibí la respuesta de Andrew desde adentro de mi mente.

 

La telepatía es el gran invento de mi maravillosa civilización. Un recurso muy valioso y demasiado eficiente para lograr una mejor comunicación e interacción con los millones de habitantes que viven en lo más profundo de mi interior.

 

Fue un gran avance tecnológico realizado por mis micros y ha sido de gran ayuda para mí, y para ellos, desde que se pudo realizar hace casi tres años, ha facilitado la comunicación a la hora de realizar todos estas expediciones a mi cuerpo ya que las naves se comunican conmigo mediante una señal nerviosa que llega directamente hacia mi cerebro el único capaz de recibirla y transmitirla, haciendo que de esta manera no les afecte la fuerza de mi voz cuando estén muy cerca de mí, ya que para mis micros mi voz es sumamente fuerte para ellos, como si de un huracán se tratara.

 

Empero, esta tecnología no ha estado disponible para todos, únicamente los líderes, vigilantes y almirantes de mi cuerpo pueden comunicarse de esta manera conmigo, así quedó establecido para que mi mente no se viera saturada de millones de voces o señales provenientes de todos los habitantes de mi civilización.           

 

“Mi extraordinaria diosa, almirante en jefe Thomas Softmore de la expedición Artemis 28, solicito permiso para ingresar a espacio aéreo interno a través de la ruta habitual”.

 

De nuevo otra señal de voz llego a mi mente esta vez por parte de otro de mis “micros” que dirigían la expedición.

 

“Permiso concedido Tom, sean todos bienvenidos a mi paraíso” le respondí desde mi mente a mi extraordinario micro piloto, todo esto mientras mantenía mis ojos cerrados para mantenerme concentrada en mi mente.

  

El grupo de naves que comandaba se establecerían en lo profundo de mis entrañas y estaban pidiendo mi ayuda para entrar por la vía más habitual y rápida… mis conductos nasales, por lo que sin más preámbulos inhale profundamente, haciendo que las naves entraran con una velocidad descomunal por alguno de mis espaciosos orificios e ingresaran rápidamente por mi garganta hasta llegar a mi estómago. Era un viaje y una experiencia muy increíble y extrema según me he enterado por mis hijos.

 

A menudo me veo haciendo ese sorprendente viaje e imaginándome lo que se sentiría ser un pasajero de esa increíble nave…

 

Fue un alivio saber que mis todos mis diminutos aterrizaron con éxito... la voz telepática de Alex y Emily, almirantes liliputienses de las expediciones Géminis 25 y Celestis 13 llegaron a mi mente después de la de Tom, informándome que las naves que comandaban habían aterrizado con éxito sobre mis voluptuosos senos y en el medio de mi bajo vientre… sería una pena muy grande para mí si se presentara un error en ellas durante ese forzoso descenso y mis pequeños micros perecieran.

 

Afortunadamente no ha habido un accidente hasta ahora, y espero que continúe así siempre... las naves espaciales, que día con día bajan hacia mi cuerpo han resultado ser muy eficaces y funcionales, gracias al esfuerzo constante de mis pequeños mecánicos ‘lilis’, que se aseguran por su mantenimiento constante día con día, ellos son los indicados para el trabajo pues fueron ingenieros liliputienses quienes se encargaron de construir esas grandes e increíbles naves espaciales con el fin de transportar a salvo a miles de liliputienses y microputienses que día con día deciden emigrar del acuario hacia el paraíso divino y sensual que ofrece la vastedad de mi grandioso y tonificado cuerpo.

 

Ahora, me enfocaría en ver como mis hijos gulliverianos, se comisionaban de encontrarles un buen lugar para instalarse dentro de uno de mis muchas ciudades y pueblos establecidos por toda la superficie de mi cuerpo...

           

Lentamente procedí a levantar mi cabeza de la cama como parte del protocolo, o más bien tradición, que yo misma he establecido, para poder visualizar mejor a mis pequeños contingentes siendo llevados por mis gullis a través de mi cuerpo.

 

Con la ayuda de un lente avanzado en mi mano pude ver con claridad al guía “gulli” Olivia de una tez un poco oscura, parada sobre la superficie de mi vientre a un costado de la nave espacial que era casi de su tamaño saludándome con aprehensión hacia mí, alcance a distinguir unos pequeños puntos oscuros que se movían por debajo de sus pies, eran los miles de pasajeros micros que se acomodaban bajo a ella aguardando el momento en que ella les extendiera su mano y trepasen hacia ella, aguardándolos en su cuerpo de manera segura durante el trayecto hacia su hogar destinado… este era el procedimiento establecido por mí para los cientos de tours que diariamente acontecían bajo mi habitación.

 

Favorablemente mi piel blanca ofrecía la oportunidad de alcanzar a verlos con la ayuda de mi lente monofocal exclusivo que aumentaba la imagen hasta casi doscientas veces.  Fue una adquisición que compre hace más de un año con el fin de tener una mejor interacción con mis ‘pequeños’ cuando aterrizaban sobre mí, y aunque conseguía vislumbrar con mucha precisión el rostro de mis hijos gulliverianos y con más dificultad a mis pequeños ‘lilis’, mis ‘micros’ solo podían ser apreciados si estaban aglomerados en grandes grupos de miles, y solo llegaba a apreciar un pequeño punto oscuro y casi imperceptible sobre la superficie de mi piel.            

 

Al mover más hacia abajo la lente, en las faldas de mi ‘mons pubis’, pude visualizar la pequeña pista del aeropuerto “Christina”, una instalación aérea rodeada de gigantescos árboles que fue construida principalmente para recibir a todos los habitantes que se establecerían por toda mi entrepierna.   

 

La nave que comandaba Andrew se encontraba descansando en el medio de la pista y en los alrededores de la nave volví a distinguir los pequeños puntos casi imperceptibles que representaban a mis miles de pasajeros microputienses aglomerados entre sí, esperando pacientemente la llegada de sus guías gullis asignados.  

 

Imagine sus rostros mirando hacia arriba contemplando con regocijo a su diosa y madre que los observaba a través de la colosal lente, yo no los podía apreciar, pero sabía que ellos si podían contemplar mi rostro en todo su esplendor, por lo que les dedique la mejor sonrisa que podía ofrecer como una muestra de mi infinita bondad hacia ellos.

 

Finalmente alcance a visualizar bajo el fino lente a Fred y George que se acercaban con premura desde la cima del monte para reunirse con Andrew y mis demás exploradores.

 

Mis gemelos gullis serían los guías de la expedición "Apolo 20" y se encargarían de asignarles un lugar donde pudieran vivir entre los inmensos y frondosos ‘arboles’ de mi gran bosque púbico, hogar del pacifico y próspero Pueblo pubiano en el que miles de gulliverianos y liliputienses se esfuerzan por ser cordiales y amables con sus hermanos más pequeños que cada día se integran a formar parte de su civilización.      

 

Por lo que no tuve dudas de que Fred y George les consiguieran un buen lugar para instalarse dentro de uno mis muchos vellos que abundan por toda mi entrepierna y que además se ha convertido en toda una reserva natural con una flora y fauna extensa que mis hijos hasta aun ahora no han terminado de explorar.

 

De hecho, pronto terminaré el primer tomo de un libro que a lo largo de los años he logrado hacer con las investigaciones que mis hijos me proporcionan sobre la biología de mi cuerpo y las diversas especies que se han logrado encontrar en él.

 

Me he convertido en todo un sistema biológico... un maravilloso ecosistema cuya causa aun no conozco con exactitud y en la que mis hijos se han encargado de descubrir a través de los años, y que al parecer por fin se hayan cerca de encontrar la verdad de su origen… un origen que creo se halla hace muchos años cuando tomé diversos tratamientos costosos de fertilidad con la esperanza de resultar embarazada de un hermoso y saludable bebe prodigadiano que nunca llego a realizarse.

 

Sin embargo, hoy puedo decir que mis esfuerzos no fueron del todo en vano, ya que al final si lograron que mi cuerpo creara vida, quizá no en la forma de un pequeño bebe, pero si en la de infinitas formas de vida que ahora cohabitan en mi cuerpo junto con mis innumerables conjuntos de hijos microscópicos que se esfuerzan día con día por hacerme sentir como una verdadera diosa… la madre naturaleza en todo su esplendor...

  

 

Chapter End Notes:

capitulo reeditado

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